El azúcar o glucosa en la sangre es la principal fuente de energía del organismo, por lo que sus niveles adecuados son determinantes para que este funcione de manera adecuada. Esta sustancia normalmente se encuentra en los alimentos y por ello se debe tener especial cuidado en la dieta, la cual debe ser rica en frutas, verduras y proteínas magras.
Cuando la cantidad de glucosa en la sangre se eleva, se conoce como hiperglucemia y es una afección que puede presentarse por diversos factores tales como: una alimentación poco balanceada, la falta de actividad física, algunas enfermedades o la ingesta de medicamentos específicos.
Si el azúcar en la sangre se mantiene elevado por mucho tiempo, es posible que se desarrolle una enfermedad llamada diabetes, para lo cual se requiere de un acompañamiento médico que permita regularlo. Si con dieta y ejercicio el azúcar no baja, es posible que se requiera un tratamiento con insulina, la cual ayuda a regular esta sustancia.
El instituto de investigación Mayo Clinic indica que si no se trata, esta afección puede volverse grave y causar problemas de salud que podrían requerir atención médica de emergencia, incluido un coma diabético. La hiperglucemia persistente, incluso si no es grave, puede ocasionar complicaciones que afectan los ojos, los riñones, los nervios y el corazón.
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos indica que cuando el azúcar está demasiado elevado se puede ver reflejado en síntomas como los siguientes:
- Sensación de sed
- Sentirse cansado o débil
- Dolores de cabeza
- Orinar con frecuencia
- Visión borrosa
Factores de riesgo
Entre los factores que contribuyen a la hiperglucemia se incluyen los siguientes:
- No administrar suficiente insulina o no consumir otros medicamentos para tratar la diabetes.
- No inyectarse insulina correctamente o administrarse insulina vencida.
- No seguir el plan de alimentación para la diabetes.
- No realizar actividad física.
- Tener una enfermedad o infección.
- Consumir ciertos medicamentos, como esteroides o inmunosupresores.
- Tener una lesión o someterse a una cirugía.
- Experimentar estrés emocional, como problemas familiares o laborales.
Cuando se presentan picos de glicemia que generan una emergencia, pueden adoptarse métodos que ayudan a regular el azúcar en la sangre. Lo primero es aplicar la insulina, lo cual puede complementarse con la ingesta de agua.
Una de las razones principales por las que aumenta el riesgo de hiperglucemia es la deshidratación. Cuando no se bebe suficiente agua, algunos componentes de la sangre, como la glucosa, se concentran más y, además, el metabolismo comienza a degradar grasas, con la posibilidad de incrementar los cuerpos cetónicos.
Por lo tanto, lo indicado es beber agua siempre y, sobre todo, cuando se comienzan a sentir los signos de deshidratación: boca seca y piel reseca. Esto llevará a una mayor producción de orina que podrá arrastrar el exceso de glucosa en la sangre. Esta acción complementa a la inyección de insulina y, en caso de luego requerir una hospitalización, esto facilitará el proceso de hidratación intravenosa en la clínica.