De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), al igual que los demás tipos de alimentos, la leche y los productos lácteos pueden provocar enfermedades, ya que factores como la contaminación y el crecimiento de patógenos, los aditivos químicos, la contaminación ambiental y la descomposición de los nutrientes pueden afectar a la calidad de la leche.
Además, explicó que la leche puede contener microorganismos nocivos como salmonella, escherichia coli O157:H7, listeria monocytogenes, staphylococcus aureus, yersinia enterocolitica, bacillus cereus, clostridium botulinum, mycobacterium bovis, brucella abortus y brucella melitensis, que por lo general causan “intoxicaciones alimentarias”.
Así las cosas, los síntomas de una enfermedad transmitida por alimentos pueden incluir:
- Vómitos, diarrea y dolor abdominal.
- Síntomas similares a la gripe, como fiebre, dolor de cabeza y en el cuerpo.
“Si bien la mayoría de las personas sanas se recupera de una enfermedad causada por las bacterias nocivas presentes en la leche cruda, o en los alimentos elaborados con leche cruda, dentro de un período corto, algunas pueden desarrollar síntomas crónicos, graves o incluso que amenacen la vida”, señaló la FDA.
Ahora bien, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), explicó que las bacterias en la leche cruda pueden ser especialmente peligrosas para las personas con sistemas inmunes debilitados, (tales como pacientes de trasplante y personas con VIH/SIDA, cáncer y diabetes), niños, adultos mayores y mujeres embarazadas.
De hecho, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) estiman que las enfermedades transmitidas por los alimentos con leche cruda afectan, de manera especial, a niños y adolescentes.
Entretanto, la leche que ha sido pasteurizada, que es un proceso utilizado ampliamente para matar las bacterias nocivas al calentar la leche a una temperatura específica durante un tiempo determinado, aporta nutrientes como el calcio, magnesio, selenio, riboflavina, vitamina B12 y ácido pantoténico.
Adicional, su consumo proporciona los siguientes beneficios para la salud, según el portal portugués de salud, nutrición y bienestar, Tua Saúde:
- “Prevenir la osteoporosis y mantener la salud de los huesos, por ser rico en calcio, fósforo, magnesio, manganeso, zinc y contener vitamina D;
- Mejorar la flora intestinal, por contener oligosacáridos, nutrientes que son consumidos por las bacterias benéficas del intestino;
- Mejorar el funcionamiento del sistema nervioso, por ser rico en vitaminas del complejo B y en Omega-3;
- Ayudar a controlar la presión alta y disminuir el riesgo de infarto, por ser rico en aminoácidos con propiedades antihipertensivas”.
No obstante, hay personas que son intolerantes a la lactosa y esto sucede cuando el intestino delgado no produce una enzima llamada lactasa para digerir la lactosa. Los síntomas se presentan frecuentemente de 30 minutos a dos horas después de consumir productos lácteos y estos pueden ser peores cuando se consumen grandes cantidades. En consecuencia, los síntomas incluyen: distensión abdominal, cólicos abdominales, diarrea, gases (flatulencia) o náuseas y, por ello, los intolerantes a la lactosa deberían evitar su consumo. Además, la leche de vaca no debe ser consumida por niños menores de un año de edad.
Información nutricional por 100 ml de leche entera
- Energía: 60 kcals
- Proteínas: 3 g
- Grasas: 3 g
- Carbohidratos: 5 g
- Vitamina A: 31 mcg
- Vitamina B1: 0,04 mg
- Vitamina B2: 0,36 mg
- Sodio: 49 mg
- Calcio: 120 mg
- Potasio: 152 mg
- Fósforo: 93 mg
De todos modos, antes de consumir algún alimento, lo primero que se debe hacer es consultar al médico tratante o a un nutricionista, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona, pues las anteriores recomendaciones no son las indicadas para todas las personas, ya que la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.