Con relativa frecuencia las personas tienen la duda sobre si consumir o no un alimento que tiene moho en alguna zona, por lo cual es clave empezar señalando que esto reviste un riesgo para la salud del organismo.
El moho en principio es un microorganismo necesario en la naturaleza, pues agrupa a una serie de hongos que crecen en la materia orgánica y ayudan a descomponerla.
“Para poder reproducirse, el moho produce esporas, las cuales se propagan a través del aire, el agua o a través de insectos. Estas esporas actúan como semillas y pueden propiciar un nuevo crecimiento de moho si las condiciones son apropiadas”, advierte el Departamento de Salud del estado de Nueva York, Estados Unidos.
Comer alimentos con moho puede hacer que las personas se expongan a unas sustancias llamadas micotoxinas, que pueden provocar múltiples consecuencias negativas en su salud.
“Los efectos de algunas micotoxinas presentes en los alimentos se manifiestan rápidamente tras el consumo de los productos contaminados. Otras se han relacionado con efectos a largo plazo, tales como el cáncer y la inmunodeficiencia. De los varios cientos de micotoxinas identificadas hasta ahora, unas doce han llamado más la atención debido a sus efectos graves en el ser humano y su frecuencia en los alimentos”, sostiene una reseña de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha manifestado su inquietud con relación a estas sustancias.
Entre otras micotoxinas cita las aflatoxinas, que pueden aparecer en cultivos como el maíz, sorgo, trigo, soya y arroz. Señala que debe tenerse especial cuidado con esta contaminación, porque puede causar daños hepáticos, que en casos extremos llevan a la muerte.
Además, el organismo multilateral menciona la ocratoxina A, que puede contaminar “alimentos como los cereales y sus productos, los granos de café, las pasas, el vino y el jugo de uva, las especias y el regaliz”. Exponerse a esta sustancia puede hacer que las personas tengan problemas con los riñones.
De otro lado, hizo referencia a la patulina, que se encuentra presente con frecuencia en las manzanas y los productos derivados de estas, pero también puede aparecer en otras frutas. “Los síntomas agudos en animales incluyen daño al hígado, bazo y riñón, y toxicidad para el sistema inmunitario. En el ser humano se han descrito náuseas, trastornos gastrointestinales y vómitos”, anota el ente multilateral.
Así se puede evitar la exposición al moho en los alimentos
La OMS no solo reconoce la exposición a las micotoxinas como una amenaza para la salud pública, sino que advierte que es una intoxicación que se puede evitar.
“Por lo general, los mohos no crecen en alimentos debidamente secos y almacenados, por lo que un secado eficiente de los productos básicos y el mantenimiento de la sequedad o el almacenamiento adecuado, son medidas eficaces contra el crecimiento de mohos y la producción de micotoxinas”, señala el organismo sanitario.
Y advierte que, entre otras medidas, los ciudadanos pueden reducir el riesgo de exposición al moho si implementan algunas medidas como inspeccionar los cereales enteros antes de comerlos. En esa medida, es importante notar que no tengan un aspecto mohoso, cuerpos extraños o que presenten cambios de color fuera de lo común.
También resalta la importancia de almacenar los alimentos secos y frescos, además de evitar que pase demasiado tiempo entre la compra y el consumo de estos.
Por su parte el Departamento de Salud de Nueva York, sostiene que el moho no solo puede encontrarse en los alimentos, sino que también puede ser detectado en algunos espacios de los hogares.
“El moho crece y se multiplica en las condiciones adecuadas, necesitando apenas de la suficiente humedad para hacerlo (por ejemplo, en forma de humedad muy alta, condensación, o agua proveniente de una tubería, etc.) y de la materia orgánica (por ejemplo, paneles de techo, paneles de yeso, empapelados, o alfombras de fibra natural)”, puntualiza la autoridad sanitaria.