Desde que el último Concorde apagó sus motores en 2003, en el mundo globalizado se han acelerado las comunicaciones, los negocios y el estilo de vida. Pero, curiosamente, la velocidad de los jets comerciales sigue igual. Durante estos 12 años sin aviones supersónicos, la estrategia de los fabricantes ha sido agrandar el espacio a bordo para incluir más sillas y disminuir los costos de operación. Pero nada han hecho por llegar en menos tiempo a los destinos. A pesar de esto, el sueño de volar a altas velocidades no ha muerto y todo indica que en cuestión de cinco años sería posible ir de Londres a Nueva York y regresar en el mismo día. El interés de la industria aeronáutica, que incluye a pesos pesados como la Nasa, Airbus y Boeing, se hizo evidente la semana pasada cuando se anunció que esta última había descubierto el metal más liviano hasta el momento, con lo que no solo se podría construir aviones muy económicos sino también más rápidos. Ya en junio la Nasa había anunciado sus trabajos para desarrollar la tecnología necesaria para que los aviones comerciales viajen a la velocidad del sonido. Pero Airbus dio el impulso mayor en agosto pasado cuando patentó el diseño de una aeronave ultrarrápida que alcanzaría 4,023 kilómetros por hora, cuatro veces la velocidad del sonido o Mach 4,5. Volaría a 3.048 metros de altura y haría la ruta Londres–Nueva York en una hora, dos y media menos que el Concorde. Los Angeles–Nueva York tomaría apenas 3 horas. La nave tendría tres turbinas diferentes: una convencional que podría retraerse en el fuselaje, otra llamada ramjet, y un cohete de hidrógeno y oxígeno. La experiencia a bordo sería única. Aunque despegaría de una pista normal, muy pronto se inclinaría casi verticalmente para romper la barrera del sonido y alcanzar el filo de la atmósfera desde donde se dirigiría a toda velocidad a su destino. Según Alberto Maya, analista de aviación comercial, las condiciones están dadas para que la industria le apueste a este segmento. Por un lado, están los bajos precios de la gasolina y la demanda de los ejecutivos por hacer trayectos transoceánicos de ida y vuelta en un solo día. Una encuesta hecha por la firma Rolland Vincent Associates mostró que había un mercado potencial para 600 jets privados supersónicos. La tecnología para el despegue definitivo de la era supersónica ya está lista. Aunque sea difícil de creerlo en tiempos en que la humanidad lanza sondas de la Tierra a Marte, el mayor escollo de los aviones supersónicos era la dificultad de encontrar un diseño capaz de volar a altas velocidades sin consumir tanto combustible ni hacer tanto ruido. El Concorde dejó de operar debido en gran parte al boom sónico, es decir, el estruendo similar al de una explosión que se produce actualmente cada vez que un avión rompe la barrera del sonido, esto es, alcanza la velocidad de Mach 1. Según Maya, ese ruido hizo que tuviera que navegar a velocidades similares a las de un avión convencional cuando sobrevolaba tierra firme, lo cual limitaba su capacidad supersónica a los trayectos sobre el mar. “De esta forma un pasajero de Frankfurt a Los Angeles no ahorraba mucho tiempo en el Concorde, que podía ir a velocidades supersónicas solo la mitad del trayecto”. Así las cosas, las compañías prefirieron atender a sus viajeros de negocios en los vuelos convencionales y ofrecerles más comodidades y entretenimiento a bordo. Ese problema parece estar solucionado. “Se ha logrado un ‘boom’ menos ruidoso que hace este servicio posible”, dijo a Bloomberg Peter Coen, gerente del proyecto de alta velocidad de la Nasa. En la versión de Airbus, gracias a la altura a la que viaja la nave y que la rotación de los alerones de la cola disipa el ruido horizontalmente, se evitaría que las ondas lleguen a la superficie. Como el prototipo solo tiene 20 sillas, se especula que “esta clase de aviones estaría destinada más a personas de negocios y personajes VIP que a turistas”, dice Maya. Estos viajeros se acomodarían en sillas con forma de hamaca y experimentarían una experiencia a bordo muy similar a la de una montaña rusa. Aún faltarían 20 años para que ese proyecto esté listo. Pero la versión de Spike Aerospace lo estará en 2018. Aunque solo logrará volar a Mach 1,6, reducirá los actuales tiempos de vuelo en 50 por ciento, lo cual ya es mucha ganancia. Eso significaría hacer el tramo Londres–Nueva York en un poco más de tres horas. Para lograrlo los diseñadores no incluyeron ventanas, lo que disminuirá el peso y la resistencia aerodinámica. En su lugar tendrá pantallas sobre las que se proyectarán películas y paisajes. Aerion Corporation planea debutar con su jet supersónico de velocidades similares al de Spike en 2020, pero tendrán que ajustarse a las regulaciones de ruido actuales, ya que no cuenta con tecnología avanzada para mitigar el boom sónico. Aunque algunos críticos no creen que estos modelos estén disponibles sino dentro de 20 años, otros creen que en cuestión de cinco surcarán los cielos como estrellas fugaces.
Los supersónicos Varias compañías le apuestan a desarrollar aviones ultrarápidos para viajes de ejecutivos. • Lockheed Martin desarrolla una nave de 80 puestos con un sistema para reducir el boom sónico a niveles tolerables para sobrevolar zonas continentales.
• Spike S-512 es la versión de Spike Aerospace que volará a Mach 1,6 y tendrá espacio para 18 pasajeros. No contará con ventanas sino pantallas de video.
• Aerion AS2 es un jet con sillas para 20 ejecutivos cuyo viaje inaugural se espera en 2021. Lo desarrolla Aerion Corporation, de Nevada, Estados Unidos.