Un grupo de arqueólogos halló en República Checa un clavo de seis pulgadas de largo en una caja con una cruz de oro y una sugestiva inscripción, el cual podría haber sido parte de la crucifixión de Jesucristo.

Los especialistas trabajaban en una cámara secreta de un monasterio de Milevsko, cuando entre las invaluables reliquias cristianas hallaron el clavo que estaba puntualmente dentro de una caja de madera, adornada con una cruz de oro de 21 quilates, construida entre el 260 y el 416 d. C.

Además, los arqueólogos aseguran que la caja contenía la inscripción “IR”, que se traduce como “Jesús es Rey”. Todo parece indicar que la sala oculta del tesoro se utilizó para esconder elementos extraños de las incursiones de las tropas husitas a principios del siglo XV, dijeron los expertos.

No obstante, indicaron que aún no están en condiciones de afirmar si el clavo hallado provendría de la “cruz verdadera”, pero recalcan que este descubrimiento en República Checa podría ser incluso de mayor importancia que el relicario de San Mauro, según informó la Agencia de Noticias Checa (ČTK).

“Debido a que los husitas destruyeron el archivo, no había información de que tal cosa estuviera aquí”, reveló Jiří Šindelář, quien participó en el descubrimiento. También agregó que la autenticidad del clavo será verificada por otros expertos científicos en algún momento del próximo año.

El hallazgo en dicho monasterio se dio tras un trabajo de meses que llevaban adelantando los arqueólogos y, en medio de ese proceso, encontraron un pasaje secreto que conducía a la sala del tesoro.

Cuentan los historiadores del monasterio de Milevsko que este templo fue construido en 1187, aunque en 1420 fue tomado por husitas y asumido por la nobleza del grupo. Así mismo, en algunos libros se narra que antes de perder su lugar de culto construyeron una habitación secreta para ocultar todo tipo de piezas invaluables.

Cabe recordar que en octubre, otro grupo de científicos encontró los restos óseos con un par de clavos y pequeños fragmentos de madera antigua, los cuales fueron hallados en Jerusalén dentro de una cueva funeraria que data del siglo I.

Ahora los investigadores analizan si se trata del lugar donde descansan los restos de Caifás, uno de los líderes de la conspiración que logró la condena a muerte de Jesús de Nazaret.

Fue en el año 1990 cuando estos clavos fueron descubiertos, pero lamentablemente para los investigadores años después desaparecieron sin que se tuviera idea de su paradero; ahora, de acuerdo con los primeros estudios, los clavos habrían sido usados para crucificar a alguien y, por la época y el lugar de localización, todo podría coincidir con tiempos de Jesucristo.

Para Aryeh Shimron, geólogo del Servicio Geológico de Israel, los clavos cuentan con todas las características del material usado para crucificar a una persona, debido a que cuentan con pequeños trozos de madera y restos humanos.

Por lo tanto, la evidencia recopilada hace pensar que se trata de los clavos con los que fue crucificado Jesús de Nazaret; no obstante, hasta el momento los investigadores no han podido dar por confirmada esta teoría.

De otro lado, la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) indicó que no existe una conexión directa entre los clavos y Jesucristo, al menos con la información que los expertos tienen hasta este momento.