En estos días de lunas y superlunas, una de las preguntas más recurrentes entre los visitantes a los jardines botánicos se refiere a la influencia de la Luna sobre el crecimiento de los árboles. Mi respuesta es siempre negativa.
El mito de la influencia lunar en las plantas
A pesar de que los postulados de La Vida Secreta de las plantas, un superventas de 1973, han sido contundentemente rechazados por artículos científicos como The Not-So-Secret Life of Plants o Plant primary perception, proliferan cada vez más los textos que, tomándolos como referentes, sostienen propiedades esotéricas y metafísicas de las plantas.
La atracción gravitatoria de la Luna y su influjo en las mareas, que sí es ciencia, es la base para que la cultura popular le atribuya influencia sobre fenómenos que, como los cambios demográficos, nada tienen que ver con la ciencia y sí con lo mágico. Uno de los mitos más extendidos es la influencia de la Luna en el crecimiento de las plantas.
El nacimiento del bulo
En 1928, el zoólogo Harold Munro Fox publicó un pequeño volumen que fue el punto de partida de las muchas leyendas sobre la influencia selenita en la fisiología de animales y plantas que perduran hasta hoy. De hecho, si se teclea en un buscador “agricultura y fases lunares”, se cosechan más de 600 000 entradas.
El uso de las fases de la Luna como un almanaque para organizar las prácticas agrícolas arranca en la Historia Natural de Plinio el Viejo, quien escribió sobre las mareas explicando que la Luna:
“repone la tierra; cuando se acerca, llena todos los cuerpos, mientras que cuando se aleja los vacía”.
La Luna ocupa desde entonces un lugar importante en leyendas populares que persisten entre nosotros como la relación entre las fases lunares con el fotoperiodo y la iluminancia, y el movimiento de la savia al ritmo de las oscilaciones mareales.
Esta interpretación de la influencia lunar es uno de los pilares de la desacreditada “agricultura biodinámica”, un sistema de gestión agropecuario de raíces antroposóficas que elabora calendarios de actividades agrícolas basados en que la intensidad lumínica y la atracción gravitatoria lunar influyen en el crecimiento de las plantas.
Con esos antecedentes, cabe preguntarse cuál es la influencia real sobre las plantas de los dos grandes procesos (fuerza gravitatoria e iluminancia) implicados en los cambios determinados por las fases lunares.
Luna, atracción gravitacional y mareas
El calendario lunar ejerce dos efectos principales sobre la Tierra: las oscilaciones mareales y los cambios en la iluminancia.
El efecto de la gravedad lunar (Gl) sobre la Tierra se puede calcular mediante la expresión Gl = Gm/r² , siendo G la constante de gravitación universal, m la masa de la Luna y r la distancia Tierra-Luna, de donde se deduce que la fuerza gravitatoria de la Luna en la superficie terrestre es 288 000 veces menor que la propia gravedad terrestre y, por tanto, despreciable.
Aplicando el mismo razonamiento, la fuerza gravitatoria que ejerce el Sol sobre nosotros es unas 1 600 veces menos intensa que la que ejerce la Tierra. En consecuencia, la gravedad solar (Gs) sobre la Tierra es 177 veces mayor que la lunar.
Aunque la gravedad que ejerce el Sol sobre la Tierra sea mayor que la de la Luna, como las mareas dependen de la inversa de la distancia al cubo (1/r³), su efecto es menor porque la distancia que nos separa del Sol es mucho mayor.
Como las fuerzas gravitatorias dependen del tamaño del objeto al que afecten, las personas, y menos aún una planta, carecen de la altura suficiente para que la Luna les afecte, ya que su efecto gravitatorio sobre una persona sería 0,002 veces menor que el producido por una calabaza de 1 kg colocada a 1 m sobre su cabeza.
Iluminancia lunar
Según la tabla de iluminancias, el mínimo de luz solar en un día medio es de 32 000 lux y el máximo de 100 000, es decir, la iluminación máxima de la Luna llena en una noche clara es 128 000 veces menor que el mínimo de la luz solar en un día promedio o 400 000 veces menor que el máximo. El efecto de la iluminancia lunar sobre la Tierra es, pues, despreciable con respecto a la del Sol, no tiene ningún efecto en la activación de la fotosíntesis y, en consecuencia, en el crecimiento de las plantas.
Factores que influyen en el crecimiento y desarrollo de las plantas
El crecimiento y desarrollo de las plantas está regulado por factores endógenos (fitohormonas) y exógenos. Los primeros están exclusivamente determinados por componentes genéticos. Sólo algunos factores externos podrían verse afectados por la potencial influencia lunar.
En cuanto a las mareas, teniendo en cuenta que hay dos altas y dos bajas cada día, en el hipotético caso de que causaran algún efecto en una planta deberían producirse dos subidas y bajadas de savia diarias y ninguna que dependiera de las fases lunares como sostienen los manuales de agricultura biodinámica.
Con luna llena las mareas son un poco más fuertes debido a la alineación del Sol y la Luna, pero sus efectos son simétricos, es decir, siempre hacen que el agua suba, lo que es absolutamente contradictorio con asignarles efectos opuestos, según los cuales la luna llena llevaría la savia hasta las hojas y la luna nueva hasta las raíces.
Por su parte, la iluminancia, el único factor que varía con las fases lunares, no genera ninguna fuerza que pueda provocar el movimiento de la savia y, aún en el caso más favorable (luna llena en una noche despejada), su efecto es irrelevante en comparación con la solar.
La consecuencia lógica de tales evidencias es que ninguno de estos efectos aparece en los textos académicos y deberían ser refutadas como ideas acientíficas sin más fundamento que el que pudiéramos adjudicar al terraplanismo o al movimiento antivacunas.
Por:
Manuel Peinado Lorca
Catedrático de Universidad. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá, Universidad de Alcalá
Luis Monje
Biólogo. Profesor de fotografía científica, Universidad de Alcalá