La insulina es una hormona producida por el páncreas y una de sus principales funciones es permitir que el azúcar (glucosa) ingrese a las células de los músculos, grasa e hígado, donde se convierte en la energía, que es utilizada por el organismo para su normal funcionamiento.
La glucosa proviene de los alimentos, pero el hígado también la produce cuando el cuerpo la requiere. La insulina juega un papel clave en el mantenimiento de niveles correctos de glucosa en la sangre. Si están demasiado altos o bajos, eso puede causar problemas de salud graves, precisa la biblioteca médica Medline Plus.
Los niveles anormales de glucosa se conocen como: hiperglucemia e hipoglucemia. En el primer caso, significa que hay una gran cantidad de esta sustancia en la sangre y ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente insulina.
La hipoglucemia, por su parte, se presenta cuando el azúcar en la sangre es muy bajo. Cuando el cuerpo envía demasiada insulina a la sangre, entra mucha glucosa a las células y queda muy poca en el torrente sanguíneo, generando esta afección.
De acuerdo con los expertos, no siempre la insulina puede cumplir bien con sus tareas, pues hay ocasiones en las que los músculos, grasa e hígado no responden bien a su trabajo y no pueden absorber la glucosa de la sangre fácilmente.
Para mejorar esa sensibilidad a la insulina hay algunos hábitos que las personas deben desarrollar y de esta forma garantizar que sus niveles de azúcar se mantengan dentro de la normalidad y no haya riesgos de sufrir prediabetes o diabetes tipo 2.
Ejercicio regular
Una de las mejores opciones para mejorar la sensibilidad a la insulina es la práctica de ejercicio. Información del portal Healthline indica que practicar actividad física ayuda a mover el azúcar hacia los músculos para su almacenamiento, y promueve un aumento inmediato de dicha sensibilidad, que dura de dos a 48 horas, dependiendo del nivel de ejercicio.
Cita un estudio en el cual se encontró que hacer 60 minutos de ciclismo en una máquina a un ritmo moderado aumentaba la sensibilidad a la insulina durante 48 horas entre los voluntarios sanos. El entrenamiento de resistencia también es eficaz para lograr este propósito, según la citada fuente, y si se combina con ejercicio aeróbico puede resultar aún más efectivo.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica intensa a la semana, o una combinación de las dos. Las pautas sugieren distribuir este ejercicio durante el curso de una semana.
Sin embargo, el ejercicio no es el único hábito en el que las personas pueden trabajar para que la mencionada hormona trabaje de mejor forma. Por ejemplo, reducir el estrés también es clave, pues cuando una persona presenta estos episodios, se afecta la capacidad del cuerpo para regular el azúcar en la sangre.
Los expertos explican que si una persona está estresada se activa el modo de “lucha o huida”, que estimula la producción de hormonas del estrés como el cortisol y el glucagón, las cuales hacen que el cuerpo se haga más resistente a la insulina. Esto evita que los nutrientes se almacenen y los hace más disponibles en el torrente sanguíneo para que el cuerpo los use como energía, lo que puede ser muy perjudicial para la salud.
También es importante bajar de peso. El exceso de grasa, especialmente en el área abdominal, reduce la sensibilidad a la insulina y aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
“La grasa abdominal puede hacer esto de muchas maneras, como la fabricación de hormonas que promueven la resistencia a la insulina en los músculos y el hígado”, precisa Healthline. La mejor forma de reducir kilos de más es adoptando estilos de vida saludables, con la ingesta de una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio.