El Alzheimer es la forma más común de demencia y esta enfermedad afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

Además, explicó que las personas son más propensas a presentar el mal de Alzheimer si:

  • Se es mayor. El desarrollo de esta enfermedad no es parte del envejecimiento normal.
La enfermedad de Alzheimer hace que el cerebro se encoja y que las neuronas cerebrales, a la larga, mueran. | Foto: Getty Images
  • Se tiene un pariente consanguíneo cercano, como un hermano, hermana o padre con Alzheimer.
  • Se tienen ciertos genes ligados al mal de Alzheimer.

Adicional, añadió que los siguientes factores también pueden aumentar el riesgo:

  • Pertenecer al sexo femenino.
  • Tener problemas cardiovasculares debidos al colesterol alto.
  • Antecedentes de traumatismo craneal.
Se desconoce la causa exacta del mal de Alzheimer. | Foto: Getty Images

Asimismo, explicó que existen dos tipos de mal de Alzheimer:

  • Mal de Alzheimer de aparición temprana. Los síntomas aparecen primero antes de los 60 años y este tipo es mucho menos común que el de aparición tardía, ya que tiende a empeorar rápidamente. Además, la enfermedad de aparición temprana puede ser hereditaria, pues se han identificado varios genes.
  • Mal de Alzheimer de aparición tardía. Esta es la forma más común de la enfermedad, porque se presenta en personas de 60 años en adelante y puede ser hereditario, pero el papel de los genes es menos claro.

Respecto a los síntomas, estos incluyen:

  • Repetir afirmaciones y preguntas una y otra vez.
  • Olvidar conversaciones, citas médicas o eventos.
  • Extraviar artículos y, a menudo, ponerlos en lugares en los que no tiene sentido hacerlo.
  • Perderse en sitios que solían conocer bien.
  • Con el tiempo, olvidar los nombres de familiares y de objetos de uso cotidiano.
  • Tener problemas para encontrar el nombre adecuado de objetos, para expresar pensamientos o para participar en conversaciones.

Ahora bien, es importante señalar que la enfermedad de Alzheimer es una afección que no se puede prevenir, pero el Diario de Sevilla citó una investigación publicada en la revista Alzheimer’s and Dementia que señala que el consumo de Vitamina D tiene grandes beneficios para el cerebro, pues “determina que las personas que presentan mayores niveles de vitamina D cuentan con una función cognitiva mucho mayor”.

La cantidad de vitamina D que una persona necesita por día dependerá de su edad y sexo. | Foto: GettyImages

Es por ello, que no está de más consumir esta vitamina y se puede obtener de leche fortificada, cereales fortificados y pescados graso, como salmón, sardinas y caballa.

De igual forma, otra forma de obtener vitamina D es a través de suplementos que se pueden conseguir en forma de suplementos dietéticos que contienen solo vitamina D o vitamina D combinada con algunos otros nutrientes. Las dos formas de vitamina D disponibles en suplementos son D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol).

Respecto a las cantidades diarias, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) revelaron que las dosis depende del sexo, la edad y otras condiciones, pero las recomendaciones promedio son:

  • Bebés hasta los 12 meses: 10 microgramos (mcg).
  • Niños de 1 a 13 años: 15 mcg.
  • Adolescentes de 14 a 18 años: 15 mcg.
  • Adultos de 19 a 70 años: 15 mcg.
  • Adultos mayores de 71 años: 20 mcg.
  • Mujeres y adolescentes embarazadas o en período de lactancia: 15 mcg.

No obstante, es importante señalar que, según la biblioteca, las personas que pueden necesitar más vitamina D incluyen:

  • Personas mayores.
  • Bebés amamantado.
  • Personas de piel oscura.
  • Personas con ciertas afecciones como enfermedades del hígado, fibrosis quística y enfermedad de Crohn.
  • Personas que tienen obesidad o las que han tenido una cirugía de derivación gástrica.
La ingesta de vitaminas es clave es todas las etapas de la vida. | Foto: Getty Images

De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.