Los remedios caseros y naturales cada vez ganan más adeptos cuando de prevenir o tratar algunas afecciones de salud se trata. Si bien en muchas ocasiones no actúan como tratamientos, si ofrecen beneficios complementarios que ayudan a aliviar molestias.

Esto sucede con la miel y el limón. Estos dos productos son importantes para el organismo porque aportan vitaminas y antioxidantes que ayudan a fortalecer el sistema de defensas, por ejemplo.

El limón es uno de los frutos más reconocidos debido a su versatilidad y propiedades medicinales. Se destaca por su alto contenido de vitamina C y minerales como calcio, hierro, magnesio, potasio y fibra. Es una fuente de compuestos vegetales llamados flavonoides, que tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios.

Según el portal Medical News Today, los antioxidantes ayudan a proteger las células del cuerpo del daño causado por factores adversos como los radicales libres, compuestos que generan el estrés oxidativo.

El limón tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios. | Foto: Getty Images

Por su parte, la miel además de ser rica en minerales como calcio, hierro, cobre, magnesio, manganeso, zinc, potasio y fósforo, también es buena fuente de vitaminas del grupo B, C, D y E. Es un alimento que aporta antioxidantes y aminoácidos, como el ácido cítrico el acético. Es fuente de proteína y tiene un gran poder hidratante y antiinflamatorio. Consumir agua de limón con miel en ayunas es saludable para el organismo y brinda algunos beneficios específicos.

Ayuda a controlar el peso

La ingesta de esta bebida en la mañana es favorable para mantener un peso saludable, ya que su combinación se convierte en un desengrasante, favoreciendo que las grasas se disuelvan y descompongan más fácilmente en el organismo para ser usadas o expulsadas. Esto se consigue especialmente por la acción del limón que tiene propiedades depurativas, según información del portal unCOMO, especializado en temas de estilo de vida.

Aliada de las articulaciones

La ingesta de la mencionada bebida ayuda a aliviar el dolor articular, por ejemplo, el que se genera con dolencias como la artritis o la rigidez muscular, entre otros. Estos dos alimentos se caracterizan porque ayudan a desinflamar los tejidos en los que se acumulan agentes infecciosos que son los que causan el dolor. Una de las propiedades de la miel es que es antibiótica.

La miel y el limón tienen propiedades que complementadas potencian sus beneficios para el organismo. | Foto: Getty Images

Contra las bacterias

Una publicación de la revista Mejor con Salud, escrita por Carolina Betancourth, cita estudios publicados en Asian Pacific journal of tropical biomedicine y en Food science & nutrition, que han avalado las propiedades antimicrobianas de la miel y el limón, respectivamente. Estos dos ingredientes ayudan a aliviar complicaciones generadas por las bacterias. Se pueden ingerir, pero también es posible aprovechar sus beneficios bajo una administración tópica para evitar la infección de heridas pequeñas, por ejemplo.

Arriba las defensas

Otro de los beneficios del agua con limón es el fortalecimiento de las defensas y, en general, del sistema inmunológico por el gran aporte que tienen ambos alimentos de vitaminas y minerales. Esto hace que el organismo enfrente de mejor forma amenazas de tipo vírico, especialmente del sistema respiratorio. También es una combinación beneficiosa para combatir y evitar la cistitis, según unCOMO.

La miel y el limón son favorables para mejorar la digestión. | Foto: Getty Images

Buen tránsito intestinal

En la cultura popular se afirma que la mezcla de miel con limón es un buen remedio para regular el pH del cuerpo, eliminar la acidez y recibir nutrientes importantes como la vitamina C, riboflavina y vitamina B. De igual forma, existe evidencia de que la miel tiene propiedades laxantes; de manera que puede ser útil contra afecciones como el estreñimiento, asegura Mejor con Salud.

¿Cómo prepararla?

Para preparar un agua con limón y miel se requiere de medio limón que se exprime y se agrega su contenido en un vaso, al cual se añade una cucharadita de miel. De forma separada, se pone a hervir el agua y posteriormente se agrega a los otros ingredientes. Se mezcla bien y se espera a que se enfríe un poco para beberla a una temperatura ambiente, aunque lo mejor es tomarla tibia o caliente, como si fuera un té.