La hidratación es determinante para el buen funcionamiento del organismo. El cuerpo pierde agua cuando suda y orina, e incluso a través de la expulsión de las heces, por lo que es clave reabastecer este suministro.

Las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos determinaron que el consumo diario adecuado de líquido debe ser de 3,7 litros para los hombres y aproximadamente 2,7 litros para las mujeres. Este proviene del agua, las bebidas y los alimentos. Aproximadamente, el 20 % lo aportan los alimentos y el resto las bebidas que las personas ingieren.

El agua es el principal componente para que puedan funcionar órganos vitales como el cerebro, los pulmones, el corazón, el hígado o los riñones; por ello, cuando el consumo es bajo, se pueden presentar serios inconvenientes de salud.

El cuerpo tiene un contenido en agua que asciende a dos tercios de su peso. “Es importante que el cuerpo permanezca hidratado, que mantenga el nivel correcto de agua, para permitir que se produzcan las reacciones químicas vitales y que los nutrientes se transporten a los órganos y tejidos”, precisa la compañía de salud Sanitas, de España, en su página web.

Pero si bien mantener el organismo hidratado es muy importante, también es clave tener en cuenta el tipo de bebidas que se ingieren, pues no todas resultan favorables para el organismo, debido a sus componentes. Estas son algunas de ellas.

Bebidas energéticas: Se caracterizan por no contener alcohol, pero sí sustancias estimulantes tales como la cafeína, taurina, vitaminas, minerales, aditivos, saborizantes y gran cantidad de azúcar. Estas sustancias en exceso resultan perjudiciales para la salud y si bien pueden brindar energía en el momento, es posible que a largo plazo ocasionen efectos negativos como ansiedad, nerviosismo, insomnio, angustia, trastornos gastrointestinales, taquicardias y temblores, de acuerdo con un artículo publicado en el diario El Mundo, de España.

Además, según el instituto de investigación Mayo Clinic, las bebidas energéticas y deportivas son las principales fuentes de azúcares añadidos y por ello limitar su ingesta favorece la salud del organismo.

Bebidas isotónicas: muchas de estas contienen una mezcla de edulcorantes naturales y artificiales, además de una larga lista de aditivos, precisa el portal Directo al Paladar, de México. Lo recomendable es minimizar su ingesta, pues es el exceso el que ocasiona complicaciones en el organismo.

Refrescos azucarados: La Asociación Americana de Diabetes señala que las personas que consumen bebidas azucaradas con regularidad, de una a dos veces al día o más, tienen un riesgo 26 % mayor de desarrollar diabetes tipo 2 que quienes rara vez consumen estos productos. La ingesta de este tipo de bebidas también deriva en otras afecciones como la obesidad.

Alcohol: El alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades aun cuando se tenga un consumo moderado. Según la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, beber esta sustancia aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de cabeza y cuello, hígado, esófago, mama y colorrectal.

La mencionada fuente explica que “es posible que el aumento del riesgo esté relacionado con dos químicos que pueden dañar el ADN de las células saludables: etanol, que es la parte principal de las bebidas alcohólicas y acetaldehído, que se fabrica cuando el alcohol es digerido por el cuerpo”.

De igual forma, tomar alcohol puede debilitar la capacidad del cuerpo de procesar y absorber nutrientes importantes, como las vitaminas A, C, D, E, folato y carotenoides.

Jugos de fruta: Si bien estas bebidas suelen considerarse como saludables, su efecto negativo está en la cantidad de azúcar que le aportan al organismo. Aun siendo 100 % de frutas, la Escuela de Salud Pública de Harvard recomienda limitar su consumo e ingerir la fruta, para evitar complicaciones con los niveles de glucosa en la sangre.