En los últimos 25 años se han duplicado los casos de párkinson en el mundo, situándose en 2019 en los 8,5 millones de personas que padecen la enfermedad, según se desprende del informe ‘La enfermedad de Parkinson: un enfoque de salud pública’, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se trata de una afección degenerativa del cerebro asociada con síntomas motores (movimiento lento, temblor, rigidez y desequilibrio al caminar) y una amplia variedad de complicaciones no motoras (deterioro cognitivo, trastornos de salud mental, dolor y otras alteraciones sensoriales).
Las deficiencias motoras, incluidos los movimientos involuntarios (disquinesias) y las contracciones musculares involuntarias dolorosas (distonías), contribuyen a las limitaciones en el habla, la movilidad y, por lo tanto, a las restricciones en muchas áreas de la vida.
La progresión de estos síntomas y complicaciones disminuye notablemente el funcionamiento y la calidad de vida, lo que da como resultado altas tasas de discapacidad y necesidades de atención, así como estrés y carga para los cuidadores. En este sentido, el organismo ha avisado de que la discapacidad y la muerte a causa del Parkinson están aumentando “más rápido” que cualquier otro trastorno neurológico.
De hecho, las estimaciones actuales sugieren que, en 2019, provocó 5,8 millones de años de vida ajustados por discapacidad, un aumento del 81 por ciento desde 2000, y causó 329.000 muertes, lo que supone un incremento de más del cien por cien desde el año 2000.
Ahora bien, a pesar del impacto significativo de la enfermedad, la OMS ha lamentado la “desigualdad” que existe en la disponibilidad de recursos y servicios para brindar tratamiento y atención, especialmente en países de ingresos bajos y medianos (LMIC).
Y es que el Atlas de Neurología de la OMS (2017) proporciona estimaciones de 0,03 neurólogos por 100.000 habitantes en países de bajos ingresos y 4,75 por 100.000 habitantes en países de altos ingresos.
Por todo ello, el organismo de Naciones Unidas destacó la necesidad de impulsar políticas de salud global para implementar estrategias enfocadas en la enfermedad del Parkinson; mejorar la educación y concienciación para prevenir y reducir los riesgos de la patología; y asegurar el acceso al tratamiento y a la atención sanitaria.
¿Qué relación tienen las pesadillas frecuentes con el párkinson?
De acuerdo con un estudio publicado por la Clinical Medicine, el párkinson es asociado con variaciones del sueño que traen angustia y preocupación relacionados con esta enfermedad.
En el estudio titulado “Sueños angustiosos y riesgo de enfermedad de Parkinson: un estudio de cohorte pasado en la población”, se explica que aproximadamente 5.994 hombres de 65 y más años de edad que vivían en seis centros clínicos de los Estados Unidos, en Portland, Pittsburg, Palo Alto y Minneapolis, participaron en esta investigación que afirma ciertas conductas de las personas que padecen esta enfermedad y abre otros caminos de estudio para una continua investigación.
Así mismo, en un apartado del texto de la investigación, explica que se reconocieron 91 casos de enfermedad de Parkinson incidente, destacando que las personas que presentaban sueños con angustia tenían riesgo de padecer este problema.
Es importante mencionar que la investigación fue hecha en un inicio con personas que no presentaban síntomas o padecían esta enfermedad, y cumplían con un indicador establecido sobre “sueños angustiosos” o pesadillas.
El documento de la investigación enfatiza que los adultos mayores que experimentan sueños angustiosos tienen probabilidad de padecer párkinson. De igual manera, señala que el párkinson es una enfermedad neurodegenerativa, siendo un trastorno que sufren muchas personas alrededor del mundo.
*Con información de Europa Press.