Los azúcares que se ingieren por medio de los alimentos son transformados por el metabolismo en glucosa. Normalmente, esta sustancia se desplaza a través del torrente sanguíneo hasta alcanzar las células de diferentes tipos de tejido, proporcionando la energía que necesitan para funcionar.
De acuerdo con Sanitas, cuando esto se produce con la digestión de los alimentos, los niveles de glucosa en sangre, a los que clínicamente se denomina glucemia, varían a lo largo del día, oscilando entre concentraciones de 70 y 145 miligramos por decilitro de sangre. “Por la mañana, en ayunas son más bajos y se elevan después de cada comida (glucemia postprandial) y vuelven a descender dos horas después”.
Así las cosas, lo ideal es que la glucemia se mida al levantarse por la mañana y antes del desayuno, para tener una medición más exacta. Como tal, se considera normal si los niveles de glucosa que se sitúan entre los 70 y 100 mg/dl en ayunas y en menos a 140 mg/dl dos horas después de cada comida. Sin embargo, se debe alertar cuando los niveles de glucosa en sangre estando en ayunas se sitúan entre 100 y 125 mg/dl y después de comer entre los 140 y los 199 mg/dl.
En caso de tener unos niveles elevados de glucosa en sangre, es importante acudir al médico para determinar el tipo de diabetes que se puede llegar a tener. Según Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, existen tres tipos de diabetes, diabetes tipo 1, diabetes tipo 2 y diabetes gestacional.
Ahora bien, una forma saludable de regular los niveles de glucosa es por medio de una alimentación balanceada. De hecho, la revista Mejor con Salud aconseja consumir ciertos alimentos como el chuño andino, que se cultiva especialmente en Perú y Bolivia y se le conoce como papa deshidratada.
Este superalimento contiene vitamina B5 o ácido pantoténico, vitamina A, calcio y antioxidantes. Frente a la salud intestinal, su alto contenido en almidón resistente lo hace ideal para reducir la acumulación de grasa corporal, mejorar la sensibilidad a la insulina y regular la glucemia.
El efecto del almidón en el organismo, cuando no se digiere en el intestino delgado, llega al colon para ser fermentado por la microbiota, generando gases, ácidos grasos de cadena corta, ácidos orgánicos y alcoholes. De esta forma, actúa como prebiótico.
Por otra parte, el chuño andino contribuir a regular los niveles de glucosa en sangre, ya que este superalimento tiene una digestión más lenta y se relaciona con una menor subida de la glucosa tras comer.
“Estudios en personas sanas han informado que el almidón resistente reduce los niveles de insulina en la sangre después de las comidas. Este hallazgo se explica porque hay menos disponibilidad de carbohidratos para la absorción”, indica Mejor con Salud.
¿Cómo preparar el chuño andino?
- En primer lugar, se deben evaluar que las papas estén en un buen estado.
- Enseguida, eliminar las impurezas y papas podridas. Luego seleccionarlas y clasificarlas por formas y tamaños.
- A continuación, congelarlas y esto se hace al exponer a temperaturas propias del invierno, que son de -4 a -15 grados centígrados durante 3 o 4 noches.
- Después se sacan y se sumergen en un río por 21 o 30 días, en jaulas a base de mallas. El siguiente paso es volver a congelarlos a la misma temperatura por entre 1 y 2 noches.
- Finalmente, viene la fase de descascarado. Eso significa quitarle la piel y mantener siempre el proceso de higiene.
Usos del chuño: “El chuño solía usarse en las comunidades indígenas cuando no había muchos recursos para comer. En la actualidad, es un producto comercializado en varias partes del mundo. Suele usarse como harina. De hecho, se hacen galletas, se emplea como espesante, en sopas y hasta en compotas. Recomendamos consumirlo por sus nutrientes y su contenido en almidón, lo que sería beneficioso para la salud gastrointestinal”, indica Mejor con Salud.