Generalmente todos los problemas de salud son multicausales. Es decir, no se desarrollan a raíz de un solo motivo, sino que aparecen debido a una conjunción de varios factores. Pese a todo, hay algunas características fisiológicas que pueden generar más riesgo de padecer ciertas afecciones. Ese es el caso del deterioro de la memoria.
Un estudio científico realizado por investigadoras de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vermont, que fue publicado en la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, Neurology, analizó la relación entre el tipo de sangre de las personas y los problemas en la capacidad de recordar distintos eventos.
El análisis fue parte de un estudio de mayor escala conocido como Razones de las diferencias geográficas y raciales en el accidente cerebrovascular (Regards), que se llevó a cabo a partir del seguimiento a cerca de 30.000 individuos por más de tres años. Durante la investigación, identificaron que 495 personas que no tenían ningún problema de memoria al comienzo desarrollaron un deterioro cognitivo.
Su desempeño se comparó con el de otras 587 personas que se mantuvieron sanas durante los análisis de los investigadores. Entre otras cosas que fueron medidas por los autores del estudio estuvo el tipo de sangre que tenían las personas que desarrollaron problemas con su memoria.
Después de analizar sus hallazgos, concluyeron que las personas que tenían el tipo de sangre AB, en comparación con el resto de la población, tenían 82 % más de riesgos de presentar dificultades con su pensamiento y el desarrollo de la memoria que, a la larga, podrían provocarles demencia.
“Estudios anteriores han demostrado que las personas con sangre tipo O tienen un menor riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular, factores que pueden aumentar el riesgo de pérdida de memoria y demencia”, indicó la Universidad de Vermont en un comunicado de prensa.
Sus análisis, adicionalmente, mostraron que en el grupo de las personas que mostraron un deterioro cognitivo el 6 % pertenecían al grupo sanguíneo AB.
“Nuestro estudio analiza el tipo de sangre y el riesgo de deterioro cognitivo, pero varios estudios han demostrado que factores como la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes aumentan el riesgo de deterioro cognitivo y demencia”, señaló Alexander.
Así mismo, el estudio también observó cuáles eran los niveles del factor VIII en la sangre, una proteína que es clave para los procesos de coagulación. No obstante, esa proteína tiene un papel determinante en el deterioro cognitivo: entre más alta es, más probabilidades hay de desarrollar problemas con el pensamiento y la memoria.
Lo que mostró la investigación fue que los pacientes que tenían un tipo de sangre AB tenían mayor cantidad del factor VIII en la sangre.
“Las personas en este estudio con niveles más altos de factor VIII tenían 24 % más de probabilidades de desarrollar problemas de pensamiento y memoria que las personas con niveles más bajos de la proteína. Las personas con sangre AB tenían un nivel promedio más alto de factor VIII que las personas con otros tipos de sangre”, subrayó la universidad en el comunicado.
Más allá de los factores biológicos, genéticos o familiares que puedan incidir en la pérdida de la memoria, lo cierto es que hay múltiples prácticas y hábitos que pueden implementarse para cuidar la salud del cerebro y, con ello, preservar el buen estado de la memoria.
Entre otras cosas, la Clínica Mayo de Estados Unidos recomienda hacer actividad física regular, hacer actividades que estimulen la mente como los juegos de mesa o la interpretación de instrumentos musicales nuevos. También se aconseja socializar, mantener organizado el hogar, dormir bien y comer frutas y verduras en proporciones adecuadas todos los días.
Además, es válido destacar que Marc Milstein, investigador británico en neurociencia y autor del libro ‘El cerebro a prueba de edad: Nuevas estrategias para mejorar la memoria, proteger la inmunidad y combatir la demencia’, resaltó algunas reglas de oro para mantener un cerebro ágil, mejora la memoria y combatir la demencia:
1. Cuidado con la presión arterial y el colesterol. “El corazón late unas 115.000 veces al día y con cada latido envía al cerebro alrededor del 20% del oxígeno del cuerpo. La hipertensión puede debilitar el músculo cardíaco y es una de las principales causas de infarto cerebral. Lo ideal es que no supere los 120/80″, destaca Milstein.
2. Regular el azúcar y prestarle atención a los ingredientes de los productos en envases. “El azúcar en la sangre es el principal combustible del cerebro. Si no es suficiente, no tendrá energía; si es demasiado, puede destruir los vasos sanguíneos y los tejidos, lo que provocará un envejecimiento prematuro y enfermedades cardiovasculares”.
7. Aprender de forma constante. “Mantener una buena memoria no es solo cuestión de juegos cerebrales como los sudokus o los crucigramas. Aprender habilidades y adquirir información son formas mucho más eficaces de establecer nuevas conexiones en el cerebro. Cuantas más conexiones haga, más probabilidades tendrá de retener e incluso mejorar su memoria”, concluye Marc Milstein.