A Elkin Umberto Giraldo no le sorprende la cifra: solo en las últimas tres semanas, Bogotá suma 27 muertes por consumo de licor adulterado, lo que tiene a la ciudad y al país cerca de vivir una emergencia sanitaria por el desbordado contrabando de trago de dudosa procedencia y destilación.

Él mismo, un avezado transportador que recorre desde hace décadas las carreteras del norte de Antioquia, es un sobreviviente que milagrosamente escapó de morir una noche cuando un trago de mal sabor le produjo un aparatoso accidente de tránsito.

La historia sucedió en el municipio de Sonsón, en donde, según cuenta Elkin, 12 años atrás –por los días en que sintió la muerte tan cerca– se ubicaba una popular cantina, Chupadero, a la que acudían decenas de transportadores como él.

“Esa noche llegué al sitio porque ponían buena salsa y pedí un ron de una marca que ya estaba acostumbrado a tomar. Y desde el primer trago le sentí un sabor maluco. En esa época uno no sospechaba que se pudiera tratar de trago adulterado. Me quedé un rato más, porque me empecé a sentir maluco y cogí mi carro y me fui. A los 80 metros de haber arrancado, me estrellé contra un poste de energía, que partió el carro en dos. Yo no me acuerdo de nada”, cuenta Elkin Umberto, que horas después despertó en un hospital, donde pasó varios días recuperándose de una severa intoxicación.

Sería en ese hospital en donde despertó conectado a una sonda y una doctora le daría una dosis de realidad que Elkin no olvidará: lo que él creía que eran simples tragos de ron eran en realidad de metanol, un tipo de alcohol que no es apto para el consumo del ser humano, pues tiene un uso industrial. “Después de eso, quedé con debilidad en el cuerpo por más de tres meses. Vomitaba sangre y no podía incluso trabajar porque me dolía el cuerpo de una forma impresionante”, relata Elkin, que toda su vida ha practicado deporte y se considera un hombre de buena salud.

“La doctora me dijo que había tenido suerte y no se explica cómo no terminé ciego. Que otra hubiera sido la historia si me hubiera quedado dormido con ese trago adentro. De alguna forma, ese accidente que tuve en el carro fue lo que me salvó la vida y me tiene contando el cuento”, narra Elkin.

A centenares de kilómetros de allí, en Bogotá, Eudis Yesid Bermúdez no tuvo la misma suerte. A comienzos de este mes de diciembre, sentado en su propia casa, compartiendo unos tragos con los suyos, de un momento a otro se vio en la necesidad de pedirles auxilio a sus vecinos, pues se estaba quedando ciego y se sentía con dificultad para respirar.

De 44 años, oriundo del Caribe y radicado desde hace siete en la capital del país, este vendedor de helados compró la bebida en una tienda del barrio San Agustín, de la localidad Rafael Uribe Uribe, tal como lo relata su primo Juan Manuel Palomino. “Después de un examen se dieron cuenta de que él había consumido metanol y que por eso le dio un paro cardiorrespiratorio”, cuenta el familiar.

El caso de Eudis Yesid se suma a la lista de 23 muertes por licor adulterado solo en lo que va corrido de diciembre en Bogotá, que también ha reportado 38 víctimas con síntomas de intoxicación grave por ingesta de metanol.

De esa lista forma parte César Augusto Moreno, una de las víctimas que está dejando a su paso el consumo de un aperitivo masivamente falsificado. Este hombre de 63 años se encontró con la muerte con solo beber unas cuantas copas. La primera en enterarse de lo sucedido fue Patricia, su hermana, quien tras advertir que su familiar no aparecía decidió ir a buscarlo en la pieza donde vivía.

La dueña de la casa la recibió con una noticia que ella nunca hubiera querido escuchar: César Augusto falleció intoxicado junto con su mejor amigo. Ninguno de los dos recibió asistencia médica, pues la ambulancia que la casera dice haber pedido jamás llegó. Bajo la cama del par de amigos, Patricia encontró las botellas vacías del fatal y adulterado aperitivo.

Operativos que se quedan cortos

Ante las crecientes denuncias de los ciudadanos en distintas zonas de Colombia, la Policía y la Fiscalía han desarrollado operativos en el país para decomisar licor adulterado. Pero, este circula y se consigue fácilmente en la época de diciembre, cuando se dispara la ingesta de trago debido a las festividades de fin de año.

Fue así como las autoridades llegaron el pasado lunes hasta tres integrantes de una banda conocida como los Químicos, dedicados a falsificar licores en Bogotá y otras ciudades. La organización compraba botellas usadas de licor en centros de reciclaje y luego producía etiquetas, sellos y empaques para envasar sus productos y hacerlos pasar por licores conocidos. Además, les decomisaron tapas y cajas de empaque semejantes a las originales.

Los criminales, en lugar de usar alcohol etílico, apto para el consumo humano, utilizan el más económico, alcohol metílico o alcohol de leña, empleado como disolvente de pinturas, en plaguicidas, plásticos y ciertos tipos de combustible. Su consumo puede causar pérdida de la visión, daños en el sistema nervioso central y dificultades respiratorias, hasta caer en estado de coma.

Elkin Giraldo, que desde su amarga experiencia en una cantina de Antioquia se ha vuelto una especie de activista contra el licor adulterado, asegura que se trata de un problema de nunca acabar, pues el país “no se ha tomado en serio este tema. No sé cómo es que no se entiende la gravedad: una persona que falsifica trago es básicamente un asesino. Pero no. Acá solo cierran establecimientos por unos días cuando encuentran esa clase de trago y a los pocos días los dueños vuelven a abrir muertos de risa. Eso lo ve uno en Antioquia todo el tiempo”, dice.

Lo propio sucede en el Valle del Cauca, donde en sectores como Rozo y Guacarí los vecinos aseguran que se venden garrafas con aguardiente ilegal entre 60.000 y 80.000 pesos, sin que exista control de las autoridades. De hecho, la prensa local ha informado que detrás de este comercio ilegal estarían químicos que trabajaron para la Industria de Licores del Valle y robaron la fórmula.

La Policía Metropolitana de Bogotá incautó más de 3.600 botellas de licor adulterado en la localidad de Los Mártires, en el centro de la capital del país. | Foto: Policía Metropolitana de Bogotá

¿Cómo identificar una botella adulterada?

Con el objetivo de prevenir futuros casos de intoxicación por consumo de licor adulterado, las autoridades compartieron algunos consejos para identificar trago potencialmente peligroso:

  • Revise que la botella o empaque no haya sido manipulada, que no tengan golpes o abolladuras.
  • La tapa debe estar fija y sin goteos. Verifique que sellos, envolturas, tapas, bandas de seguridad, dosificadores, estampillas y etiquetas no hayan sido manipulados.
  • Si el envase es de cartón con cubierta en aluminio, las pestañas deben estar bien pegadas.
  • Observe que el contenido de la botella y el color correspondan al tipo de licor; revise la botella a contraluz para que no presente cuerpos extraños.
  • La información declarada tanto en las etiquetas como en envases, tapas y estampillas debe corresponder al mismo producto.
  • Si sospecha de alguna inconsistencia en la bebida alcohólica, ¡no la consuma!
  • No consumir bebidas destiladas producidas en alambiques o de otras formas artesanales.
  • No recibir licores de personas desconocidas.
  • Desconfiar de precios más bajos de los que regularmente están en el mercado.
  • Comprar bebidas alcohólicas únicamente en comercios legales y autorizados.
  • Una vez consumida la bebida alcohólica, destruir la etiqueta.

Qué hacer en caso de intoxicación

De acuerdo con el médico Raúl Suárez, en caso de conocer de una posible situación de ingesta de licor adulterado, se debe acudir cuanto antes al centro de salud más cercano y tratar de que la persona se siente, permanezca tranquila y no se duerma.

Si la víctima está inconsciente, es muy importante colocarla en posición lateral, no perderla en ningún momento de vista, pues puede vomitar y ahogarse. Un gran porcentaje de las muertes por intoxicación etílica se debe a ahogamientos producidos por vómito.

No se debe inducir el vómito, pues existe riesgo de broncoaspiración o paso del contenido gástrico a los pulmones. Incluso, pueden presentarse convulsiones.