La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que las enfermedades relacionadas con el corazón son la principal causa de defunción en el mundo. La mayoría de veces son resultado de hábitos de vida poco saludables como una dieta malsana, el sedentarismo, el consumo de tabaco y el exceso de alcohol, entre otros.

Alimentarse de forma saludable es una de las mejores estrategias para evitar problemas en este importante órgano y prevenir el desarrollo de afecciones como mala circulación o presión arterial elevada.

La ingesta de frutas, verduras, cereales integrales y carnes magras es determinante; al tiempo que se deben dejar de lado las grasas trans y las saturadas, indican los especialistas. En el marco de una dieta saludable es importante el consumo de alimentos como el pescado, pero no todos los pescados, pues no ofrecen los mismos beneficios.

El salmón es uno de los pescados azules más saludables para el organismo. | Foto: Libre de derechos

Pescado azul para regular la presión arterial

El pescado azul o graso es el recomendado para ayudar a cuidar la salud del corazón. El instituto de investigación Mayo Clinic indica que comer al menos dos porciones de pescado a la semana podría reducir el riesgo de tener enfermedades cardíacas.

La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda que las personas consuman pescado rico en grasas insaturadas, conocidas como ácidos grasos omega-3, los cuales pueden beneficiar la salud del corazón y reducir el riesgo de que se presente alguna afección mortal.

Dentro de sus beneficios ofrecidos por el pescado azul se incluye que ayuda a disminuir los triglicéridos, reducir la presión arterial y la coagulación de la sangre, disminuir el riesgo de accidente cerebrovascular y de insuficiencia cardíaca y bajar los latidos irregulares del corazón, precisa la citada fuente.

Específicamente en lo relacionado con la presión arterial, un análisis de 16 estudios realizado en 2012 concluyó que consumir entre 0,45 y 4,5 gramos de ácidos grasos omega-3 mejoraría de manera significativa la función arterial y la salud cardiovascular a nivel general.

El atún hace parte de la lista de pescado azules, saludables para el corazón. | Foto: GettyImages

Los pescados grasos son los que más aportan omega-3 y dentro de las opciones de consumo están: el salmón, la sardina, el atún, el arenque, la caballa y la trucha de lago. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) recomienda el pescado como parte de una dieta saludable para la mayoría de las personas.

“La mayoría de los adultos deben comer por lo menos ocho onzas o dos porciones de pescado rico en omega-3 a la semana. El tamaño de la porción debe ser de unas cuatro onzas”, precisa Mayo Clinic.

Saludable y nutritivo

Una publicación de la revista Mejor con Salud, escrita por Antonella Grandinetti, asegura que el pescado contiene proteínas de alto valor biológico y aminoácidos esenciales, ayudando así a mantener sanos los tejidos y órganos, según lo determina un estudio publicado en la revista Nutrients.

En general, los pescados presentan en su composición minerales como calcio, potasio, yodo, fósforo, magnesio y zinc, además de vitaminas A, B6, B12, D y E. El pescado se divide según su contenido de grasa en pescado magro o blanco y azul o graso.

El general, el pescado le ofrece diversos beneficios al organismo. | Foto: Getty Images

Otros de sus beneficios

Además de ayudar a controlar la presión arterial, mantener una buena circulación y evitar o prevenir la formación de coágulos, el pescado azul aporta calcio que es calve para la formación y preservación de los huesos. Por este motivo, se recomienda comer pescados como las sardinas y los boquerones. Al comerse con espinas, se ingiere una mayor dosis de este mineral que ayuda a cuidar la salud ósea y muscular.

Otra de sus bondades es que la acción antioxidante de las vitaminas A y E presentes en los pescados azules resulta favorable para prevenir enfermedades degenerativas como el Alzheimer y el cáncer.

Por último, el pescado azul es rico en vitaminas del grupo B, las cuales son esenciales para el proceso de regeneración de ADN, además de ayudar al cuerpo a procesar los alimentos y convertirlos en energía.