“El desayuno es la comida más importante del día”, se ha enseñado por ahí constantemente. Pues resulta que, de acuerdo con lo que esa frase y la ciencia indican, este servirá como motor o fuente de energía para el resto de la jornada, ya que constituye la primera ingesta de alimentos después de un tiempo considerable de ayuno (durante el sueño) y, además, antecede a las horas en las que más actividad física hay.
Precisamente por el gasto de energía que precede al desayunar, históricamente se ha relacionado a la comida de la mañana con lo dulce, pero esta es una idea más perjudicial de lo que se creería.
Jugos de fruta endulzados, panadería, pastelería, galletas, productos achocolatados u otros elementos llenos de azúcar suelen ser tenidos en cuenta al momento de comenzar el día y consumir ese primer plato.
El jugo de naranja se ha vuelto el aliado perfecto del desayuno en todo el mundo. Millones de hoteles, restaurantes de cadena y hogares comunes optaron por esta preparación, basándose en las propiedades del cítrico como argumento para incluirlo en el menú matutino.
No obstante, hoy por hoy los estudios reconocen que aquellos zumos de naranja industrializados que venden en cada supermercado incluyen azúcares en cantidades perjudiciales, aun cuando dicen que son 100 % naturales, por lo que se facilita la presencia de males como la diabetes, hiperglicemia o inflamación.
Esto eleva rápidamente los niveles de glucosa en la sangre, lo cual se relaciona con los marcadores inflamatorios. Además, es bien sabido que la resistencia a la insulina es un peligroso componente en contra de la salud.
Finalmente, es clave indicar que la mañana es el peor momento para endulzar al organismo con azúcares o almidones, pues es cuando es más sensible a la glucosa, más problemas tiene en procesarla y almacenará más de la que realmente se necesita, propiciando problemas como los mencionados anteriormente.
Es por lo anterior que los médicos recomiendan deconstruir la idea del desayuno con porciones dulces (guarnición o bebida). En contraparte, una alternativa salada podría traer numerosos beneficios para el arranque del día a día.
Y es que las grasas y las proteínas, presentes en los alimentos salados, no producen picos de glucemia, nutriendo mucho más y manteniendo los niveles de azúcar en orden. La carga proteínica permitirá que la energía recibida sea por más tiempo.
Es por esto que el consumo de huevo o cárnicos en al comienzo del día sí hace parte de un desayuno balanceado. No obstante, no se debe caer en el exceso.
Así como la ayuda en evitar los picos de glucosa o tener un aporte nutricional mayor, desayunar salado también tiene una ventaja económica y es que permite rotar los productos en la nevera mejor que si se cerrara a usar productos dulces o azucarados, pues estos no servirían para el resto del día (como almorzar cereal con yogurt, por ejemplo).
Las preparaciones con huevo, el salmón, las anchoas, las verduras y las hortalizas destacan entre las opciones.
También están los frutos secos, los cuales no solo ayudan a que se mantengan los niveles de azúcar recomendables y que se tenga la energía necesaria durante el día, sino que son ampliamente sugeridos en las dietas que persiguen la pérdida de peso.
Cabe indicar que, a pesar de ser mejor desayunar salado que dulce, el solo hecho de tomar el desayuno, un hábito que no es la norma para muchas personas, ayuda a acelerar el metabolismo, un factor beneficioso para prevenir la obesidad.
El solo hecho de tomar el desayuno traerá los siguientes beneficios:
- La activación del metabolismo.
- El aumento del rendimiento gracias a los nutrientes que aportan esos alimentos de la mañana.
- La prevención del sobrepeso, debido a que el consumo irregular de las comidas del día puede ser contraproducente y favorecer la ganancia de peso.
- El bienestar y la mejora en el estado de ánimo.