Hoy en día, el cáncer de estómago es una de las enfermedades más comunes en la humanidad, ya que se puede desarrollar lentamente en un periodo y puede ocasionar daños irreversibles en el revestimiento interno (mucosa) del estómago, pero estos cambios tempranos casi nunca causan síntomas y, por lo tanto, no se detectan.

Una de las bacterias que desatan este tipo de cáncer es el Helicobacter Pylori, la cual ha sido analizada por varios científicos. El pionero del descubrimiento de esta peligrosa bacteria fue John Robin Warren, médico patólogo e investigador, descubrió en 1979, que bajo su microscopio denotó una línea azul en una muestra de estómago en una biopsia que había sido tomada a un paciente con gastritis crónica.

La curiosidad de Warren lo llevó a incrementar el aumento de los lentes para observar con más detenimiento este detalle. Como resultado, evidenció que dicha línea en realidad era un conjunto de bacilos (bacterias curvas) fuertemente pegados a la superficie de los tejidos. Con esta curiosa anécdota, se marca el inicio de un descubrimiento de la bacteria que cambió de raíz la historia de las enfermedades más comunes y dañinas del estómago, según indica José María Pajares-García y JP Gisbert, en un artículo publicado en la Revista Española de Enfermedades Digestivas.

Cabe mencionar que Warren durante más de año y medio se dio a la tarea de recopilar casos similares en los que estas bacterias acompañaban los tejidos de estómago inflamados, es decir, a la gastrina. El patólogo conocía que cuando las bacterias están presentes en lugares del organismo donde hay inflamación, estas deben considerarse como la causa primaria de dicha alteración.

Sin embargo, en el estudio que él estaba realizando, era diferente, porque para ese momento existía la premisa de que las bacterias no podían mantenerse vivas y mucho menos, crecer y multiplicarse en medio de los ácidos naturales del estómago. Por lo que Warren tenía en sus manos la evidencia de que algo fuera de lo normal ocurría, al punto que lo que observaba cambiaba completamente los paradigmas sobre la supervivencia de microorganismos en medios hostiles.

De este modo, su insistencia en este estudio hizo que el médico Barry Marshall, un residente que se estaba especializando en el Real Colegio de Médicos de Australia, empezó a tomar biopsias de estómagos normales y la satisfacción le llegó cuando comprobó que la tal bacteria no aparecía en las mucosas gástricas que carecían de inflamación y consecuentemente se convirtió en un apasionado de esta investigación, tanto que se vinculó con los microbiólogos más importantes de su país, con el ánimo de encontrar la técnica para poder cultivar la “nueva bacteria” encontrada por Warren.

El Helicobacter pylori y sus efectos

De acuerdo con la Revista Española de Enfermedades Digestivas, esta bacteria está presente en el 50 % de todas las personas y no hay ninguna región del planeta que se libre de su presencia. Expertos de Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, indican que el Helicobacter pylori se puede transmitir de una persona a otra por contacto directo con la saliva, el vómito o los elementos contaminados, pero también a través de alimentos o agua en las que está presente.

Como tal, la mayoría de las personas no se da cuenta de que tiene una infección por esta bacteria cancerígena, porque la mayoría de veces no se presentan signos ni síntomas. Sin embargo, en algunos casos se pueden presentar la siguiente sintomatología.

  • Dolor o ardor en el estómago (abdomen).
  • Dolor estomacal más agudo que puede empeorar con el estómago vacío.
  • Náuseas.
  • Pérdida del apetito.
  • Eructos frecuentes.
  • Hinchazón.
  • Pérdida de peso involuntaria.

Ahora bien, Ángel Alberto Castro, gastroenterólogo de la Universidad Nacional, indica que si se prueba la presencia de esta peligrosa bacteria, se debe iniciar un manejo antibiótico muy riguroso que en la mayoría de los casos exige terapias combinadas por tiempos definidos con seguimiento médico, para determinar la evolución. De lo contrario, se podría correr el riesgo de padecer cáncer de estómago.