Los científicos saben que la dieta y el ejercicio son cruciales para reducir el riesgo de cáncer. Pero un reciente estudio puso en evidencia el impacto que estos dos factores tienen en el tratamiento de esa enfermedad. Según evidencia científica presentada en la reunión de la Sociedad Americana de oncología (ASCO), en Chicago, los pacientes diagnosticados con cáncer deberían tener en cuenta estos dos aspectos pues está demostrado que afectan la manera como un paciente responde al tratamiento.Tener sobrepeso, por ejemplo, puede resultar en uno menos efectivo, mientras que el ejercicio parece ayudar a que el organismo logre atacar con más eficiencia la enfermedad. En cuanto al ejercicio, los expertos pudieron establecer a través de un estudio que basta una caminata rápida de 25 minutos. Esto podría reducir la mortalidad a la mitad entre pacientes con cáncer de mama, mientras que tener una circunferencia de cintura mayor a 89 centímetros puede aumentar un tercio las tazas de mortalidad.El trabajo sobre actividad física durante el tratamiento fue hecho por expertos de la Universidad de Yale con 5.000 pacientes diagnosticados con cáncer de seno. Los pacientes que hicieron tres horas de ejercicio vigoroso a la semana tuvieron una reducción del 46 % en mortalidad. En mujeres que empezaron a hacer ejercicio luego de décadas de sedentarismo, la tasa de mortalidad bajó 33 %.Otra investigación, realizada por científicos de las universidades de Stanford y Harvard con 4.000 pacientes con cáncer de seno, encontró que las mujeres con exceso de grasa en su cintura tenían una tasa de mortalidad un tercio más alta. También encontró que las mujeres sólo necesitan perder 5 % de su peso para mejorar las posibilidades de supervivencia. Rowan Chlebowski, autor principal del trabajo, señaló que perder el 5 % del peso podría significar un incremento del 20 % en la supervivencia del cáncer de seno. “Una pérdida modesta de peso puede tener grandes beneficios en salud”, dijo el experto.Por esta razón, a los pacientes con un diagnóstico de estos se les debe advertir sobre la importancia de hacer modificaciones en su estilo de vida para  prolongar su vida. “Después del tratamiento oncológico lo mejor que el paciente puede hacer es bajar de peso. Es la mejor píldora, es gratis y no tiene efectos secundarios”, dijo Melinda Irwin, directora asociada de prevención de cáncer en el Yale Cancer Center, quien dirigió el trabajo de la Universidad de Yale.El estudio de Yale no logró probar una relación de causalidad, pero encontró una asociación entre el ejercicio y la dieta y la reducción de la mortalidad. Pero dos nuevos estudios buscarán establecer con mayor precisión el impacto de la dieta y el ejercicio en este tema. Uno, de la Universidad de Harvard, contará con la participación de 32.000 personas con sobrepeso y obesidad de Estados Unidos y Canadá, y será monitoreado durante tres años para conocer los mecanismos por los cuales el ejercicio y la dieta mejoran el pronóstico del cáncer.Aunque algunos estudios anteriores han visto una asociación, este será el primer trabajo randomizado y controlado. Esto significa que se establecerán dos grupos y uno de ellos recibirá instrucciones para bajar 10 % de su peso corporal así como una rutina de ejercicios durante dos años.Sin embargo, con la evidencia presentada en ASCO, los investigadores señalaron que era importante advertirle a un paciente diagnosticado con cáncer cambiar su estilo de vida por uno que incluya comida sana y ejercicio. Fran Woodward, directora de MacMillan Cancer Support, pidió a los médicos no ser tímidos al respecto. “Aunque hablar de bajar de peso y hacer ejercicio a una personas recién diagnosticadas puede ser todo un reto, es algo muy importante para dejarlo pasar”, dice.