La semana pasada el Instituto Karolinska, de Estocolmo, Suecia, anunció como ganador del Premio Nobel de Medicina 1999 al médico y biólogo alemán Gunter Blobel. Este científico ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la célula y en particular al comportamiento y papel de las proteínas en esa estructura. Su investigación es muy especializada y para los neófitos puede sonar un tanto aburrida. Pero la verdad es que Blobel ha logrado descifrar uno de los más maravillosos misterios de esa pequeña estructura de vida. Y lo más importante es que con ello ha contribuido a solucionar problemas de salud en miles de personas.Su investigación comenzó en la década de los 60 cuando él y otros colegas, valiéndose del microscopio de electrones y otras técnicas de experimentación, se dieron a la tarea de estudiar la célula humana. Blobel observó que cada célula tenía estructuras propias con diferentes funciones que estaban selladas por membranas. Uno de los aspectos que más le sorprendía era ver cómo las proteínas podían penetrar esas membranas protectoras de dichas estructuras sin equivocarse. El interés de Blobel se justificaba. Hay millones de millones de móleculas de proteínas en una célula humana normal. En cada división celular, un proceso que ocurre constantemente, esa cantidad de moléculas podrían extraviarse y llegar a un lugar que no corresponde y crear una célula con un daño genético. En 1971 él y sus colegas llegaron a la hipótesis de que las proteínas de una célula debían tener una señal intrínseca que las gobernaba y las ayudaba a moverse dentro de la célula y a través de las membranas con precisión.Después de muchos experimentos Blobel descubrió que, efectivamente, cada proteína tiene un sofisticado sistema de dirección que le permitía ser reconocida por receptores ubicados en la superficie de las estructuras. Cuando las dos concordaban la proteína podía entrar en esa estructura y hacer su función. Muchas veces esa labor consiste en servir de enzima catalizadora de otros procesos químicos.Con estas investigaciones Blobel descubrió que ciertas enfermedades hereditarias, como la fibrosis cística, se deben a errores en estas señales.Blobel comparó este mecanismo con el de una oficina postal que se basa en el sistema de direcciones para que cada carta o mensaje llegue a un lugar indicado. Cuando la dirección no está bien escrita el mensaje nunca llega a ese determinado lugar.Este complicado acertijo también ha ayudado a promover la investigación a nivel de biología molecular en áreas como el cáncer, el sida, la enfermedad de Alzheimer y ciertas infecciones. Así mismo ha estimulado el uso de las células como fábricas de proteínas para la elaboración de drogas que estimulan la producción de glóbulos rojos en la médula, hoy un tratamiento estándar para enfermedades crónicas del hígado.Sin duda el reconocimiento ayudará a estimular aún más el estudio del conocimiento de la célula para entender el nacimiento de muchas otras dolencias que afectan el organismo del hombre.