En los últimos siete meses los científicos y médicos del mundo han intentado comprender, en tiempo récord, el nuevo coronavirus. Al comienzo se dedicaron solo a salvar las vidas de los pacientes en los hospitales, pero con el tiempo varios investigadores han puesto su mirada sobre los fallecidos, que guardan en su cadáver los misterios más grandes del virus.

Dentro de este grupo está el patólogo e investigador colombiano Rafael Parra. Él y su equipo han revisado con ojo de águila gran parte de las autopsias de covid-19 publicadas en las bases de datos del mundo. Eligieron aproximadamente 250, entre las que hay casos de China, Italia, España, Alemania y Brasil. Al analizarlas en conjunto, encontraron datos importantes sobre cómo ataca el virus.

El trabajo de Parra es casi único en su tipo. Hasta el momento los científicos habían realizado informes sobre autopsias aisladas o de grupos pequeños. Pero muy pocos habían hecho una revisión exhaustiva y rigurosa de tantos cuerpos. Un grupo holandés se les adelantó por un par de semanas y eso los frustró en un primer momento, porque tenían casi lo mismo. Aunque “al revisar nos dimos cuenta de que habían pasado cosas por alto. Era nuestra oportunidad de mostrarlo”, asegura. 

Por su investigación, la Facultad de Medicina de Harvard invitó a Parra, de 30 años, a participar en un estudio internacional de patología de la covid. Foto: Revista SEMANA.  De ese modo, el científico envió los comentarios con sus hallazgos a la revista "Modern Pathology", de Nature, una de las más prestigiosas del mundo en su campo. Semanas después la publicaron sin correcciones. “Eso, para mí, que amo el fútbol, fue como un gol al ángulo”, dice. Parra y su grupo de investigadores hicieron principalmente dos aportes. El primero, que la covid-19 puede generar una enfermedad rara y de pronóstico grave conocida como linfohistiocitosis hemofagocítica (sHLH). Por lo general, es una patología hereditaria y provoca la muerte de recién nacidos. Sin embargo, puede presentarse como una dolencia secundaria a un cáncer o a un proceso autoinmune o infeccioso. Y este sería el caso de la covid-19. “Varias autopsias mostraron un aumento de la producción de macrófagos (células devoradoras de patógenos) en órganos como pulmón, ganglios linfáticos, médula ósea, hígado y bazo”, explica. 

Esto a su vez aumentaría la ferritina, algo que los médicos vienen advirtiendo en los pacientes covid, pero sin poder controlarlo. Producir mucha ferritina es malo, explica Parra, porque ocasiona inflamación en el cuerpo y en un punto puede causar daño multiorgánico y llevar a una muerte fulminante. En ese sentido, los hallazgos darían luces sobre cómo tratar a pacientes que presenten síntomas similares a la sHLH. Los colombianos hicieron una segunda observación, quizá la más novedosa: la inflamación de los testículos en fallecidos por covid debido a microtrombos. Para el experto, han analizado pocos cuerpos, pero habría que estudiar a fondo las secuelas a largo plazo en los recuperados. “En China ya han asociado a estos pacientes con alteraciones en las hormonas sexuales masculinas. Algo que también se ha visto en otras enfermedades virales como el SARS-CoV 1 o el MERS”, dice. No puede asegurar que afecte la fertilidad. No obstante, el estudio asiático del que habla Parra reportó 81 pacientes en los que la hormona LH, que estimula la producción de testosterona, disminuyó drásticamente en comparación con 100 hombres sanos. 

Hay tantos fallecidos por covid, que Bogotá ya guarda cadáveres en containers antes de su cremación. Foto: Esteban Vega/SEMANA.  También llamó su atención que aproximadamente el 40 por ciento de las autopsias mostraron microtrombos de fibrina en diversas partes del cuerpo. En el caso de la covid, aún debaten su origen; sin embargo, los análisis muestran que el virus atacaría directamente a la célula endotelial, encargada de tapizar y recubrir la pared interna de los vasos sanguíneos. Eso es grave porque dicho ataque desencadena respuestas inflamatorias en el sistema inmune, que se traducen en coágulos en las venas. Normalmente, es posible tratar estos microtrombos. Pero en la covid-19 “son tan pequeños que solo son visibles con el microscopio”, dice el investigador del Hospital San José y la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud.  Hace meses nadie imaginaba que la letalidad del virus podría estar relacionada con un daño vascular. Las alertas comenzaron en marzo, en el momento en que algunos médicos reportaron pacientes que, en vez de mostrar dificultades respiratorias, tenían un extraño problema en la sangre. La primera evidencia llegó el mismo mes, cuando la revista "The Lancet" publicó los trabajos de unos suizos que analizaron los tejidos de fallecidos sin síntomas. A nivel microscópico mostraron daño del endotelio en múltiples órganos.

Los hallazgos ayudaron a comprender mejor la enfermedad. En efecto, la formación de microtrombos puede obedecer a múltiples causas, pero explicaría por qué el virus lleva a la muerte a personas que no tienen las principales comorbilidades. “Podrían tener trastornos genéticos a nivel vascular que aún hay que investigar”, dice Parra. El descubrimiento también aportó evidencia sobre por qué los pacientes diabéticos, hipertensos y obesos tienen desenlaces más fatales. Y la razón es que estas personas suelen tener el endotelio más afectado.  Las pocas necropsias covid que existen en el mundo han desempeñado un papel fundamental durante la pandemia. Gracias a ellas hoy se sabe que el virus entra en el cuerpo a través del receptor de una enzima conocida como ACE2, que está principalmente en la nariz, pero también a lo largo del tracto respiratorio y otros sistemas. Por eso, las partículas virales pueden colarse al corazón, el riñón, el intestino y el hígado, y afectar su respectiva función. Esto plantea un desafío a la ciencia, pues es casi imposible encontrar un tratamiento eficaz para una falla multiorgánica.

Hacer estas necropsias hoy es todo un reto. Es difícil conseguir el consentimiento de los familiares y hay que cumplir muchos protocolos para acceder a los cadáveres. Un artículo publicado en mayo en "Nature" advirtió sobre esta disyuntiva: los Gobiernos buscan evitar la propagación del virus, pero para resolver el rompecabezas es fundamental analizar grandes cantidades de muestras de cada órgano. No obstante, “hoy existen poco más de 300 necropsias publicadas”, dice Parra. Una cifra baja al considerar que hay 20 millones de contagiados y más de 740.000 muertos. El primer reporte de una necropsia de este tipo llegó de Wuhan en diciembre de 2019, y poco a poco fueron saliendo otras: dos en Italia, tres más en España y así en cada país. “Alemania ha aportado mucho, con más de 30, y en Latinoamérica solo existen las de Brasil”, afirma el patólogo. Según él, estas últimas son las más interesantes. El resto son ‘in situ‘ y estudian tejido de un solo órgano. Pero las de Brasil analizan todo, desde cerebro, pulmón, corazón, bazo, médula ósea, ganglios linfáticos hasta testículos. “Permiten ver muy bien el espectro de toda la enfermedad”, dice el experto. 

La despedida de los fallecidos por covid-19 es difícil para las familias. Esto hace que también haya más obstáculos para poder hacer autopsias. Foto: Esteban Vega/SEMANA.  En efecto, la patóloga Marisa Dolhnikoff, de la Universidad de São Paulo (USP), y su equipo, han sido pioneros a la hora de reinventar las autopsias en la era covid. En lugar de hacer procedimientos estándar, que implican extraer órganos completos, con agujas toman biopsias de ciertas partes del cuerpo y las analizan mediante imágenes de ultrasonido, tomografías y resonancia magnética. Hasta el momento han realizado más de 40. En un reporte de junio, la doctora Dolhnikoff aseveró que a medida que estudia más cuerpos, ratifica que “aunque esta enfermedad es principalmente pulmonar, puede considerarse una enfermedad sistémica. Hay individuos con manifestaciones en los riñones, el sistema nervioso central y el corazón; son raros, pero comienzan a aparecer en un número significativo de muertos”. Colombia, por ahora, está lejos de poder realizar su primera autopsia covid debido a las limitadas condiciones de bioseguridad de las morgues. Sin embargo, el patólogo Parra dice que no dejará de investigar. Tiene planes de hacer investigaciones con la sangre de colombianos fallecidos para identificar las células alteradas en estos pacientes. “A la sangre podemos acceder más fácil, y ya estamos trabajando con grupos de Italia y España para ver qué está pasando en los genes y a nivel inmunológico”. 

Además, fruto de la reciente publicación, la Facultad de Medicina de Harvard y el Massachusetts General Hospital lo invitaron a colaborar en un estudio internacional de patología sobre la covid. Con el apoyo de estas importantes instituciones, Parra intentaría hacer las primeras autopsias covid en el país. “Estamos en conversaciones con el Hospital San José para adaptar las condiciones de seguridad de la morgue. La idea sería hacer al menos 30 autopsias ‘in situ‘, para hacer estudios y ver cómo muere la gente y por qué muere. Ojalá nos dejen hacerlo”, dice.  Parra considera que a futuro estas autopsias deben ir acompañadas de biología molecular, lo que permitirá ver cómo el virus afecta al paciente latinoamericano, comparado con el europeo o el asiático. Aún hay muchos interrogantes y los muertos podrán hablar y ayudar a resolver el enigma. Como dijo a "Nature" Matthew Leavitt, director médico de Lumea, una compañía de patología digital: “En un entorno normal la autopsia responde preguntas sobre un paciente. Pero en el caso de una nueva enfermedad, la autopsia es crítica para la humanidad”.