La llamada ‘comida chatarra’ resulta apetecible para muchas personas, pero hay expertos que aseguran que este tipo de alimentos realmente son más dañinos que nutritivos.
La obesidad infantil en el mundo se ha multiplicado por 10 en las últimas cuatro décadas, acorde con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La misma entidad estableció en el 2021 que de cada 10 niños en Latinoamérica, tres presentan sobrepeso.
Los números no mienten, los niños cada día están aumentando su peso de manera vertiginosa. Sin embargo, las loncheras siguen incluyendo productos rebosados de azúcar procesada y sodio. Además, este es un problema que está lejos de ser un juego solo para niños.
El sobrepeso en los mayores de edad también es un inconveniente que enfrenta el mundo, ya que hay más de dos mil millones de personas en edad adulta con un peso que sobrepasa los límites saludables, según la OMS.
Y la importancia del sobrepeso no tiene nada que ver con la apariencia física, sino que, literalmente, es mortal; la obesidad cobra casi dos mil millones de vidas al año, en palabras de la misma organización.
A esto también se le agregan otras condiciones adyacentes como la diabetes, la hipertensión y problemas cardiovasculares. Entonces, ¿por qué se sigue consumiendo comida chatarra de manera desbalanceada?
Es así como aparece la llamada ‘neurogastronomía’, una ciencia que explica la relación entre el cerebro y cómo este percibe el gusto, un término bien conocido por la industria de los alimentos altamente procesados con el propósito de crear una adicción.
“Son variadas las estrategias que se utilizan desde la neurogastronomía para vender alimentos ultraprocesados o con alto contenido de calorías, grasas trans y azúcares, dado que muchos de los placeres que sentimos con los alimentos radican más en la mente que en la boca”, expresó María Lara, profesora de la Universidad Nacional.
La experta explica para Fucsia que las compañías de alimentos en Colombia, para influir en nuestros sentidos y en nuestro cerebro, se han enfocado en potencializar, por ejemplo, el crujido de las papas fritas de paquete, el dulce de las bebidas gaseosas rojas para relacionar el color rojo con el dulce y también la intensidad de la vainilla en el helado.
En el mundo, cabe resaltar que para el 2020, una reconocida compañía de gaseosa invirtió 12 billones de dólares en publicidad solo para África, mientras que el presupuesto total de la OMS era de un poco más de 4 billones para mercadeo y campañas publicitarias.
Entre tanto, el mercadeo de los productos de comida chatarra, algunos tradicionales, son tan fuertes que incluso no necesitan mostrarse de manera reiterativa.
Al respecto, el publicista Martín Lopeira explicó a Fucsia los detalles sutiles de la industria que perduran en el tiempo: Las campañas deben ser agresivas y sutiles. Escogemos colores brillantes, vibrantes: el rojo, el fucsia, el verde neón, para que los ojos queden enamorados. Si te pones a pensar, así son los empaques de papas, tortas, bebidas lácteas. Quieren atraer a los niños, claro, pero los adultos caemos también ahí, incluso también por evocar los recuerdos de la infancia.
La inmediatez y viralidad de las redes sociales también tienen su responsabilidad. Los influenciadores y celebridades a quienes las compañías les pagan para promocionar sus productos ultraprocesados hacen que la información se difunda casi sin algún control.
“Las redes sociales permiten que cualquier persona hable de diversos temas y en el caso de la nutrición y la alimentación existen miles que comparten consejos, recetas, estrategias y suplementos alimentarios, entre otros (...) Cerca del 30 % de las noticias falsas que circulan por internet son sobre alimentación y se estima que estas se difunden a una velocidad siete veces mayor que las noticias veraces”, así lo enunció Olga Mora, profesional en comunicación científica, para el pódcast “Salud UNAL Contigo” de la Universidad Nacional.
En Colombia sí hay un problema en el consumo de alimentos ultraprocesados. Esto se puede ver en los organismos de los colombianos; solo en el 2018 el 37 % de los adultos entre los 18 y los 64 años presentaban sobrepeso, según cifras de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional.
La nueva reforma tributaria propone, entre otras medidas, que las bebidas azucaradas que tengan más de 38 g de azúcar paguen 35 pesos por cada 100 ml. Además, la ley 2120 de 2021, mejor conocida como la “Ley de comida chatarra” ya ha impulsado que en algunos empaques existan avisos de gran tamaño que advierten de su contenido con frases como “Alto en Azúcares” o “Alto en Sodio”.