La diabetes tipo 2 es una enfermedad en la que los niveles de glucosa o azúcar en la sangre son demasiado altos, según definición de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

La glucosa es la principal fuente de energía del cuerpo y proviene principalmente de los alimentos.

Una hormona llamada insulina es la encargada de ayudar a regular esta sustancia en el organismo, al permitir que ingrese a las células para brindarles energía. Cuando una persona tiene diabetes, su cuerpo no produce suficiente insulina o no la usa bien, por lo que la glucosa se queda en la sangre, generando diversas complicaciones de salud.

Con el tiempo, tener demasiada glucosa en la sangre puede causar problemas graves. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la diabetes es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal, ataques cardíacos, derrames cerebrales y amputación de miembros inferiores.

La diabetes es una enfermedad crónica silenciosa, que cuando avanza afecta diferentes órganos. | Foto: Justin Paget Photography Ltd/Getty Images

Esta enfermedad mal controlada aumenta las posibilidades de estas complicaciones y la mortalidad prematura. Además, las personas con diabetes tienen mayor riesgo de presentar afecciones cardiovasculares y tuberculosis, especialmente aquellas con mal control glucémico.

¿Qué causa la diabetes tipo 2?

La diabetes tipo 2 puede deberse a una combinación de los siguientes factores:

  • Tener sobrepeso u obesidad
  • No hacer actividad física
  • Genética e historia familiar

Los especialistas aseguran que, en general, la diabetes tipo 2 comienza con resistencia a la insulina. Esta es una afección en la que sus células no responden normalmente a esta hormona. Como resultado, el cuerpo necesita más insulina para ayudar a que la glucosa ingrese a las células.

La diabetes es una enfermedad que no tiene cura. | Foto: Ukrinform / Future Publishing

Al principio, es posible que el organismo produzca más insulina para tratar de que las células respondan. Con el tiempo, ya no puede producir suficiente y por ello los niveles de glucosa en la sangre aumentan.

El instituto de investigación Mayo Clinic asegura que no hay cura para la diabetes tipo 2. Perder peso, comer bien y hacer ejercicio es una estrategia que ayuda a controlar la enfermedad. Si la alimentación y el ejercicio no son suficientes para controlar la glucosa, se puede recomendar medicamentos para la diabetes o tratamiento con insulina.

Sardinas para prevenir la diabetes

Dado que la alimentación es clave para evitar este padecimiento, la ingesta de algunos productos como la sardina es importante para prevenirla. De acuerdo con un estudio desarrollado por científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, de Barcelona (España), consumir este tipo de pescado dos veces por semana reduce el riesgo de desarrollar la diabetes tipo 2.

El portal Cuídate Plus cita a Diana Díaz Rizzolo, investigadora del mencionado instituto, quien aseguró que lo que buscaron con el análisis clínico era encontrar una opción con las propiedades nutricionales más óptimas para la prevención de esta enfermedad. En la investigación participaron 200 pacientes prediabéticos a los que se administró un suplemento de sardinas durante un año.

Las sardinas le aportan diversos beneficios al organismo. Son ricas en ácidos omega-3. | Foto: Getty Images

Según la Fundación Española del Corazón, la sardina es una gran fuente de vitaminas como la B12, A y D, además de calcio (presente en la espina), selenio, yodo y fósforo.

De acuerdo con la mencionada institución, “el aporte de ácidos grasos poliinsaturados omega 3, por una ración, casi duplica los objetivos nutricionales recomendados para la ingesta diaria de la población. Las proteínas, de alto valor biológico, suponen una significativa contribución a la ingesta diaria de las mismas”.

Estos ácidos grasos juegan un papel muy importante en la prevención de las enfermedades y son clave para mejorar la sensibilidad a la insulina, al tiempo que regulan los niveles de glucosa en la sangre.

¿Cómo consumirla?

Según la citada fuente, la ingesta recomendada de pescado es de tres a cuatro raciones a la semana, equivalente a 125 o 150 gramos. Las sardinas pueden prepararse de diversas formas: asadas, a la parrilla o en ensaladas cuando se opta por las enlatadas. La recomendación es que estas últimas sean en agua o en aceite de oliva en lugar de aceite vegetal.