La COVID-19 ha impactado a todos, en especial a las personas de mayor edad, las más vulnerables ante el virus. La crisis ha tenido un efecto especial en los abuelos, pues la pandemia y el confinamiento les arrebataron la posibilidad de conocer a un nieto o de verlos crecer.

De esa experiencia dan cuenta muchas personas en el mundo. Una de ellas es Kathy Koehler, quien vive en Ann Arbor, Míchigan, y debe llamar por Skype para ver a su pequeño nieto Elya, que vive en Londres y nació al principio de la pandemia. Por ese motivo, Kathy no ha podido conocerlo en persona. En una entrevista con The New York Times, ella cuenta que no poder estar ahí en su primer año le provoca una inmensa tristeza. Elya cumplió ya un año en marzo 13, y su abuela materna no lo ha podido alzar ni besar. “Es como una doble pérdida”, dijo al diario neoyorquino. “Estoy perdiendo tiempo con él que nunca recuperaré. Pero tampoco estoy viendo a mi hija y a mi yerno tener esa experiencia como padres”.

Por donde se mire, la experiencia ha sido muy parecida. Una quinta parte de las abuelas en Gran Bretaña dijeron que no habían visto a sus nietos en un año, lo que para ellas representa una pérdida muy grande, pues, con esa separación, pierden también esos momentos importantes: sus primeros pasos, sus primeras palabras y otros hitos de la crianza. El sondeo, efectuado por YouGov, además encontró que 21 por ciento de los abuelos no han visto a sus nietos por más de diez meses. Otra consulta realizada por el sitio web Gransnet, con sede en Reino Unido, mostró que 69 por ciento no había conocido a sus nuevos nietos desde finales de marzo pasado, y 76 por ciento no había abrazado ni tocado a ninguno de sus nietos durante el mismo periodo.

A muchos abuelos esto los afecta gravemente. Antes de la pandemia, muchos investigadores habían concluido que el aislamiento social impactaba mucho más a los adultos mayores. En varios estudios, un cuarto de ellos se sintieron aislados y más del 40 por ciento reportó sentirse solo, lo cual puede afectarlos psicológica y físicamente. Con la llegada del coronavirus esa situación se agravó.

No poder ejercer como abuelos trae consigo una idea particular de pérdida. De hecho, Emma Payne, fundadora de la firma Grief Coach, lo llama duelo de abuelos, porque involucra otra dimensión y es la sensación de que el tiempo con sus familias cada vez será más escaso. La edad promedio para llegar al estatus de abuelo es alrededor de 50 años, pero muchos lo son a edades más avanzadas cuando ya tienen achaques y problemas de salud.

Así, un año sin los nietos y sus familias significa más tiempo para una persona de 75 que para una de 55. Además, en esta etapa los niños cambian más rápido que los adultos, y perder ese tiempo sin ellos implica pasar de largo por etapas que nunca más podrán vivir juntos, y, en estos tiempos, solo se podrán conocer a través de una videollamada.

En Colombia, según la psicóloga María Elena López, la situación puede ser más dura, pues los abuelos están muy involucrados en la crianza y en transmitir valores y educar. Son un puente entre generaciones y “esa misión les da un propósito de vida en un tiempo en el que ya ellos no tienen muchas actividades que generen un desafío o una motivación. Por eso se sienten solos –dice–. Lo que veo en la mayoría es tristeza por no poder estar cerca de sus nietos”. Señala que extrañan todo: compartir con ellos, abrazarlos, jugar, darles consejos, regalos, recogerlos en el colegio o acompañarlos al parque o a piñatas.

Pero la mayor fuente de preocupación es que, como son tan pequeños, sus nietos los olviden. “Algunos abuelos sienten temor de que los niños no se acuerden de cómo son, de su voz, de lo que hacían con ellos, porque esta es una relación que se construye en el día a día con los encuentros, las visitas, leyendo cuentos, paseando el perrito, con las expresiones de afecto que son exclusivas de los abuelitos, y esto ya no se puede hacer”, señala la experta.

Si bien es cierto que muchos han pasado largas temporadas en casa de sus hijos y cerca de sus nietos, aquellos con nietos en otras ciudades o países han tenido más problemas por las restricciones de salida. Es el caso de María, una abuela de 70 años que vive en el mismo edificio de su hija, lo cual le ha permitido estar en contacto con dos de sus nietos en forma permanente. Eso la hace feliz, porque no es una relación mediada por el tapabocas, sino que hay seguridad de que los pequeños están cuidados y no la infectarán.

Pero la tristeza viene por parte de su hijo que vive en Houston, Texas, con su esposa y su pequeño, a quien ella lleva más de un año sin ver personalmente. “A la distancia se suma que no puedo viajar por la pandemia, y me hace sufrir la lejanía del nieto que no tengo cerca. La necesidad de cariño de ese niño que está en su primera infancia es mucho mayor, porque son sus primeros años de vida lo que perdemos”, confiesa. Para ella, que es experta en educación, en esos años se consolida el desarrollo neuronal y afectivo, y por eso es una etapa importante que no quiere perderse. Aunque ha solucionado este problema con llamadas a través de la pantalla, en realidad, la lejanía, dice, “solo se soluciona con que ellos o yo viajemos para vernos”.

En este punto, López observa que muchos han asimilado la virtualidad y descubrieron que pueden mantener conexión con sus nietos por este canal, “pero también les resulta impersonal y lejano”; y agrega que a esto se suman las dificultades que representa el manejo de la tecnología. “Sin embargo, veo que quienes tienen ayuda para usar de manera sencilla y exitosa la tecnología sienten que pueden mantener y establecer un vínculo afectivo con ellos”.

Eugenia, una abuela de 76 años, experimenta eso con su nieto Max, que vive también en Estados Unidos. Como su hijo y la madre del niño están separados, ella solo puede verlo cuando el pequeño tiene derecho a visita con su padre. Esto ha complicado la situación para ella. “Yo lo llamo por teléfono hasta que se le acaba, pero es difícil porque ese día tienen muchas actividades y no siempre pueden estar hablando conmigo”.

Para quienes se convirtieron en abuelos en el transcurso del año, la situación puede ser aún más dolorosa, pues la pandemia les arrebató la posibilidad de ese momento especial de ver a un nieto por primera vez. En lugar de eso, sienten que es una espera agonizante.

La vacunación ya empezó en Estados Unidos y en Colombia, y la prioridad es inocular primero a este segmento de la población, lo que ya ha permitido a muchos de ellos volver a reunirse con los pequeños. Pero no ha sido así para todos, ya que en algunas ciudades el proceso va más lento. Luego de eso habrá que planear los viajes y los encuentros. María, por ejemplo, espera que en julio, para la llegada de su segundo nieto por el lado de su hijo, ya esté vacunada y pueda ir a Houston a conocerlo. En el caso de Eugenia, todo es un gran interrogante.

De este modo, según López, la pandemia les ha impuesto a estas personas una doble condición: pertenecer al grupo de mayor riesgo de contagio y de complicaciones, que pueden resultar fatales, y estar lejos de sus nietos, lo que les genera más nostalgia y una fuerte sensación de impotencia.

A pesar de todo, los expertos afirman que las familias pueden soportar este tipo de distancia sin que se merme el cariño. Los abuelos no deberían preocuparse por perder ese papel en la vida de sus hijos en el futuro. Así lo dijo a The New York Times Dimitri Christakis, director del Center for Child Health, Behavior and Development en un instituto de Seattle. “Los niños son resilientes, se adaptan fácilmente y, si vuelven a ver a sus abuelos después de un año, aún tendrán un importante lugar en su vida”. Por eso recomiendan seguir apoyándose en la tecnología para no perder ese lazo y apaciguar los sentimientos de tristeza.

Kathryn Hirsh-Pasek, psicóloga de la Universidad de Temple, aconseja las videollamadas para que los nietos escuchen la voz y vean a los abuelos. Aun así, el clamor de las abuelas es el mismo: “Es muy muy difícil para todos. Todos pierden... los hijos, los nietos. No es algo que se pueda volver a hacer. Solo nacen una vez”.

Maneras de acercarse a los nietos desde lejos

• Use la tecnología de videollamada, como Zoom y FaceTime, para ver momentos importantes del desarrollo, como cuando el bebé sonría o se dé la vuelta solo.

• Envíeles regalos, una carta, un poema, un libro o un detalle sentimental que tenga significado para la familia.

• Distráigalos con juegos e historias por medio de videollamadas para dejar descansar a los padres.

• Use la tecnología para hablar y cantarle a su nieto e interactuar con él con frecuencia.

• Sea empático con los nuevos padres y reconozca la tristeza que sienten por las limitaciones de la pandemia.