APatricia Vargas, una abogada de 38 años, le pasó algo que ni siquiera a sus papás les había ocurrido. Hace dos años, iba a su hogar en su carro tras un largo día de trabajo, y comenzó a sentir que le faltaba el aire y un fuerte dolor en el brazo izquierdo. “Era punzante. Me subió hasta el hombro y luego me pasó a la mandíbula. Afortunadamente estaba cerca de mi casa y mi esposo me llevó pronto a un hospital donde me dijeron que sufrí un infarto”. Dicho episodio marcó a Patricia, pues a pesar de su corta edad estuvo muy cerca de morir. “Me diagnosticaron hipertensión arterial y me dijeron que tenía que cuidar más mi alimentación, hacer ejercicio y evitar tanto estrés si no quería vivir de nuevo otro episodio similar”, señaló. Casos como el de Patricia son cada vez más frecuentes en todo el mundo. Una investigación hecha por científicos de la Universidad Rutgers, en Estados Unidos, reveló hace unas semanas que en los últimos 20 años aumentó notoriamente la incidencia de infartos en menores de 55 años. Los expertos concluyeron esto luego de revisar 227.000 registros de hospitalización por falla cardiaca en el Departamento de Salud de Nueva Jersey. Los hallazgos, publicados en la revista Journal of the American Heart Association, pusieron sobre la mesa un problema alarmante de salud pública. Anteriormente hablar de hipertensión, padecimientos cardiacos, insuficiencia renal, diabetes o cáncer estaba asociado con personas de cierta edad. Sin embargo, cada vez hay más evidencia científica que demuestra que pacientes entre 18 y 45 años sufren de enfermedades no transmisibles. Un estudio realizado con 60.000 personas por Bupa, aseguradora privada en servicios de salud en Reino Unido, demostró que el promedio de procedimientos médicos realizados en individuos de este rango de edad en los últimos años ha aumentado notoriamente. Entre las cirugías más comunes se encuentran las de las rodillas, várices, úlceras pépticas y hemorroides. “Esto confirma que un gran número de personas experimentan condiciones normalmente asociadas con adultos mayores”, señaló Steve Iley, director médico de Bupa. Según John Duperly, director del Instituto de Medicina del Ejercicio de la Fundación Santa Fe de Bogotá, esta tendencia obedece principalmente a los cambios en los estilos de vida que desde la industrialización “han llevado al ser humano a permanecer cada vez más quieto y a usar menos sus músculos. Estamos ante una pandemia mundial llamada sedentarismo”, señaló el experto a SEMANA. Antiguamente, pocas personas trabajaban en un escritorio, pero hoy una gran mayoría pasa ocho a diez horas frente a un computador. Todo eso anquilosa los músculos y genera dolores articulares y lumbares, así como las atrofias cerebrales que pueden resultar en alzhéimer o párkinson, todos relacionados con la falta de ejercicio. Y es que las nuevas generaciones pasan cada vez más tiempo frente al televisor o con su smartphone o tableta, lo que aumenta su propensión a envejecer prematuramente y a padecer males crónicos. Se estima que por lo menos un tercio de los niños juegan con sus celulares cuando aún están en pañales, y en promedio uno de cada cinco utiliza diariamente estos aparatos durante al menos una hora. “Está cuantificado en varios países este fenómeno creciente de los últimos años, donde se evidencia una pérdida de la fuerza y de la habilidad motora desde temprana edad por la alta exposición a los aparatos digitales y la escasa actividad física real y de alta intensidad”, dijo Duperly. Pasar tanto tiempo manipulando los dispositivos genera enfermedades relacionadas directamente con este hábito. Por ejemplo, cada vez es más frecuente que lleguen personas al consultorio médico por dolores en el cuello. Se trata del síndrome text neck, o cuello de texto, el dolor y daño causado por mirar el celular hacia abajo al inclinarse. Según un estudio hecho en el Centro de Neurociencia en Baptist Health del sur de Florida, Estados Unidos, esta posición típica con la cabeza encorvada hacia delante unos 45 grados puede ejercer una fuerza en la columna equivalente a 50 libras. Todo esto afecta la zona lumbar y los músculos de la parte superior del cuerpo. “Vemos usualmente este síndrome en personas entre los 18 y 44 años con proporciones casi epidémicas”, afirma Ronald Tolchin, director médico del Centro para el Cuidado de la Columna en Baptist Health.También hay casos de jóvenes que comienzan a trabajar desde los 22 o 23 años y pasan largas horas en su puesto. Sus agendas tan ocupadas no les permiten desconectarse durante la jornada para hacer pausas activas y estirar su cuerpo. De igual forma, el consumo de tabaco y una mala alimentación abundante en azúcares y grasas saturadas crean las condiciones para que aparezcan enfermedades prematuramente. Todo esto “combinado con malas posturas y falta de movimiento, está pasándole factura a nivel físico y mental a los jóvenes y adultos antes de entrar en la vejez”, dice Iley. Según Rosario Albis Feliz, epidemióloga y gastroenteróloga de la Clínica del Country, en Bogotá, dos factores determinan esta tendencia global: el estrés crónico y los problemas de sobrepeso y obesidad. Muchos casos de hipertensión arterial y de infarto en adultos jóvenes tienen que ver con un alto nivel de estrés permanente que libera en la sangre una sustancia llamada catecolamina. Esta aumenta la presión arterial y contrae los vasos sanguíneos, lo que puede ocasionar fácilmente un infarto. En el caso de la obesidad y el sobrepeso son cada vez más grandes las cifras. No en vano se habla de una pandemia mundial que afecta a las personas desde la primera infancia. De hecho, se estima que hoy en día unos 43 millones de menores de 5 años son obesos o tienen sobrepeso, casi el triple que hace dos décadas. “Esta obesidad temprana está asociada con mayor propensión a enfermedades coronarias, hipertensión arterial, infartos, trombosis, insuficiencia renal, diabetes y cáncer”, dijo Albis a SEMANA.Duperly afirma que más de diez tipos de cáncer están relacionados con el sedentarismo y los estilos de vida poco saludables. Un estudio hecho con más de 70.000 pacientes con cáncer en Alemania, publicado en la revista Journal of the National Cancer Institute, demostró que por cada dos horas de inactividad física aumentan 10 por ciento las probabilidades de desarrollar cáncer de endometrio en las mujeres, 8 por ciento de cáncer gastrointestinal y 6 por ciento de cáncer pulmonar. Los investigadores agregaron que quienes pasan muchas horas frente al televisor también sufren un mayor riesgo de sufrir tumores en el aparato digestivo, pues sus hábitos sedentarios se mezclan con una mala alimentación. De hecho, las hemorroides aparecen con frecuencia en personas que pasan largas horas sentadas, y la investigación publicada por Bupa reveló que durante los últimos dos años aumentaron hasta 240 veces las consultas por estas várices en el recto, úlceras en el estómago y el síndrome de intestino irritable. El hecho de que los jóvenes padezcan achaques de viejos demuestra que los estilos de vida modernos no son del todo saludables, y que las nuevas generaciones deben intentar mejorar sus hábitos si no quieren desarrollar enfermedades de forma prematura, como está sucediendo hoy en día. Los expertos coinciden en que consultar a tiempo cualquier síntoma extraño ayudaría a evitarlas. “La principal causa de muerte prevenible en el mundo se llama sedentarismo. Por eso la gente debe preocuparse por moverse, hacer al menos una hora de ejercicio diaria (dos si son niños) y tener una dieta balanceada”, concluye Duperly.