“Si sientes que Vecna te va a llevar, pon a todo volumen esta canción que hizo mi amigo colombiano Frailejón Ernesto Pérez”.
Unido a esta frase y un espectacular video con su canción, Netflix anunció la nueva temporada de una de sus series más exitosas: Stranger Things. Con su canción, Frailejón mira a Eleven pelear contra sus verdugos e invita a “luchar contra un mundo que al igual que yo no tiene mucho color”.
En bicicleta pasea por el bosque y advierte que allí no están los enemigos de la serie: Vecna y el Demogorgon, mientras monta feliz en bicicleta con una cachucha ochentera de la serie. Al mejor estilo de E. T., Frailejón comienza a volar en la bicicleta mientras llama por un walkie-talkie a los personajes del programa: Dustin, Lucas, Eleven, Mike y Will.
Que un personaje animado, creado por colombianos, llegue a este nivel es un éxito monumental, pero mucho más si se tiene en cuenta el mensaje que lleva. Frailejón apareció por primera vez en una serie de RTVC llamada Cuentitos mágicos, y su canción puesta en redes sociales se volvió un fenómeno sin antecedentes en una producción nacional.
Su existencia ha sido uno de los mayores aportes recientes a la conservación de los grandes tesoros naturales de Colombia. El gran Ernesto Pérez llegó a ocupar el lugar que no logró ninguna campaña de educación ambiental para hacerle entender a la gente el papel tan trascendental que cumplen los ecosistemas de páramo en el ciclo del agua.
Solo con que alguien abra la llave y llegue a su mente la canción de Ernesto Pérez y se imagine al frailejón, el país ganó siglos en materia de conciencia ambiental. Antes la gente pensaba que el agua venía de la llave. Ya no. Sin saberlo, el creador del simpático personaje rompió el hielo de décadas de desconexión de la población con los ecosistemas más importantes para su supervivencia.
Ahora solo falta otro clic: entender que el agua administrada por Ernesto viene de la Amazonia y está en un altísimo riesgo por cuenta de la deforestación. “Acabar con los bosques amazónicos significa dejar a Ernesto sin agua. Significa su desaparición”, explica el ambientalista Rodrigo Botero. Ningún otro país suma tantos páramos como Colombia: más de 2,9 millones de hectáreas repletas de agua almacenada en frailejones, musgos, bromelias y bosques.
El líquido llega a ellos a través de las nubes provenientes de la Amazonia. Estos lugares se ubican en la alta montaña de los Andes, donde nacen muchos de los grandes ríos de Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador. Aquí llueve con mucha frecuencia, pero con baja intensidad. Ese es el secreto para que el agua se acumule de manera lenta. La humedad proveniente de la Amazonia choca con las montañas y es la responsable de esa administración del agua, que luego se convierte en pequeños riachuelos que les dan vida a lagunas, humedales cristalinos y todo tipo de ríos.
Así funcionan los páramos: administran el agua para el 70 por ciento de la población. Los páramos, entonces, almacenan y liberan el agua de manera gradual. En ellos, cada especie de planta funciona captando cada gota que cae o viaja en las nubes. Su vegetación está especialmente diseñada para retener hasta 40 veces su peso en agua.
Pero no solo almacenan el líquido: los páramos albergan una gran biodiversidad, representada en 4.000 especies de plantas (tan solo 2,5 por ciento del territorio de Colombia contiene el 17 por ciento de la diversidad de plantas). Asimismo, 70 especies de mamíferos, 90 especies de anfibios, 154 especies de aves. El 60 por ciento de todas las especies de los páramos solo se encuentran allí y en ningún otro lugar del planeta.
Además de ser la casa de Ernesto Pérez y sus millones de familiares y amigos, son el hogar de especies emblemáticas como el oso de anteojos, la danta de montaña, el puma, el cóndor de los Andes y la guagua de páramo, entre otros.
Aparte de esa explosión de diversidad y vida, los páramos amparan la clave para la supervivencia humana, pues su vegetación, sus suelos y especialmente sus turberas (pantanos) pueden retener hasta diez veces la cantidad de carbono que almacena un metro cuadrado de bosque tropical. Son los más importantes sumideros de carbono con que cuenta la naturaleza. La lucha por cuidarlos es urgente. Colombia les debe eso a sus ecosistemas y al fantástico Ernesto Pérez.