Matías Pupo es un niño de cuatro años a quien le diagnosticaron cáncer de hueso cuando tenía 2 años. Vivía con sus padres y su hermano mayor en Mompox, Bolívar, hasta que la familia decidió viajar a Cartagena en busca de una mejor atención médica para el menor. Al llegar, los médicos les informaron que era necesario internar a Matías por un largo periodo de tiempo. La noticia les cayó como un balde de agua fría porque sus recursos económicos no daban para empezar una vida nueva en esta ciudad. De igual forma era complicado desplazarse a diario de un lugar a otro porque un solo trayecto demora cerca de cinco horas. Pero lo que realmente devastaba a la familia era tener que dejar al pequeño solo en un hospital.Le puede interesar: “Vivir con cáncer también es vivir”Para sorpresa de los Pupo, una alternativa llegó como caída del cielo. El hospital especializado en pediatría tiene una alianza con la Fundación Casa Ronald McDonald, una organización sin ánimo de lucro, que apoya a las familias que necesitan hospedaje en medio de los tratamientos médicos de sus hijos.La Fundación nació hace 40 años al observar evidencia científica que apoyaba la idea de que la unión familiar sí aporta significativas mejoras en la salud de los niños enfermos. Ese estimulo disminuye notablemente la frustración y la ansiedad que generan las intervenciones médicas y hace que la motivación y las ganas de vivir aumenten. También es indispensable que los niños se relacionen con otras personas, especialmente con sus pares. El contacto físico y la relación interpersonal con otros de su misma edad es fundamental para la salud emocional de los jóvenes. “Al ver que otros también usan tapabocas, se realizan quimioterapias y también han perdido el cabello, mejora el autoestima y aumenta la seguridad en ellos mismos”, dice a SEMANA Janet Burt, directora de operaciones de la Fundación.En la fundación también han observado que los lazos de amistad ayudan a cambiar la mala perspectiva de las enfermedades. Los niños cada día se van preocupando por la salud de sus amigos, se empiezan a apoyar moralmente los unos a los otros y terminan dándose más tranquilidad y fuerza cuando se someten a los tratamientos.Recomendamos: "Lo que el cáncer me enseñó"Pero los niños no son los únicos que se benefician con la compañía de su familia. Los padres también están más saludables pues al permanecer con sus hijos logran conciliar el mejor el sueño, lo que disminuye los niveles de estrés al que suelen estar sometidos. Además, la Fundación Casa Ronald McDonald realiza constantes jornadas de motivación y distracción, como actividades manuales y de ocio, para que las madres y los padres estén recargados de buena energía y puedan transmitirla a sus hijos.Matías y sus padres pertenecen a las 365 familias que hoy encuentran albergue en la Fundación, que tiene presencia en Bogotá, Cartagena y Medellín. El pequeño ha pasado la mitad de su vida rodeado de médicos, enfermeras, niños, pero lo importante es que ha podido mejorar y crecer en compañía de sus padres.