Tener una vida sana es sinónimo, en la mayoría de los casos, de muchos años en este planeta y para lograrlo hay que llevar a cabo diferentes actividades que regulan y mantienen el cuerpo siempre en su mejor momento, manteniendo su funcionamiento adecuado incluso cuando se lleva más de seis décadas experimentando lo que es vivir.
Una de esas actividades, y que según estudios recientes vendría siendo una de las más importantes, es el ejercicio físico, cuyo objetivo es mantener la movilidad del cuerpo humano en acción para generar un funcionamiento proactivo de todos los órganos que lo componen, pues el solo hecho de caminar activa diferentes sistemas que benefician al 100% aún en la “edad de oro”.
Tal como publicó la revista Circulation de la American Heart Association, el ejercicio retrasa la muerte en un 30% en las personas de la tercera edad, luego de analizar a 100.000 personas durante un periodo de tiempo de tres décadas, es decir, más de treinta años, haciendo una diferencia entre los que hicieron actividad física moderada y los que la realizaron de forma vigorosa.
Aquellas personas que hicieron ejercicio de forma moderada entre dos a cuatro veces a la semana, tuvieron un porcentaje de mortalidad menor de un 26 a un 31%. Por otro lado, los que se decantaron por un ejercicio vigoroso, que se refiere a la actividad física que sube a su máximo la temperatura corporal y el ritmo cardiorrespiratorio, disminuyeron la probabilidad de mortalidad entre un 21 al 23%.
Estos nuevos resultados siguen reafirmando la tesis sobre los beneficios del ejercicio en la edad adulta, por ello entidades gubernamentales como Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos han incluido esta práctica dentro de las pautas de actividad física para adultos mayores, recomendando por lo menos 150 a 300 minutos semanales de actividad física moderada o 75 a 150 minutos de actividad física vigorosa, cuyas intensidades se pueden combinar de acuerdo a la predilección y las limitaciones de quien lo practique.
“El impacto potencial de la actividad física en la salud es grande, pero aún no está claro si realizar altos niveles de actividad física prolongada, vigorosa o de intensidad moderada por encima de los niveles recomendados proporciona beneficios adicionales o efectos nocivos en la salud cardiovascular”, explicó el investigador asociado en el departamento de nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard en Boston Dong Hoon Lee.
Por otro lado, la American Heart Association también reportó sus recomendaciones en tiempo y ejercicio para los adultos mayores, siendo 150 minutos semanales el mínimo de ejercicio aeróbico moderado o 75 del mismo pero vigoroso.
“Nuestro estudio aprovechó medidas repetidas de actividad física autoinformada durante décadas para examinar su asociación a largo plazo durante la edad adulta media y tardía y la mortalidad”, añadió Hoon Lee, destacando que en el estudio se tuvo en cuenta a una polución médica de enfermeras mujeres y médicos hombres, cuyo promedio de edad eran los 66 años y del grupo de voluntarios el 96% eran blancos y el 63% del sexo femenino, quienes tenían un promedio de índice de masa corporal (IMC) de 26 kg/m2.
Estas personas debían llenar un formato con sus rutinas de ejercicios y sus novedades de salud, que se renovaba cada dos años y que empezaba a arrojar las variaciones entre los posibles casos de mortalidad y cómo algunos se volvían más lentos gracias a ejercicios que practicaban sagradamente en su semana como trotar, correr, nadar, andar en bicicleta y variados ejercicios aeróbicos.
La disminución de porcentaje de mortalidad se vio reflejada en la baja de casos de dolencias propias de la edad como accidentes cerebrovasculares y problemas cardíacos, además de notarse una disminución del 20% de muerte por otras causas no especificadas.