El sueño es un proceso que ocupa la tercera parte de la vida del ser humano y resulta imprescindible para que el individuo mantenga regulado el organismo.
Es clave para la protección del sistema inmunológico, ya que durante el sueño se llevan a cabo las funciones necesarias para mantener su equilibrio. Mientras las personas duermen, el sistema inmune aprovecha para regenerarse y fortalecerse en sus funciones contra las toxinas y los gérmenes, que pueden afectar al cuerpo.
Durante el sueño hay restablecimiento de energía, eliminación de radicales libres, regulación endocrina y de la actividad eléctrica cortical, consolidación de la memoria y redistribución celular con aumento y activación de linfocitos T en nódulos linfáticos, indica el portal Scielo, biblioteca electrónica de revistas científicas.
Tan importante es dormir bien para fortalecer el sistema inmune como alimentarse de manera adecuada, llevando una dieta equilibrada y haciendo ejercicio con regularidad.
Aunque las horas de sueño y su calidad dependen de las edades, si se le quita al menos una, dos o tres horas a esta rutina es suficiente para reducir la efectividad de importantes células inmunológicas que se estimulan cuando las personas duermen, indica el Instituto Europeo del Sueño.
Esta institución indica que diversos estudios científicos han determinado que no dormir bien afecta a los llamados linfocitos T o células T que produce la médula ósea y cuyas funciones son parte importante del sistema inmune para luchar contra los agentes infecciosos.
El insomnio u otros trastornos del sueño también puede generar afectaciones en funciones orgánicas relacionadas con el plasma sanguíneo, las moléculas solubles como la adrenalina y la prostaglandina y también el neurotransmisor adenosina. “También las investigaciones han establecido que las personas que duermen menos de siete horas al día son tres veces más propensas a resfriarse que las que duermen ocho horas o más”, precisa.
De acuerdo con los expertos, las personas adultas necesitan dormir mínimo 7 horas por noche para obtener todos los beneficios del sueño, pero es importante que el sueño durante ese tiempo sea de calidad, que la persona no se despierte varias veces durante la noche y que no se levante al día siguiente sintiendo mucho cansancio.
La Biblioteca de Medicina de Estados Unidos indica que la cantidad de sueño que la persona requiere para recuperarse y fortalecerse depende de varios factores, incluyendo su edad, estilo de vida, estado de salud y si ha dormido lo suficiente. Las recomendaciones generales para dormir son:
- Recién nacidos: 16-18 horas al día
- Niños en edad preescolar: 11-12 horas al día
- Niños en edad escolar: por lo menos 10 horas al día
- Adolescentes: 9-10 horas al día
- Adultos (incluyendo adultos mayores): 7-8 horas al día
Efectos de no dormir bien
Hay quienes piensan que los adultos necesitan dormir menos a medida que envejecen, pero no hay evidencia que lo demuestre. Sin embargo, a medida que les pasan los años, las personas tienden a dormir menos o a pasar menos tiempo en el sueño profundo y reparador, además de que se despiertan más fácilmente.
Cuando un individuo no duerme bien o lo suficiente, puede sentirse cansado y afectar su rendimiento, incluyendo su capacidad de pensar con claridad, reaccionar rápidamente y formar recuerdos. Esto puede llevarlo a tomar malas decisiones y ponerse en situaciones de riesgo. Las personas que no duermen bien son más propensas a sufrir accidentes, por ejemplo.
La privación del sueño también puede afectar el estado de ánimo, lo que causa: irritabilidad, problemas en sus relaciones, especialmente para niños y adolescentes, depresión y ansiedad.
Existen algunos consejos que pueden ayudar a que las personas puedan dormir mejor, según el portal Salud 180. Por ejemplo, ser constantes a la hora de acostarse, evitar distracciones (como pantallas) en la habitación, mantener una luz indicada y no comer o beber ciertos alimentos antes de acostarse.