La sal es la principal fuente de sodio en la alimentación y el consumo elevado contribuye a la hipertensión arterial y aumenta el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la presión arterial alta contribuye en al menos el 40 % de todas las enfermedades del corazón y accidentes cerebro vasculares, que representan a su vez el 45 % de las enfermedades no transmisibles.
De hecho, explicó en su portal web, se calcula que los costos directos e indirectos de la presión arterial aumentada consumen del 5 % al 15 % del PBI en los países de ingresos altos, y del 2,5 % al 8 % en América Latina y el Caribe.
En la alimentación, la sal puede provenir de alimentos elaborados, ya sea porque son particularmente ricos en sal como los platos preparados, carnes procesadas como el tocino, el jamón y el salami, quesos, tentempiés salados, fideos instantáneos, etcétera; ya sea porque suelen consumirse en grandes cantidades como el pan y los productos de cereales elaborados o también porque se añade sal a los alimentos durante la cocción en forma de caldo o cubitos de caldo o bien en la mesa como la salsa de soja, salsa de pescado, sal de mesa.
“Ahora bien, algunos fabricantes reformulan sus recetas a fin de reducir el contenido de sal de sus productos, y los consumidores deberían leer las etiquetas para elegir los productos de bajo contenido en sodio”, explicó la organización.
Por tal razón, la OMS recomienda consumir menos de cinco gramos de sal por día. Además, toda la sal que se consume debería ser yodada, es decir, enriquecida con yodo.
En consecuencia, las estrategias principales para la reducción de la sal comprenden lo siguiente:
- no agregar sal durante la preparación de los alimentos;
- no poner saleros en la mesa;
- limitar el consumo de tentempiés salados;
- escoger productos hiposódicos.
Sobre la misma línea, la OMS reveló algunas ideas erróneas acerca de la reducción del consumo de sal:
- “Cuando hace calor y hay humedad, y uno transpira, se necesita más sal en la alimentación”. El sudor contiene poca sal y por lo tanto no es necesario agregar más incluso en los días cálidos y húmedos. Sin embargo, es importante beber mucha agua.
- “La sal marina no es ‘mejor’ que la refinada por el simple hecho de que sea ‘natural’”. Cualquiera sea el origen de la sal, es el sodio el causante de problemas de salud.
- “La sal agregada en la cocción no es la fuente principal de la ingesta de sal”. En muchos países, alrededor del 80 % de la sal en la alimentación proviene de alimentos elaborados.
- “No se necesita sal para que los alimentos tengan un sabor apetitoso”. El ajuste de las papilas gustativas lleva cierto tiempo, pero cuando uno se habitúa a que haya menos sal, es más probable que se aprecien los alimentos y que se reconozca una gama más amplia de sabores.
- “Los alimentos sin sal no tienen sabor”. Tal vez sea cierto al principio, pero las papilas gustativas se van habituando a la disminución de la sal, y es probable que uno acabe por apreciar los alimentos y encontrarles más sabor.
- “Los alimentos ricos en sal tienen un gusto salado”. Ciertos alimentos ricos en sal no parecen tan salados porque a veces se les añade otros ingredientes, como azúcares, para disimular el sabor. Es importante leer las etiquetas para conocer el contenido en sodio.
- “Solo las personas de edad se deben preocupar por la cantidad de sal que consumen”. El hecho de consumir demasiada sal aumenta la tensión arterial a cualquier edad.
- “La disminución de la sal podría ser nociva para mi salud”. Es muy difícil consumir muy poca sal, dado que está presente en gran cantidad de alimentos de la vida cotidiana.