La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Cuando esta presión es muy elevada se le conoce como hipertensión y se caracteriza porque el corazón debe trabajar más para bombear sangre.

La presión arterial incluye dos mediciones: la sistólica, que se registra durante el latido del corazón (momento de presión máxima), y la diastólica, que se da en el descanso entre dos latidos (presión mínima).

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que la presión arterial elevada es el principal factor de riesgo para sufrir de una enfermedad cardiovascular. Normalmente, las personas con este padecimiento no lo saben debido a que no genera síntomas o señales de alerta. Por esta razón, la recomendación de los expertos es medir la tensión arterial de forma periódica para determinar cuál es su condición.

Los frutos secos son ricos en grasas insaturadas y son saludables para el corazón. | Foto: Getty Images

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad puede producir daños cardíacos graves, debido a que el exceso de presión endurece las arterias, dificultando el flujo de la sangre y oxígeno que llegan al corazón. Esta situación puede ocasionar las siguientes afecciones:

  • Dolor torácico, más conocido como angina de pecho.
  • Infarto de miocardio, que se produce cuando se obstruye el flujo de sangre que llega al corazón y las células del músculo cardíaco mueren debido a la falta de oxígeno.
  • Insuficiencia cardíaca, que se da en el momento en que el corazón no puede bombear suficiente sangre y oxígeno a otros órganos vitales.
  • Ritmo cardíaco irregular, que es posible que derive en muerte súbita.

La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos asegura que hacer cambios en la dieta es una forma comprobada de ayudar a controlar la hipertensión arterial. Estas modificaciones también contribuyen a bajar de peso y a disminuir su probabilidad de sufrir una enfermedad cardíaca y un accidente cerebrovascular.

Las nueces ayudan a cuidar la salud de las arterias. | Foto: Copyright Dazeley

En esa dieta no deberían faltar las frutas y verduras, y también otros alimentos como los frutos secos y, particularmente, las nueces.

Al respecto, el instituto de investigación Mayo Clinic indica que las nueces mejoran la salud de las arterias y reducen el riesgo de presentar presión arterial alta. De igual forma, disminuyen los niveles de colesterol malo y bajan la inflamación relacionada con enfermedades cardíacas.

La Fundación Española del Corazón refiere una revisión sistemática de 26 ensayos clínicos realizada por la Universidad de Harvard, en la cual se concluyó que una dieta suplementada con nueces reduce en un porcentaje significativo el colesterol total (3,25 %), el colesterol LDL (3,73 %), los triglicéridos (5,52 %) y la apolipoproteína B (4,19 %).

Además, se evidenciaron sus beneficios para el control del peso corporal y la presión arterial.

Las nueces deberían incluirse en una dieta saludable. | Foto: 4kodiak

De igual forma, en una investigación del 2019, publicada en la revista Journal of the American Heart Association y titulada Replacing Saturated Fat With Walnuts or Vegetable Oils Improves Central Blood Pressure and Serum Lipids in Adults at Risk for Cardiovascular Disease: A Randomized Controlled‐Feeding Trial, se determinó que los participantes que reemplazaron el 5 % de su consumo de grasas saturadas por frutos secos logró reducir su presión arterial a lo largo de seis semanas.

Cuánto consumir

Los expertos aseguran que consumir una ración de unos 30 gramos o unas siete nueces proporciona el 11 % de la ingesta diaria recomendada de magnesio y el 10 % de fósforo, además de 18 gramos de grasas totales, 2,5 gramos de grasas monoinsaturadas y 13 gramos de grasas poliinsaturadas, incluyendo 2,5 gramos de ácido alfa-linolénico (AAL), ácido omega-3 esencial, y antioxidantes. Según los expertos, lo ideal es consumir de tres a siete raciones a la semana.

Referencia científica:

Replacing Saturated Fat With Walnuts or Vegetable Oils Improves Central Blood Pressure and Serum Lipids in Adults at Risk for Cardiovascular Disease: A Randomized Controlled‐Feeding Trial