El agua es el componente principal del cuerpo, al que le corresponde más del 60 por ciento del peso corporal, según la Clínica Mayo. Adicionalmente, el organismo depende de este líquido para sobrevivir.

Todas las células, los tejidos y los órganos del cuerpo necesitan agua para funcionar bien. El agua sirve para eliminar desechos a través de la orina, el sudor y la defecación, mantener la temperatura normal, lubricar y acolchonar las articulaciones y proteger tejidos sensibles

La falta de agua puede llevar a deshidratación, afección que se presenta cuando el cuerpo no tiene suficiente cantidad de agua para llevar a cabo las funciones normales. Hasta una ligera deshidratación puede mermar la energía y hacer sentir cansancio, reseña la misma institución.

Por consiguiente, es clave tomar una adecuada cantidad de agua durante el día y la noche antes de dormir. Al momento de recibir una cantidad de agua, el cuerpo automáticamente se hidrata, liberando la vasopresina, hormona que regula el ritmo circadiano y evita la deshidratación durante el sueño profundo. Cuando no hay suficiente agua en el cuerpo humano antes de dormir y ante la ausencia de esta hormona, se pueden generar interrupciones constantes del sueño.

Adicionalmente, el dormir bien hidratado hace que se faciliten los procesos que llevan a cabo a la desintoxicación. El agua aumenta la circulación sanguínea y facilita la descomposición de los desechos a nivel celular. Además, será más fácil sudar y por ende, expulsar el exceso de sales y toxinas presentes en el cuerpo.

Tomar agua puede ayudar a subir las defensas. | Foto: Guido Mieth

También consumir agua antes de dormir trae beneficios para el sistema cardiovascular. Según un estudio realizado en Suiza por la universidad de Friburgo, se encontró que mantenerse hidratado durante el sueño reduce la frecuencia cardiaca y disminuye la presión arterial. Algo que el cuerpo agradece al disminuir la carga del trabajo cardíaco.

Hay quienes usan filtro para poder consumir agua de la llave. | Foto: Getty Images

Igualmente, conlleva beneficios para la piel. Además de ser el órgano más grande del ser humano, la piel es el principal beneficiario al momento de tener una buena hidratación antes de dormir, debido a que evita la generación de manchas, arrugas y acné en la cara. En el caso de la noche, si el cuerpo está correctamente hidratado, el sudor permitirá que la piel atraviese por un proceso de depuración celular, el cual evitará que se tapen los poros.

Todas las células, los tejidos y los órganos del cuerpo necesitan agua para funcionar bien. | Foto: Getty Images

Factores que influyen en el consumo de agua

En términos generales, la mayoría de los hombres necesita aproximadamente 13 tazas de líquido al día y la mayoría de las mujeres necesita aproximadamente nueve.

No obstante, hay factores que influyen para que el consumo sea mayor, como por ejemplo:

  • Ejercicio. Si se hace cualquier actividad que haga sudar, se necesita beber agua adicional para cubrir la pérdida de líquidos. Es importante beber agua antes, durante y después de un entrenamiento.
  • El entorno. El clima cálido o húmedo puede hacer sudar y exige que se beba más líquido. La deshidratación también puede ocurrir a grandes altitudes.
  • Salud general. El cuerpo pierde líquidos cuando se tiene fiebre, vómitos o diarrea y por ello, se debe beber más agua o seguir la recomendación de un médico de beber soluciones de rehidratación oral. Otras afecciones que pueden requerir una mayor ingesta de líquidos son las infecciones de la vejiga y los cálculos de las vías urinarias.
  • El embarazo y la lactancia. Si se está en embarazo o amamantando, es posible que se necesiten más líquido para mantener la hidratación.

Adicional, es recomendable beber un poco de agua cada vez que se vaya al baño, pues es una forma de mantener los niveles de hidratación constante.

En consecuencia, una forma de saber si se está bebiendo lo suficiente es confiar en el cuerpo y si se tiene sed es que se necesita beber.

Adicional, la ingesta de líquidos probablemente sea adecuada si rara vez se tiene sed o si la orina es incolora o de color amarillo claro.

Por su parte, si se está deshidratado, esto puede provocar dolor de cabeza y hacer que la persona se sienta cansada, estreñida y enferma.

No obstante, el exceso de agua también es malo, pues “produce una disminución de sodio en la sangre que puede provocar, una sintomatología que será más grave dependiendo más de la rapidez de instauración que de la concentración de sodio. De esta forma, puede ir apareciendo cefalea, letargia y obnubilación, pudiendo llegar a provocar convulsiones y coma”, de acuerdo con el Grupo Sanitas.

De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y, por ello, lo primero que se debe hacer es consultar a un experto de la salud, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.