El cáncer es una enfermedad que afecta a un importante número de personas en el mundo. Para entender en qué consiste, se puede decir que cada individuo está compuesto de billones de células que a través del transcurso de su vida crecen y se reproducen de la manera en que corresponda.
La American Cancer Society explica que cuando una célula presenta alguna anomalía o ha envejecido, por lo general muere. El cáncer surge cuando este proceso no se da de manera indicada, ocasionando que las células anormales se reproduzcan y las viejas no mueran como debería suceder. A medida que las células cancerosas se reproducen, el cuerpo deja de funcionar de la forma en que debería hacerlo.
Es una enfermedad que se puede desarrollar en cualquier parte del cuerpo y se denomina según la zona corporal en la que se origina. Por ejemplo, el cáncer de seno que empieza en esta parte, sigue siendo cáncer de seno incluso luego de haberse propagado (metástasis) a otras partes del organismo.
Los especialistas aseguran que hábitos saludables como una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio ayudarían a prevenir el desarrollo de este padecimiento. Precisamente, una de las prácticas que no debería faltar es el ejercicio físico, el cual debe realizarse en todas las etapas de la vida.
Por ejemplo, una investigación publicada en el British Journal of Sports Medicine concluye que la práctica de actividad física adecuada durante la juventud está vinculada con una disminución del riesgo de padecer hasta nueve variedades de esta enfermedad.
El análisis recopiló información proveniente de una muestra de más de un millón de hombres suecos, con edades comprendidas entre los 16 y 25 años, los cuales fueron estudiados durante un período promedio de 33 años.
La importancia de la actividad física
En torno a la importancia del ejercicio y el menor riesgo de cáncer, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos indica que se han realizado diversos estudios de observación en los que personas informan sobre su actividad física y se les da seguimiento durante años para determinar diagnósticos de cáncer.
“Aunque con los estudios de observación no se comprueba una relación causal, cuando hay resultados parecidos en análisis con distintas poblaciones y se determina un posible mecanismo para una relación causal, esto proporciona pruebas de una conexión causal”, explica.
Así las cosas, la mencionada fuente indica que hay pruebas sólidas de que un nivel más alto de actividad física se relaciona con un riesgo menor de varios tipos de cáncer, entre ellos, el de vejiga, seno, colon, endometrio, esófago y estómago.
En la vejiga, por ejemplo, un metaanálisis de 11 estudios de cohortes mostró que el riesgo de esta afección fue 15 % menor para las personas con el nivel más alto de actividad física, recreativa u ocupacional en comparación con las que tenían el nivel más bajo.
También en muchas investigaciones se ha demostrado que las mujeres que realizan actividad física tienen un riesgo menor de cáncer de seno (mama) que aquellas que son inactivas. Lo propio sucede con el cáncer de colon. El Instituto Nacional del Cáncer refiere un metanálisis de 126 estudios, en el cual las personas que participaron en el nivel más alto de actividad física tenían un riesgo 19 % menor de este tipo de padecimiento que aquellas con un nivel más bajo de ejercicio físico.
Cuánta actividad física se debe hacer
De acuerdo con los expertos, para obtener beneficios de salud considerables y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas (incluso el cáncer), se recomienda que los adultos practiquen actividad aeróbica de intensidad moderada por 150 a 300 minutos a la semana; actividad aeróbica de intensidad fuerte por 75 a 100 minutos.
Esta práctica se puede realizar en períodos de cualquier duración. También es importante efectuar actividades de fortalecimiento muscular al menos dos días por semana y entrenamiento de equilibrio, además de las actividades aeróbicas y de fortalecimiento muscular.
Referencias:
Instituto Nacional del Cáncer
American Cancer Society