"Estamos preocupados por el incremento de casos de 'cyber bullying' en nuestro colegio y de ahora en adelante usted no podrá usar Facebook si tiene menos de 13 años, y si está entre los 13 y 17 tendrá que buscar el consentimiento de sus papás. Cualquier incidente tendrá consecuencias disciplinarias severas". Esta fue la circular que enviaron recientemente las directivas de un colegio privado de Bogotá a los alumnos y padres de familia. Ya se habían conocido casos de cyber bullying o intimidación virtual en este establecimiento, pero el que rebosó la copa fue el de un niño de 10 años, un tanto obeso y muy estudioso, que fue víctima de este tipo de maltrato. Todo se supo cuando sus padres empezaron a buscar información de él para borrarla de la red, ya que por motivos de seguridad no podían dar pie a que personas malintencionadas la usaran. En esa investigación, en la cual ayudó la Policía, encontraron un grupo en Facebook contra el niño, creado por sus propios compañeros de colegio. Los mensajes eran muy ofensivos. "Le decían cosas como 'cerdo horrible', y otras peores llenas de odio", cuenta una amiguita suya. A pesar de que el grupo era anónimo la investigación dio con su creador, quien está a punto de ser expulsado. El problema es mundial. John Palfrey, director del centro Berkman de Internet y Sociedad, afirma que los matones en la red son más comunes que los acosadores sexuales. El cyber bullying es el mismo matoneo entre pares, pero trasladado a Internet. Y aunque para 'montársela' a otro los niños utilizan el chat, los mensajes de texto y el e-mail; Facebook se ha convertido en el medio más eficaz para lograr el objetivo de maltratar. Olga Lucía Hoyos, sicóloga de la Universidad del Norte en Barranquilla, lleva un registro de este tipo de casos, como el de un joven a quien le crearon un grupo que se denomina "Somos los que odiamos al Poncho" y cuya descripción reza: "Quién se aguanta a este gay de mierda, que se cambie de colegio". El grupo tiene 13 miembros y cada uno ha dejado mensajes iguales o más humillantes. "Ese 'man' es insoportable, creído e hijo de p...", dice uno. También está el grupo de los que odian a Solange, en el que hay una foto para identificarla y que claramente ha sido modificada para mostrarla sin dientes, con los ojos negros y marcas en la piel. Otro grupo se llama 'A que encuentro mil personas que odian a Camila Pérez'. Cristina Castro, del grupo Código de acceso y quien ha seguido el tema de cerca, cuenta que hay otros llamados 'Chismes del Colegio' donde "cuelgan videos de la gente borracha y ponen chismes relacionados con la vida sexual de los amigos", dice. Annie de Acevedo dice que todas las sicólogas de jóvenes, como ella, se han vuelto expertas en el tema. La preocupación se debe a que intimidar de esta manera es mucho más lesivo porque se hace en público, en un espacio visible tanto para amigos como para desconocidos. Otro agravante es que el victimario puede esconderse en el anonimato. Hay una aplicación en Facebook conocida como Bathroom Wall, que es una pared de baño virtual en la que se escriben secretos, chismes y mensajes sin que se revele el autor. Esto ha servido para que los matones se salgan con la suya. También es posible crear una cuenta a nombre de otro, que según la sicóloga Tatiana Alajmo, parecen auténticas. "La abren con un 'mail' ficticio, bajan una foto de la persona y la pegan en la nueva página de Facebook, y empiezan a suplantar su identidad y a dar información que no es veraz: que sale con fulanito, que le gusta este otro y así", explica. Y si todo esto se hace desde un terminal de un café internet, es muy difícil saber quién lo hizo. Al permitírseles el anonimato, dice Acevedo, a estos jóvenes les resulta más fácil sacar su "parte primitiva" sin medir las consecuencias. Incluso, algunos que no son matones en la vida real podrían llegar a serlo por las características de este medio. Sin embargo, para que sea un caso de bullying es necesario que el acoso sea repetido y no un caso aislado (ver recuadro). Otro elemento que hace más peligroso el acoso virtual es que "en el que se da frente a frente, es posible que ante el malestar del otro el 'bully' (matón) reaccione, pero aquí no", dice Hoyos. Además, sucede lejos de la jurisdicción del colegio y de los padres, en un espacio sobre el cual los adultos no tienen mucho control, pues no se trata simplemente de detener una pelea a la hora de recreo. Aunque algunos niños piensan que enviar un mensaje soez contra otro a través de esta red social es un acto muy íntimo y sin repercusión, en realidad es como si lo gritaran con un megáfono en la calle. Pero eso está empezando a cambiar y ya muchos han establecido reglas como se evidencia en la circular. En otros colegios han optado por escribir a las directivas de Facebook para que cierren algún grupo que sea ofensivo. También han organizado talleres para padres y alumnos, pues se trata de una herramienta nueva a la que todavía no comprenden del todo. "Los niños no saben el poder que tienen en las manos", dice Alejandro Escallón, alumno de décimo de un colegio bogotano. Aunque Facebook cuenta con una herramienta para reportar un grupo que no cumple con ciertas reglas, la persona depende de que los funcionarios lo revisen y decidan borrarlo. Por fortuna, un grupo que él reportó, en el que sus compañeros lo nominaban al reinado Miss Yuca (concurso para elegir a la niña más bonita de los colegios de Bogotá), ya fue retirado. El problema no es Facebook, como lo han tratado de ver algunos. En Nueva York, una joven de la Universidad de Albany demandó a este sitio por tres millones de dólares pues durante el bachillerato fue víctima de un bully que creó un grupo en Facebook en el que fue puesta en ridículo. El asunto debe manejarse no sólo conociendo el fenómeno del bullying y cómo enfrentarlo sino enseñando a usar las redes sociales. Si no se previene, las consecuencias pueden ser lamentables, como sucedió en un caso de Missouri, Estados Unidos, que terminó en el suicidio de una niña de 13 años. Una mamá molesta porque su hija había peleado con su amiguita decidió vengarse de esta al inventar una personalidad de un niño de 16 años en Myspace. Primero la sedujo y luego se burló de ella. La niña, perdidamente enamorada, se ahorcó con una correa. Para Alajmo se trata de una cuestión de empatía. "Hay que enseñarle al otro a reconocer los límites y a ponerse en los zapatos del otro", dice, porque, como lo demuestran los hechos, este acoso es mas real que virtual.