La mayoría de las personas olvidan rápidamente gran parte de la información a la que están expuestas, debido a que en muchas ocasiones la misma no resulta importante en el día a día o para el desarrollo de las actividades cotidianas.

El portal Psicoactiva explica que la información entra en el cerebro a través de los sentidos, pasa por la memoria sensorial, luego a la memoria a corto plazo y termina en la de trabajo. En esta última, dicha información se mantiene durante unos 80 minutos aproximadamente. Si no se le da al cerebro una buena razón para integrarla a la memoria a largo plazo, se desvanece en poco tiempo.

En el caso específico de la lectura, las personas olvidan rápidamente lo que han leído porque el cerebro no tiene una participación activa y real durante el proceso. Es posible que se lea de corrido sin detenerse a analizar, a cuestionar o hacer breves resúmenes.

Normalmente la memoria deshecha rápidamente la información que no considera de utilidad. Aquello que no supone aprendizaje o información relevante es eliminado del almacén de la memoria, al cabo de un lapso bastante breve, precisa una publicación de la revista digital especializada en temas de psicología, La Mente es Maravillosa.

De acuerdo con un artículo del portal Psicactiva, si una persona desea recordar lo que lee debe parar de vez en cuando y pensar en aquello que lee. Repetirlo, resumirlo, identificar patrones y buscar relaciones con ideas que ya se conocen. También ayuda asociar lo que se está leyendo con recuerdos poderosos y con determinadas emociones.

Otras razones

Sin embargo, la anterior no es la única causa. También puede ser que se olvide rápidamente lo que se lee porque el entorno de aprendizaje no es el adecuado. Cuando hay un ambiente ruidoso o en él que se presentan distracciones, difícilmente hay concentración que permita posteriormente recordar con facilidad.

La falta de comprensión de lo que se lee también hace que no se recuerde al poco tiempo, pues es posible que no se pueda relacionar lo leído con conceptos que ya están almacenados en la memoria.

Otra causa de ese olvido son los hábitos inadecuados a la hora de coger un libro. La lectura es una actividad que demanda energía del cerebro y si se hace estando cansado, no se va a recordar lo leído.

Recomendaciones

De acuerdo con los especialistas, preparar una rutina de lectura es clave para recordar lo que se lee. Uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es alistar el cuerpo y la mente. Por ejemplo, realizar rutinas de respiración diafragmática puede ayudar a centrar la mente lejos de pensamientos distractores. Pero lo más importante para ayudar a crear un estado de concentración mental óptimo, es encontrarse bien físicamente en ese momento.

Un segundo aspecto es tener clara la finalidad de la lectura. Es importante saber cuál va a ser la aplicación final de la misma. Por ejemplo si se desea obtener una visión global o más bien información detallada de la misma, así como cuánto tiempo se destinará a realizar esta actividad, ya que esta decisión determinará el ritmo de lectura.

Utilizar una técnica de refuerzo visual como un bolígrafo o un lápiz como guía también ayuda. Así mismo, hacer preguntas. Una manera rápida de lograr resultados productivos en la lectura es preguntarse constantemente cosas como: ¿de qué está hablando el autor? ¿qué es importante y relevante en términos de los objetivos predefinidos o los resultados deseados?

Un truco más para que lo que se lee no se olvide en el corto tiempo es realizar anotaciones de lo que parezca más relevante, cosas que llamen la atención, fechas y aspectos particulares de los personajes, por ejemplo. Al final se puede recapitular y resumir, preferentemente con un mapa mental de ideas o un diagrama de agrupaciones o un organizador gráfico, para consolidar y sintetizar rápidamente las ideas antes de que puedan esfumarse.