Durante los últimos años se ha considerado que la actividad física mejora la función cognitiva, la memoria, la eficiencia y la atención y también previene el deterioro cognitivo. Asimismo, muchos creen que aumenta los niveles de serotonina y propicia un mejor bienestar en personas que padecen de alguna enfermedad mental, como es el caso de un trastorno de ansiedad o la depresión.
Además, muchos indican que el ejercicio también incrementa la producción de norepirefrina (noradrenalina), un químico que puede moderar la respuesta del cerebro al estrés.
Sin embargo, un grupo de científicos de la Universidad española de Granada cuestionó en los últimos días a través de una investigación la idea de que hacer ejercicio de manera regular tenga beneficios a nivel cognitivo, como habitualmente se ha pensado, o al menos sugieren que las afirmaciones sobre esta supuesta relación causa-efecto no están avaladas por la evidencia científica disponible hasta el momento.
Los investigadores españoles, pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, revisaron 24 metaanálisis para posteriormente centrarse en 109 estudios controlados por aleatorización, que suelen utilizarse para determinar relaciones causales, lo que permitió abarcar 11.266 participantes sanos y de todas las edades.
El estudio, que publicó la revista científica Nature Human Behaviour, demuestra que los efectos positivos originales, pequeños y estadísticamente significativos del ejercicio físico sobre la cognición desaparecían en todas las edades y funciones cognitivas luego de tener en cuenta los posibles efectos moderadores (como las líneas de base de los estudios y las diferencias entre los grupos de control, un aspecto fundamental de los diseños de intervención para controlar problemas metodológicos como el efecto placebo), informa la Universidad de Granada.
El articulo destaca además que la literatura científica respecto a los efectos del ejercicio sobre las funciones cognitivas ha crecido de manera exponencial en los últimos años, basándose en mensajes “exagerados”, sin tener en cuenta hallazgos contradictorios y el surgimiento de voces críticas.
Según este estudio, la mayoría de los metaanálisis muestran importantes deficiencias metodológicas, como por ejemplo baja potencia estadística, falta de solapamiento en las fuentes de evidencia o sesgo de publicación.
Por tanto, reseñan los científicos, sus resultados “no representan necesariamente el efecto real de la evidencia acumulada a lo largo del tiempo”.
Los autores subrayan que sus hallazgos no sugieren que el ejercicio físico no pueda tener efectos positivos en el funcionamiento cognitivo en absoluto, ni que pueda ser perjudicial para la cognición, pero sí enfatizan en la necesidad de tener “cautela” a la hora de establecer una relación causal entre el ejercicio y las facultades cognitivas de los seres humanos, debido a que actualmente las pruebas causales no son sólidas.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomienda actualmente el ejercicio regular como medio para mantener un estado cognitivo saludable en la infancia y en las personas mayores, una recomendación que, según el estudio de la Universidad de Granada, no estaría avalada por la evidencia científica disponible hasta la fecha.
A pesar de estos resultados, los investigadores concluyen que los beneficios del ejercicio físico, especialmente en lo que respecta a la salud física, son suficientes en sí mismos para justificar políticas de salud pública basadas en pruebas para promover la práctica de deporte de manera regular en la vida cotidiana de las personas, sin tener que apelar a los supuestos efectos a nivel cognitivo.