Si hay una persona que conozca mejor que nadie al magnate tecnológico Elon Musk es Walter Isaacson, el hombre que se convirtió en su sombra en los últimos dos años y que esta semana le entregó al mundo cerca de 700 páginas que retratan las luces y sombras del excéntrico dueño de titanes como SpaceX, Twitter y Tesla.
La biografía se llama Elon Musk, a secas. La publica el sello Debate y desde su salida a las estanterías de todo el mundo se ha convertido en uno de los libros más vendidos.
Acaso quién no querría conocer qué hay detrás del hombre a quien no solo persiguen los negocios con varios ceros a la derecha, sino también los escándalos: su errática negociación de Twitter, a la que rebautizó X y que convirtió en una novela de tintes dramáticos que duró varios meses; su romance con Nicole Shanahan, la esposa de Sergey Brin, cofundador de Google y viejo amigo del CEO de Tesla y SpaceX; su gran cantidad de hijos (diez hasta ahora), y el hecho mismo de que uno de ellos, Vivian Jenna Wilson, demandó ante la justicia un cambio de nombre pues se lleva tan mal con su padre que no le interesa ser reconocida como una de sus hijas.
Musk se convirtió incluso en un inusitado protagonista del conflicto que libran Rusia y Ucrania desde hace más de año y medio, ya que el magnate sudafricano de 52 años ha tenido que salir a explicar que no ha permitido el uso de sus satélites por parte de los rusos, en aras de evitar ataques aún más letales que los vividos hasta ahora en ambos países.
Isaacson sabía, pues, que se enfrentaba a un reto alucinante: retratar a un genio –¿incomprendido?– de estos tiempos. Algo que no le ha sido ajeno, pues de su pluma brillante han salido exitosas biografías como las de Steve Jobs y Leonardo Da Vinci.
Las páginas de Isaacson dejan ver que el ascenso de Elon Musk hasta convertirse en el hombre más rico del mundo fue impulsado por una combinación salvaje: novias tóxicas como Amber Heard; peleas con gente muy cercana, desde su hermano hasta los empleados de sus numerosas compañías, un apetito por riesgos increíbles y un amor por los juegos, tanto los de video como los emocionales.
“Básicamente, estoy programado para la guerra”, le dijo Elon al biógrafo para el libro de 688 páginas, que supuestamente el autor escribió con plena libertad.
A la sombra del padre
El fantasma del famoso padre de Elon, Errol, a quien una vez llamó “malvado” e implacablemente abusivo, también ronda las páginas de esta biografía. En estas, el magnate se devuelve a la dura infancia que vivió, marcada por el acoso escolar y las golpizas permanentes que le propinaban sus compañeros y por las que su padre tomaba partido… pero a favor de sus verdugos. Un dolor que acompañaría a Musk por muchos años.
Elon le confesó a Isaacson que su agitada existencia se perfeccionó en su “violento” país de origen, Sudáfrica, donde una vez fue tan golpeado en la escuela que tuvo que ser hospitalizado. La respuesta de Errol fue reprender a Elon por una hora, culpándolo de provocar a los matones.
Perseguido entonces por el drama, Musk tampoco vivió la mejor de las relaciones con Heard, tras el mediático divorcio de la artista con Johnny Depp. “(Amber) era tan tóxica”, dice Kimbal Musk, hermano menor de Elon. “Una pesadilla. Realmente es muy buena actriz, por lo que dirá cosas que te harán decir: ‘Vaya, tal vez te esté diciendo la verdad’, pero no es así. La forma en que puede crear la realidad me recuerda a mi papá”.
Y haciendo referencia a Heard y a otros amores de Musk, Kimbal dice: “Es triste que Elon se enamore de personas que son malas con él. Son hermosos, sin duda, pero tienen un lado muy oscuro y Elon sabe que son tóxicos”.
Lo curioso es que el propio Elon le confesó a su biógrafo cuán autodestructivo puede llegar a ser: “Lo que más lamento es la frecuencia con la que me apuñalo en el muslo con un tenedor, la frecuencia con la que me disparo en los pies y me apuñalo en el ojo”.
El “modo demonio”
El libro además está plagado de descripciones de cuán “socialmente incómodo” puede llegar a ser Elon, quien se autodiagnosticó con el síndrome de Asperger. Por ello, dice su biógrafo, carece de empatía y tiene similitudes con su padre como les dice tanto a sus empleados como a sus novias que son “estúpidos” o “idiotas” cuando están bajo estrés.
En otro momento, el libro arroja luz sobre la difícil situación del magnate en el plano familiar. Y abunda en detalles sobre el rechazo de su hija transgénero. La joven de 19 años, que es gemela de su hermano Griffin, pasó a ser mujer en 2020 y cambió legalmente su nombre a Vivian Jenna Wilson.
“Ya no vivo ni deseo tener relación con mi padre biológico de ninguna manera”, dijo a un tribunal en 2022. Y aunque Musk pareció restarle importancia públicamente al desprecio de Vivian y bromeó diciendo “no puedo ganarlos a todos”, una de sus exnovias, la cantante Grimes, le confesó a Isaacson que el rechazo de la chica derrumbó por dentro a Elon.
“Él ama muchísimo a Jenna y realmente la acepta”, dice Grimes en el libro. “Nunca lo he visto con el corazón roto por nada. Sé que haría cualquier cosa para poder verla o que ella lo aceptara de nuevo”.
Se sabe que los gemelos Vivian y Griffin son los mayores de los diez hijos vivos de Elon. Casi todos son descritos como brillantes en matemáticas y ciencias. Pero el primer hijo de la expareja, Nevada Alexander Musk, murió de síndrome de muerte súbita del lactante con apenas diez semanas de edad, en 2002.
Y en este tipo de situaciones es donde la propia Grimes hace referencia a uno de los rasgos más complejos del magnate. Algo que ella llama el “modo demonio”. Porque, según la artista, Musk puede llegar a ser “oscuro” y actuar “con una verdadera falta de empatía” en ocasiones. Pero también puede ser cariñoso. “Lloró como un lobo” junto a la cama de su hijo moribundo, Nevada, le dijo la mujer a Isaacson.
Un giro a la derecha
Gran parte del libro trata sobre los esfuerzos sobrehumanos de Elon que implican la compra de grandes empresas y el intento de mantenerlas a flote. A menudo se deja llevar por lo que parece una serie de desventuras cómicas: negociar cohetes con los rusos, lanzar misiles de prueba SpaceX desde un atolón aislado en las Islas Marshall, meterse en una desafortunada reunión con el exalcalde Rudy Giuliani y su grupo de “matones”. Pero con la misma frecuencia cae de pie.
Su toma de control de Twitter tuvo que ver en parte con su giro hacia la derecha y su preocupación por la libertad de expresión, que se volvió más personal, dijo, ya que cree que su hija transgénero, Vivian, se volvió contra él debido a las enseñanzas “marxistas” que supuestamente aprendió en su casa y en su elegante escuela de Santa Mónica, Crossroads.
“A menos que se detenga el virus de la mente abierta, que es fundamentalmente anticientífico, antimérito y antihumano en general”, le dice a su biógrafo Isaacson; “por eso, la civilización nunca se volverá multiplanetaria”.