Este 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, enfermedad que -contrario a lo que muchas personas creen- no se trata solamente de un mal día o de una situación que origina tristeza temporal.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más que un cambio de humor, la depresión es considerada como una patología que ataca la mente de al menos 3,8 % de la población mundial. Asimismo, el organismo asegura que, del total de los adultos, al menos el 5 % la padece, mientras que 5,7 % de los pacientes son adultos mayores de 60 años.
En pocas palabras, y según la traducción numérica hecha por la OMS, la depresión afecta a unos 280 millones de personas en todo el planeta.
“La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave”, explica esta organización.
Asimismo, detalla que el sufrimiento que puede causar en la persona afectada puede derivar en un bajo rendimiento académico o laboral, así como en un distanciamiento cada vez mayor de sus principales relaciones socioafectivas, tales como la familia, los amigos o la pareja sentimental.
“En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700.000 personas. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años”, añade la información de la OMS.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) asegura que en el caso de las Américas (Norte, Centro y Suramérica, así como las islas del Caribe) la depresión es considerada como una de las principales causas de discapacidad, aunque los tratamientos aún son escasos entre la población, una problemática que se deriva de una brecha originada por tres grandes factores:
- Falta de acceso a la atención de la salud.
- Inversión económica inadecuada.
- Estigma social.
Además, se puede añadir un cuarto factor que es el diagnóstico erróneo, ya que muchos expertos terminan confundiendo la depresión con otro tipo de enfermedades mentales un poco más leves, lo que a su vez deriva en tratamientos fallidos.
En muchas ocasiones, las personas con depresión no reciben la atención médica especializada que necesitan, mientras que, en casos contrarios, personas que no tienen la enfermedad son tratadas como si la tuvieran. Por esto, es muy común que pacientes no depresivos terminen consumiendo antidepresivos que, por supuesto, terminan siendo perjudiciales para su salud física y mental.
Síntomas de la depresión
Aunque detectar la depresión de forma tácita es una tarea difícil, llegando incluso a confundirla con otro tipo de trastorno mental, lo cierto es que existen algunos síntomas que, aunque no ayudan a decidir si se trata de depresión o no, dan señales para alertarse y llevar la situación hasta un médico:
- Estado de ánimo bajo (tristeza, irritabilidad o sensación de vacío).
- Pérdida de la sensación de disfrute o falta de interés en actividades que en el pasado llenaban a la persona (este síntoma puede durar casi todos los días durante al menos dos semanas).
- Poca facilidad para concentrarse.
- Sentimiento excesivo de culpa.
- Baja autoestima.
- Poca fe en el futuro.
- Pensamientos relacionados con la muerte de otras personas o incluso con el suicidio.
- Falta de sueño.
- Falta de apetito.
- Sensación de cansancio o escasa energía.
Sin embargo, determinar por sí mismos el diagnóstico de esta enfermedad es una tarea casi que imposible, además de irresponsable. Por esto, lo mejor es asistir con un especialista para que sea este el que inicie una terapia con la cual poder tratar el trastorno mental del paciente.