La anemia es un trastorno de la sangre que muchas personas desarrollan en algún momento de sus vidas. Algunos tipos son leves y de corta duración. Sin embargo, es posible que la afección se agrave si permanece sin tratamiento durante mucho tiempo.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos indican que este padecimiento se presenta cuando el cuerpo no cuenta con la cantidad suficiente de glóbulos rojos sanos. A veces se tienen muy pocos o en ocasiones carecen de una proteína rica en hierro llamada hemoglobina.
La función de estos glóbulos es determinante para el organismo, pues son los responsables de transportar el oxígeno por todo el cuerpo y la hemoglobina es la proteína que se encarga de ese traslado.
Si la cantidad de glóbulos rojos o el nivel de hemoglobina son muy bajos, el cuerpo no obtiene todo el oxígeno, lo que lleva a que el paciente se debilite, se sienta cansado, con falta de aire, frío, mareos, piel pálida y dolores de cabeza.
Graves consecuencias
Si la enfermedad avanza o se prolonga en el tiempo, las consecuencias pueden ser muy graves para el organismo. Por ejemplo, según información del portal Cinfasalud, de España, es posible que cause lesiones en el corazón, el cerebro y otros órganos del cuerpo, debido a que la sangre no es capaz de transportar a los tejidos el oxígeno suficiente.
Los expertos aseguran que esta enfermedad puede provocar arritmias que, con el tiempo, terminan lesionando el corazón y pueden desembocar en insuficiencia cardíaca.
Este padecimiento también debilita a las personas con cáncer o infectadas con VIH y dificulta su tratamiento. En casos extremos puede resultar letal.
Dado que una de las principales causas de la anemia es la falta de hierro, cuando no se trata de manera adecuada se pueden presentar infecciones y problemas de crecimiento en niños y bebés. “Durante la gestación, la anemia ferropénica está relacionada con partos prematuros y bebés de bajo peso al nacer, siempre que no se traten”, precisa Cinfasalud.
El 15 % de la población mundial sufre anemia ferropénica, provocada por la carencia de hierro, mineral esencial para el organismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Precisamente el consumo de alimentos que contengan este nutriente es una de las mejores formas de evitar y hacerle frente a esta enfermedad.
El instituto de investigación Mayo Clinic indica que se bien hay diferentes tipos de anemia, los tratamientos para atacarla abarcan desde tomar suplementos hasta someterse a procedimientos médicos; sin embargo, llevar una dieta balanceada y saludable es la mejor arma para combatir esta afección.
Factores de riesgo
Normalmente las causas generales de las anemias son los problemas de desnutrición o malnutrición, embarazo, factores hereditarios, enfermedades crónicas, autoinmunes o el tratamiento con ciertos fármacos.
El riesgo se incrementa por seguir una dieta pobre en hierro, vitaminas o minerales; las pérdidas de sangre provocadas por una cirugía o una lesión; y patologías prolongadas o graves como la enfermedad renal, el cáncer, la diabetes, la artritis reumatoide o el sida.
De igual forma, esta enfermedad puede estar relacionada con dolencias intestinales inflamatorias (incluida la enfermedad de Crohn); la enfermedad hepática; la insuficiencia cardíaca y las patologías de la tiroides.
Los especialistas aseguran que también incrementan las posibilidades de desarrollar este padecimiento las infecciones prolongadas y factores genéticos como antecedentes familiares de anemia hereditaria.
La anemia es más viable en mujeres que sufren un periodo menstrual abundante, los bebés prematuros o que nacieron con peso bajo y los niños entre uno y dos años que no siguen una dieta saludable y no la complementan con suplementos de hierro.
También están en riesgo las personas que no consumen carne y no ingieren otros alimentos ricos en hierro, así como los donantes de sangre frecuentes. Por último, las personas mayores y los adultos que sufren sangrado interno por dolencias como úlceras, hemorroides o cáncer son más susceptibles a generar esta enfermedad.