El sueño es clave para favorecer la salud del organismo. Mientras las personas duermen, el sistema inmunológico aprovecha para regenerarse y fortalecer sus funciones contra las toxinas y los gérmenes que pueden generar enfermedades.
Dormir bien es tan importante como alimentarse adecuadamente y de forma saludable para fortalecerse físicamente, indica el Instituto Europeo del Sueño. Aunque el tiempo de sueño y su calidad dependen de las edades, restarle al menos tres horas a esta rutina es suficiente para reducir la efectividad de importantes células inmunológicas que se estimulan cuando las personas tienen sus periodos de sueño.
Diversos estudios científicos han determinado que no dormir bien y de manera prolongada afecta a los llamados linfocitos T o células T que produce la médula ósea y cuyas funciones son parte importante del sistema inmunológico para luchar contra los agentes infecciosos.
Un reciente estudio, publicado en la revista Journal of Experimental Medicine y realizado con un pequeño de adultos sanos, encontró que una privación crónica del sueño incide en la producción de células inmunitarias vinculadas a la inflamación, al mismo tiempo que alteró el ADN de esta clase de células, de acuerdo con información publicada por CNN en Español.
La publicación cita a Cameron McAlpine, profesor asistente de cardiología y neurociencia en la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai en la ciudad de Nueva York y coautor de la investigación, quien explicó que no dormir bien no solo elevó la cantidad de células inmunitarias, sino que también pueden haberse conectado y programado de una manera diferente al final de las seis semanas de privación del sueño. “Combinados, estos dos factores podrían potencialmente predisponer a alguien a enfermedades como la cardiovascular”, añadió.
De acuerdo con los investigadores, si bien el cuerpo requiere cierta cantidad de inflamación del sistema inmunológico para que el cuerpo luche contra las infecciones y sane las heridas, cuando éste se pone hiperactivo puede resultar dañino y aumentar el riesgo de trastornos autoinmunes y enfermedades crónicas.
Otras afectaciones
Estos son análisis que se adicionan a aquellos que ya han concluido que la falta de sueño también puede afectar la velocidad con la que una persona se recupera si se enferma, por ejemplo. Esto ocurre porque mientras la persona duerme, el sistema inmunológico libera proteínas llamadas citocinas, las cuales aumentan cuando se presenta una infección o inflamación o cuando la persona está estresada.
Según el instituto de investigación Mayo Clinic, el cuerpo necesita dormir para combatir enfermedades infecciosas. La falta de sueño a largo plazo también aumenta el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos (cardiovasculares).
Los análisis científicos determinan que la falta de sueño tiene un efecto negativo en el corazón. “Cuando los investigadores mantuvieron a la gente despierta durante 88 horas, la presión sanguínea subió. Las concentraciones de proteína C reactiva, una señal de enfermedad del corazón, también aumenta en la gente que es completamente o parcialmente privada de su sueño”, precisa la citada fuente.
Una mala calidad del sueño también está relacionada con los problemas crónicos de piel, según una investigación de la Universidad de Wisconsin. “Los estudios han demostrado también que cuando la piel sufre daños por el sol o por otros factores, no se cura tan bien en la gente que duerme mal, por lo que esa gente termina mostrando más síntomas de envejecimiento de la piel”, precisa una publicación del medio digital Business Insider.
La cantidad óptima de sueño para la mayoría de los adultos es de siete a ocho horas de buen sueño por noche. Los adolescentes necesitan de nueve a 10 horas y los menores requieren de 10 o más horas para que el cuerpo descanse lo suficiente.
No obstante, más horas de sueño no siempre es lo mejor. Para los adultos, dormir más de nueve a 10 horas por noche puede producir sueño de mala calidad, por ejemplo, dificultad para quedarse o mantenerse dormido.