La hipertensión es un término médico utilizado para definir cuando la presión arterial está por encima de los niveles normales, pero ¿qué significa y qué repercusiones tiene en la salud?

Para entender el concepto, primero es fundamental definir qué es la presión arterial. Según reseña la enciclopedia médica Medline Plus, consiste en la medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre al cuerpo.

El riesgo radica en que, cuando se deja sin tratamiento, la presión arterial alta puede llevar a muchas afecciones médicas. Algunos ejemplos son las enfermedades del corazón, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal, problemas en los ojos, entre otros.

Las lecturas de la presión arterial generalmente se dan como dos números. El número superior se denomina presión arterial sistólica, mientras que el número inferior se llama presión arterial diastólica.

El servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos detalla que una lectura normal es cuando la presión arterial es menor a 120/80 mm Hg, la mayoría de las veces.

Por su parte, una presión arterial alta (hipertensión) es cuando uno o ambos números de la presión arterial son mayores de 130/80 mm Hg. “Si el valor del número superior de su presión arterial es entre 120 y 130 mm Hg y el valor del número inferior es menor a 80 mm Hg, se denomina presión arterial elevada”, precisa el citado portal.

La hipertensión aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. | Foto: Peter Cade/Getty Images

En cuanto a la diabetes, se trata de una enfermedad que se presenta cuando el nivel de glucosa en la sangre, también conocido como azúcar en la sangre, es demasiado alto. “Con el tiempo, el exceso de glucosa en la sangre puede causar problemas de salud. Aunque la diabetes no tiene cura, la persona con diabetes puede tomar medidas para controlar su enfermedad y mantenerse sana”, explica el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, por sus siglas en inglés).

A grosso modo, existen tres tipos de diabetes, lo cuales son explicados a detalle por el NIDDK en su portal web:

Diabetes tipo 1: el cuerpo no produce insulina porque el sistema inmunitario ataca y destruye las células del páncreas que la producen. Por lo general, se diagnostica la diabetes tipo 1 en niños y adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad. Las personas con diabetes tipo 1 tienen que usar insulina todos los días para sobrevivir.

Diabetes tipo 2: el cuerpo no produce o no usa la insulina adecuadamente. La diabetes tipo 2 puede aparecer a cualquier edad, incluso durante la infancia. Sin embargo, este tipo de diabetes se presenta con mayor frecuencia en las personas de mediana edad y en los ancianos. Este es el tipo más común de diabetes.

Diabetes gestacional: afecta a algunas mujeres durante el embarazo. La mayoría de las veces, este tipo de diabetes desaparece después de que nazca el bebé. Sin embargo, cuando una mujer ha tenido diabetes gestacional, tiene más probabilidad de sufrir de diabetes tipo 2 más adelante en la vida. A veces, la diabetes que se diagnostica durante el embarazo es en realidad diabetes tipo 2.

La diabetes requiere tratamiento médico profesional. | Foto: Libre de derechos

Aceite de oliva y sus propiedades para combatir la hipertensión y diabetes

La Fundación Española del Corazón (FEC) sostiene en un artículo publicado en su sitio web que “una alimentación rica en fibra y aceite de oliva aumenta el tracto gastrointestinal y mejora la digestión, lo que puede hacer que disminuya la incidencia de cáncer de intestino grueso”.

Adicionalmente, señala que la obesidad, el colesterol y la hipertensión arterial son tres de los principales factores de riesgo cardiovascular que se pueden prevenir adoptando hábitos de vida saludables.

Al aceite de oliva se le atribuyen numerosos beneficios para la salud, sin embargo, su consumo no sustituye ningún tratamiento médico. | Foto: Getty Images

“El consumo de aceite de oliva es una buena alternativa en el consumo de grasas, puesto que se trata de un ácido graso monoinsaturado, que ha demostrado que disminuye los niveles de colesterol total. (...) Es conveniente que las grasas que se ingieran sean de este tipo, en lugar de las grasas saturadas, ya que aumentan los niveles de colesterol y, por lo tanto, de riesgo cardiovascular”, explica la Dra. Petra Sanz, cardióloga del Hospital de Alcorcón y miembro de la Fundación Española del Corazón (FEC).

De igual manera, la FEC resalta que “se han publicado estudios poblacionales contrastados que demuestran que el aceite de oliva beneficia el control de la hipertensión arterial y previene la aparición de diabetes”.

Por supuesto, el consumo de aceite de oliva no mitiga completamente el riesgo de padecer dichas enfermedades. No obstante, si se apoya con otros hábitos de vida saludable, como una dieta balanceada y actividad física regular, los beneficios podrían ser mayores.