En los consultorios de pediatría se repite a diario la escena: padres de familia preocupados por el retraso en el desarrollo del lenguaje de sus pequeños. No es una preocupación infundada. El aislamiento generado por la covid-19, que obligó a que los niños se quedaran en casa, ralentizó el desarrollo del lenguaje de miles de ellos.
De ahí que los especialistas consideran que uno de cada cinco niños aprenderá a hablar o a usar palabras más tarde que otros de su edad. Así lo cree el fonoaudiólogo Manuel Reyes Atehortúa, quien subraya el hecho de que esta generación se enfrentó a una situación inédita que obligó al cierre físico de colegios y jardines infantiles, impidiendo uno de los aspectos más importantes del crecimiento: la socialización.
El experto agrega que el desarrollo del lenguaje no tiene una fórmula precisa y varía en cada niño. No obstante, en la gran mayoría de casos, los factores hereditarios determinan qué tan rápido logrará el pequeño articular sus primeras palabras. Los procesos más exitosos ocurren en los niños que crecen en hogares en los que los padres, desde que sus hijos tienen pocos meses de nacidos, conversan y nombran los objetos, la comida y las acciones que realizan.
Este método, a juicio de Reyes, facilita en los pequeños el desarrollo de su lenguaje y que ellos alcancen más fácilmente su verbalización. A partir de los 2 o 3 años, ese primer núcleo de aprendizaje del lenguaje, que es su casa, se amplía con el ingreso al jardín y a las actividades en las que comparten con otros, lo que les crea la necesidad de expresarse y aprenden también por imitación viendo a otros niños.
Aquí conviene tener claro que, de los 0 a los 12 meses de nacidos, los bebés hacen sus primeros sonidos guturales y vocálicos. Y su mayor medio de expresión son el llanto y la sonrisa. A partir del primer año se les escuchan algunos monosílabos como pa y ma, y son capaces de reconocer cuando los llaman por su nombre. Al año y medio su vocabulario consiste en 10 o 12 vocablos de dos sílabas.
Una vez completan los 2 años pueden repetir unas 40 palabras bisilábicas, y hasta los 3 años trabajan en la construcción de frases simples sobre sus necesidades o emociones. A partir de los 3 años, los niños van adquiriendo más vocabulario y comienzan a ser capaces de calificar situaciones o cosas. Una vez llegan a los 4 años se espera que tengan una capacidad de hablar más fluida. En cualquier caso, es importante que los padres estimulen a sus hijos con gestos o sonidos para que hablen desde muy chicos.
“Y que papá o mamá dediquen suficiente tiempo a leer, jugar y hablar con su bebé o niño pequeño. En algunos casos, necesitarán la ayuda de un terapeuta del habla y el lenguaje para aprender a comunicarse, pero la clave siempre será la estimulación en casa”, opina el experto.
En otras situaciones, los retrasos pueden ser un signo de advertencia de un problema más grave, como pérdida auditiva, retraso del desarrollo en otras áreas o incluso un trastorno del espectro autista (TEA). “Por eso, los padres deben estar alertas en caso de notar alguna dificultad y socializarlo con el médico o pediatra de confianza”, puntualiza Reyes.