La vida de la ingeniera de sistemas Karley Dalini no volvió a ser la misma desde 2016, cuando las sospechas de una masa en su seno derecho se convirtieron en la más dura de las pruebas: un cáncer con peligro alto de que el tumor de gran tamaño se expandiera por los ganglios y el resto del cuerpo.
“El mío se llamaba triple negativo, que es el de peor pronóstico de todos los tipos de cáncer de seno que existen y es el menos común. Los pronósticos eran muy reservados por algunos médicos. Otros me desahuciaban y me advertían que la quimioterapia no me iba a servir y que probablemente me quedaban seis meses de vida”, relata esta cucuteña.
Todo eso lo sabría mucho después. La prioridad para Karley en ese momento era la vida profesional. “Trabajaba como asesora en el Ministerio de las TIC y quería seguir ascendiendo laboralmente porque estaba haciendo contactos y gerenciaba proyectos. Hasta entonces era una mujer sana, que se cuidaba en la alimentación, porque con el embarazo aumenté de peso. Cuando me dieron el diagnóstico, fue un momento difícil, pues mi hijo tenía solo 3 años y esa vida laboral exitosa se fue al piso”.
Todo comenzó para Karley cuando sintió una masa dolorosa en su seno. Y lo que vino después sería una larga lucha con su EPS para recibir atención oportuna y tratamiento. Lo primero que hizo fue pedir cita, pero solo tenían disponibilidad para tres meses después. “Ante la angustia, pagué una ecografía de seno particular y busqué también de manera particular al médico que me atendería por la EPS. Y hasta pagué un millón de pesos para que me hicieran la biopsia ese mismo día y una mamografía”.
Contra todo pronóstico, la biopsia arrojó que la masa no era cancerígena, pero Karley estaba segura de que en realidad su salud se encontraba en serio riesgo, pues los dolores eran tan fuertes que no podía dormir, la masa no paraba de crecer, estaba muy delgada y perdía mucho cabello. El médico que la atendía de forma particular le adelantó la cita por la EPS para que pudiera continuar recibiendo los servicios mediante su entidad prestadora de salud.
“Efectivamente, a través de otros exámenes, se dio cuenta de la gravedad de mi caso”, cuenta.
Hoy esta paciente oncológica, que además de cáncer de seno también tuvo que enfrentar un cáncer de ovario en 2021, asegura que, si bien en un comienzo no fue fácil acceder a un tratamiento oportuno dada la gravedad de su condición —incluso se vio obligada a hacer valer el Decreto 1652 de 2022, que exime del pago de cuotas moderadoras y copagos a quienes sufren de enfermedades de alto riesgo—, su EPS le ha cubierto gran parte de los costos que acarrea la enfermedad: quimioterapias, cirugías, medicamentos, acompañamiento y acceso a especialistas.
“En medio de todo, fui afortunada, estaba en una ruta oncológica y tuve tratamientos, pero, eso sí, plantándome en las clínicas para que me atendieran con la urgencia que mi caso requería y para que las órdenes no se me vencieran”, cuenta la ingeniera. Ella dejó su profesión y hoy comparte, como coach de vida y terapeuta espiritual, la historia de su enfermedad.“
El sistema no es perfecto, pero cumple
Según cifras del Ministerio de Salud, en 2022 unos 138.000 colombianos estaban diagnosticados con cáncer, una enfermedad que anualmente cobra la vida de 33.100 personas en el país. De estas, 16.300 son hombres, afectados especialmente por cáncer de estómago, pulmón, próstata, colon-recto y leucemias.
Juan Felipe Combariza conoce bien la magnitud de esta enfermedad. Es jefe del Servicio de Hematología y Trasplante de Médula Ósea de la Clínica Colombia, en Bogotá, y considera que, aun cuando el actual sistema de salud “no es perfecto”, sí ha experimentado importantes mejoras en los últimos 15 años.
“Hoy esta enfermedad se ha puesto en la conversación del público. Hay mayores posibilidades de acceso y de tratamiento, por lo que, si se detecta a tiempo, la persona puede tener una buena expectativa de vida, contrario a lo que sucedía unos 20 años atrás”, asegura el médico.
Combariza destaca, como otros avances, el que los pacientes con cáncer estén exentos de copagos (a través de un carnet azul). Además, cuentan con una ley de cuidados paliativos que les permite acceder a programas para aminorar el sufrimiento en las últimas etapas de la enfermedad.
También, explica, están protegidos por una ley de cáncer, que busca que las autorizaciones médicas puedan expedirse en un solo lugar para que, “además del agobio de su enfermedad, el paciente no se vea asfixiado por trámites y obstáculos administrativos”.
Asimismo, “a diferencia de otros países de la región, los tratamientos para personas con cáncer están dentro del plan de beneficios del sistema. Incluso, Colombia facilita medicamentos que otros países no. Por ejemplo, en Brasil los pacientes con mielanoma múltiple no tienen acceso a un medicamento esencial llamado daratumumab; en Colombia, sí”.
El especialista reconoce, sin embargo, que actualmente escasean hematólogos y oncólogos en el sector salud colombiano. Pese a que han crecido en número, hacen falta más centros de atención especializados, particularmente en poblaciones apartadas, para manejar la gran demanda de pacientes. “Pero lo cierto es que hoy si un colombiano tiene cáncer tiene un sistema que le cubre todo el proceso de su enfermedad y eso es una gran ventaja”, recalca Combariza.“
¿Qué pasará con nuestros tratamientos?
”Esa es la pregunta que se hace Daniel Cardona, un boyacense de 51 años que hace seis meses enfrenta un cáncer de estómago y siente temor frente a lo que pueda suceder con su tratamiento de cara a una eventual reforma a la salud.
Tal como le sucedió a Karley Dalini, Cardona se enfrentó a la demora inicial de la atención de su EPS. “Tuve que hacer primero un derecho de petición y luego entutelar para que me dieran una cita prioritaria. Pero en todo este tiempo mi EPS ha respondido por las radios y quimioterapias. Y cuando las acaben, ¿qué va a pasar con nosotros? ¿Voy a tener que ir a la Alcaldía de Duitama a programar mis citas médicas?”, se cuestiona este administrador de empresas, padre de dos hijos, uno de ellos con síndrome de Down.
Para Combariza, lo ideal es que “una reforma que pretende un cambio tan abrupto como la posible eliminación de las EPS ya se hubiera socializado con todos los actores de la sociedad. Da temor pensar que volveremos al modelo que se tenía hace décadas, antes de la Ley 100, y que entonces la gente tenga que escoger entre asistir al hospital de misericordia cercano o verse obligado a pagar medicina privada para garantizar un servicio en salud”, reflexiona el médico.
Y se pregunta si “con la nueva reforma el Estado sí será capaz de garantizar la salud de cada colombiano” cuando los dineros de este sector pasen a manos de los entes territoriales, uno de los puntos que al parecer contempla la reforma. Su contenido y los alcances no han sido divulgados oficialmente por el Gobierno nacional.
Karley Dalini, por su parte, teme que si con la reforma “las condiciones que tenemos se van a mantener. Por un lado, que sigamos exonerados de la cuota moderadora, que se mantengan los programas oncológicos y programas de acompañamiento emocional, que en casos como el nuestro son de mucha ayuda”.
Agrega que “una reforma lo que debería hacer es justamente reformar lo que esté funcionando mal, como los tiempos de atención, por ejemplo. Los pacientes con cáncer hemos hecho un largo aprendizaje en el actual sistema de salud para que ahora cambien las reglas de juego en una enfermedad en la que todo es prioritario y cada día cuenta”.
En el mismo sentido se pronuncia Natalia Carvajal, una visitadora médica y mercadóloga que padeció cáncer de cuello uterino. Este se manifestó con un tumor endocervical, que estaba avanzado, y ella prefirió adelantar todo su proceso médico por medio de un plan de medicina prepagada, temerosa de que su EPS no actuara con la suficiente prontitud.
“Tenía los medios económicos, contrario a lo que viven muchos colombianos. Sabía que por la prepagada todo iba a ser mucho más rápido, una ginecóloga me tramitaría todas las órdenes”, dice.
Narra que, en cuestión de dos días, “ya tenía órdenes y un quirófano programado. Sabía que con la EPS debía, en cambio, buscar primero un médico general, después un ginecólogo y esperar quién sabe hasta cuándo a que me programaran una cirugía en unos tiempos largos. Entonces, si se va a hacer una reforma, ojalá que mejore el sistema para que uno no tenga que pagar de más para acceder a salud oportuna”.
Habla Minsalud
De acuerdo con el MinSalud, el nuevo modelo mejorará la atención de los pacientes.
• “Los pacientes no se verán alterados en este nuevo modelo. Por el contrario, se ampliará la cobertura, pues unos 630 municipios no cuentan con puestos de salud en las zonas rurales. Es decir, más de 50 por ciento del territorio nacional”.
• “No dejarán de funcionar las clínicas y los hospitales. Esas infraestructuras se van a aprovechar y funcionarán mejor porque se les va a pagar de manera directa para dignificar el oficio de médicos y enfermeras”.
• “El modelo priorizará la prevención, contrario a lo que viene sucediendo con el actual modelo, que se dedicó a la atención de la enfermedad”.