El corazón es un órgano del tamaño aproximado de un puño, está compuesto de tejido muscular y bombea sangre a todo el cuerpo, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Además, según la Fundación Española del Corazón, este es un órgano muscular (miocardio) y, como todos los músculos, necesita para su funcionamiento oxígeno y nutrientes.
Por ello, para cuidar dicho órgano es importante tener una alimentación balanceada y saludable que lleve proteínas, grasas, carbohidratos y todos los nutrientes que el cuerpo necesita. No obstante, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable estará determinada por las características de cada persona (edad, sexo, hábitos de vida y grado de actividad física), el contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios.
Además, Frank Hu, profesor de Nutrición y Epidemiología, así como presidente del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, dijo, según El Confidencial: “No existe una dieta única que sea la mejor para todos. Se pueden combinar los alimentos en una variedad de formas flexibles para lograr patrones de alimentación saludables de acuerdo con las necesidades de salud, las preferencias alimentarias y las tradiciones culturales de las personas”.
Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que una dieta sana incluye:
- Frutas, verduras, legumbres (tales como lentejas y alubias), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz moreno no procesados).
- Al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
- Menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5 % de la ingesta calórica total. Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
- Menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procedente de grasas. Las no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables) y de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes como vacas, ovejas, cabras y camellos). La OMS sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10 % de la ingesta total de calorías y la de grasas trans a menos del 1 %. En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar.
Sobre la misma línea, otros métodos para prolongar la salud del corazón, según la American Heart Association, son:
1. Mantener bien los niveles de glucosa.
2. Realiza actividad física.
3. Controlar la presión arterial.
4. No fumar.
5. Mantener los niveles de colesterol dentro de los límites aconsejados.
6. Tener un peso saludable.