Caminar siempre ha sido un gran ejercicio. Numerosos estudios señalan que en esta práctica tan sencilla está la clave de una vida saludable y prolongada. Uno reciente, por ejemplo, demostró que la gente que camina mucho al día tiene 43 por ciento menos riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Y otro más, que analizó a más de 290 millones de personas, encontró que exponerse a espacios verdes, como campos abiertos, parques urbanos y calles con muchos árboles, tenía diversos y significativos impactos contra la ansiedad.
La semana pasada, un estudio añadió nueva evidencia. Pero el trabajo demostró que además de caminar hay que hacerlo en medio de la naturaleza, a conciencia, y asombrarse a cada paso. Hacerlo al menos un día a la semana permitiría combatir las emociones negativas y mejoraría el ánimo. Una simple caminata por el parque proveerá esos beneficios. El estudio, hecho antes de la pandemia, solo ahora salió en la revista Emotion. Pero para los expertos no pudo llegar en mejor momento, pues ahora muchos necesitan herramientas sencillas y seguras para aliviar los sentimientos de incertidumbre y desesperanza que los invaden.
La investigación, realizada por expertos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) y de Trinity College de Dublín, invitó a un grupo de participantes a tomar paseos de 15 minutos por el parque, una vez a la semana y por dos meses. A algunos les indicaron, además, prestar atención a la naturaleza y dejarse sorprender por cosas como la luz del cielo en medio de las copas de los árboles, los colores de las flores o el canto de un ave que posaba sobre una rama. A los demás solo les pidieron hacer ejercicio físico.
Al analizar los datos, los investigadores notaron que quienes se asombraron reportaron más compasión, gratitud y menos aflicción por las angustias de la vida diaria. El grupo control, por el contrario, estuvo más enfocado en rumiar sus problemas y en atender a las tareas que debía hacer en el día. Ambos grupos tomaron selfies en tres momentos del paseo. Analizar estas imágenes también resultó interesante, pues en el primer grupo la gente fue ocupando menos espacio en la foto y con el tiempo le dio más visibilidad al escenario natural. También sonrieron de manera más contundente que los del grupo control.
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Gracias a investigaciones anteriores se sabe que caminar promueve la producción de endorfinas, lo cual no solo mejora el ánimo sino el estrés y la ansiedad. Al controlar el peso, esta actividad también mejora la imagen personal y puede ser un antídoto contra la depresión. Pero lo novedoso de este estudio es que aportó un nuevo elemento: el asombro, que sería un elemento clave para generar los beneficios.
Según los autores de la investigación, el asombro es una emoción positiva que se produce cuando la gente aprecia algo mucho más grande que sí mismo como la música, el arte o la naturaleza. Experimentar esa sensación en estos paseos podría ahuyentar las emociones negativas, especialmente la soledad, que han demostrado sus efectos negativos para la salud, sobre todo en los mayores de 70 años.
Además de esto ayudaría a dar un mayor sentido del tiempo y promover los sentimientos de generosidad, bienestar y humildad. Y algo muy importante: según los autores, el asombro promueve lo que llaman el ‘pequeño yo’. “Esto es saludable porque ubica a la persona frente a un escenario en el que observa en conjunto con todo lo que la rodea”, dice Virginia Sturm, profesora de neurología y psiquiatra de la UCSF. El ‘pequeño yo’ implica que la persona no se enfoca en su interior sino en las cosas externas. Por eso lo ideal es tener un ‘pequeño yo’ emocionalmente saludable.
La gran ventaja es que se trata de una intervención sencilla, pues solo se requiere cambiar el foco de atención de sí mismo hacia cosas externas que pueden generar gozo, admiración, o perplejidad. “Es una práctica simple –dice Sturm–, pues solo basta mirar por la ventana o hacer la pausa para pensar en las maravillas tecnológicas que nos rodean, sobre todo en estos días en que los síntomas de depresión y ansiedad han aumentado”.
Este es apenas el último de una serie de estudios recientes que demuestra la importancia de caminar para la salud mental. Un trabajo hecho con 4.382 personas en Gran Bretaña encontró que seis de cada diez adultos con mucho estrés se vieron beneficiados con solo caminar. Y para 47 por ciento de la misma muestra, hacerlo en medio del verde de un parque o una reserva natural tuvo un mayor impacto en su bienestar.
Según la psicóloga Jennifer Wild, autora del libro Be Extraordinary, caminar en la naturaleza ayuda al sistema inmune, pues al dar cada paso el cuerpo libera hormonas que reducen la inflamación y esto a su vez disminuye el nivel de estrés.
Además, hacerlo en medio de los árboles hace que la gente respire fotoncidas, unos compuestos orgánicos en el aire que emiten las plantas para protegerse de los insectos y que ayudarían al ser humano a liberarse de enfermedades. Investigaciones realizadas en Japón sugieren que por esta razón son tan importantes los baños de naturaleza, o las píldoras verdes, como les dicen otros especialistas.
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Por eso, “sumergirse en la naturaleza tiene resultados en salud similares a ir a un spa”, dice Katie Cooper, psicóloga y autora del libro Plant Therapy. Además es gratis, tiene impacto inmediato y su efecto perdura a largo plazo.
Otro estudio hecho por investigadores de la Universidad de Michigan señala que un paseo de 20 minutos por un lugar en contacto con la naturaleza es suficiente para disminuir las hormonas del estrés. Otro estudio de la misma universidad mostró que la memoria y la atención mejoran con esta actividad. La atención es finita y caminar en las calles se roba esa reserva por las pequeñas decisiones que hay que tomar como esquivar a la gente, obedecer los semáforos o cruzar la calle. En la naturaleza esto no sucede, pues ese estado de contemplación no exige resolver problemas.
En Colombia, la gente ya está reanudando su vida, pero la incertidumbre persiste y en ese estado el cerebro rara vez descansa. Por eso los estudios invitan a mirar los patrones fractales de las hojas, la manera como crecen los pétalos y las ramas o admirar la variedad de tonos de las flores. Esto ayudará a inducir las ondas alfa, que evocan la calma y que permiten descansar el lado analítico del cerebro. No se requiere de mucho esfuerzo y el beneficio es enorme.