Tener un peso saludable es ideal para prevenir ciertas afecciones cuyo riesgo aumenta cuando las personas tienen sobrepeso u obesidad. Por esta razón, es común que los profesionales de la salud recomiendan a sus pacientes adoptar hábitos como una alimentación balanceada y realizar actividad física con frecuencia.
Según recoge la enciclopedia médica MedlinePlus, las personas aumentan de peso cuando consumen más calorías (a través de alimentos y bebidas) de las que utilizan con la actividad física y la vida diaria. No obstante, anota que existen otros factores que pueden afectar el aumento de peso.
“El sobrepeso y la obesidad tienden a darse en familias. Esto sugiere que los genes pueden tener un papel en el aumento de peso. Las familias también pueden compartir hábitos alimenticios y de estilo de vida. Por ejemplo, a menudo algunas familias pueden consumir alimentos y bebidas con alto contenido de calorías, azúcar y grasa”, anota la fuente consultada.
De igual manera, ciertas familias tienden a ser menos activas y llevan una vida sedentaria, gastando la mayor parte del día sentadas o acostadas, olvidando por completo la actividad física.
Los expertos coinciden en que las claves para mantener un peso saludable son la actividad física regular y la alimentación balanceada. Ahora bien, en vista de que no todos los organismos responden de la misma manera, es conveniente consultar con un médico de confianza antes de poner en práctica cualquier dieta o tratamiento.
El portal Saber Vivir reseña cuáles son aquellas fuentes alimenticias que más inciden en el aumento de peso. Puntualmente, se refiere a los hidratos de carbono de absorción rápida.
“En este grupo se incluyen los cereales y harinas refinados (pan blanco, pasta, arroz blanco, pizza), la bollería y por supuesto los ultraprocesados”, precisa el citado portal.
La explicación corresponde a que “los hidratos de absorción rápida no contienen fibra y sus azúcares pasan rápidamente a la sangre, provocando que el cuerpo libere mucha insulina, la hormona que transporta la glucosa a las células para que tengan energía”.
“El problema es que unos niveles altos de insulina facilitan que el exceso de calorías se almacene en forma de grasa. Y cuando las células grasas consumen muchas calorías, no dejan para el resto del cuerpo, por lo que tienes hambre y tiendes a comer en exceso”, detalla Saber Vivir.
Limitar el consumo de harinas y azúcares es una recomendación básica por parte de los nutricionistas. No obstante, es importante definir un plan de alimentación en compañía de un profesional, pues el afán por adelgazar rápido, en ocasiones, hace que las personas caigan en dietas demasiado restrictivas, las cuales podrían ser nocivas para la salud.
¿Qué comer en una dieta para bajar de peso?
Privarse de los alimentos puede sonar como la salida fácil para bajar de peso. Sin embargo, los nutrientes que el organismo obtiene a partir de la comida son indispensables para su funcionamiento, de manera que cortar radicalmente dicho suministro conllevaría a varios problemas de salud.
En tal virtud, el dilema no está en si comer o no; sino en la calidad de los alimentos que se incluyen en la dieta y los hábitos que tiene cada persona.
El servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos sugiere algunos alimentos que podrían ser de gran apoyo en las dietas para bajar de peso:
- Frutas, vegetales, granos enteros, leche y productos lácteos descremados o con poca grasa.
- Carnes magras, pollo, pescado, frijoles, huevos y nueces.
- Incluir un bajo consumo de grasas saturadas, grasas trans, colesterol, sal (sodio) y azúcares añadidos.
Así mismo, la actividad física regular configura el complemento obligatorio para una pérdida de peso saludable, beneficiando el tejido muscular, las articulaciones y, a nivel general, el funcionamiento de todo el cuerpo.