La flora intestinal es un elemento fundamental para prevenir que el intestino permanezca hinchado o bloqueado y afecte el funcionamiento del resto del organismo, incluso generando enfermedades, por lo que muchos expertos coinciden en que la alimentación debe ser la base para que cualquier persona pueda fortalecer su salud intestinal.

De acuerdo con el portal especializado en salud TodoDisca, existen algunos hábitos negativos que pueden desequilibrar el funcionamiento de la flora intestinal o flora bacteriana, por ejemplo, una alimentación inadecuada, una vida sedentaria, altos niveles de estrés y el frecuente consumo de bebidas alcohólicas.

La flora intestinal es clave para proteger al cuerpo de infecciones. | Foto: Getty Images

En primer lugar, una alimentación desequilibrada con bajos aportes de vitaminas y minerales puede afectar el buen funcionamiento del sistema digestivo. Comer a deshoras también puede generar efectivos negativos, además de mantener una vida sedentaria.

El consumo de bebidas alcohólicas de manera frecuente, fumar en exceso y mantener altos niveles de estrés también influye en que la microbiota del organismo comience a deteriorarse.

Estos son algunos de los alimentos que recomiendan especialistas de la EPS Famisanar para mantener estos microorganismos en buen estado.

  1. Manzanas. Esta fruta contiene pectina, un tipo de fibra soluble y un alimento para las bacterias buenas de la flora intestinal. Para esto, lo ideal es lavarlas bien y consumirlas con cáscara, pues gran parte de la fibra se encuentra en la piel de la fruta.
  1. Verduras fermentadas. Los encurtidos como los pepinillos o el apio y las verduras fermentadas son ricos en lactobacilos, un tipo de probióticos que le ayudarán al cuerpo a equilibrar la flora intestinal.
  1. Jengibre. Gracias a su poder antibacteriano resulta un gran aliado para cuidar la flora intestinal y reducir las alteraciones de la misma. Adicionalmente, actúa como antibiótico para combatir las bacterias infecciosas e incrementar el buen estado de la flora intestinal.
  1. Fríjoles. Ricos en proteínas, fibras y vitaminas, son óptimos para reducir los ácidos estomacales, potenciar la flora intestinal y favorecer el incremento de energía.
  1. La cebolla, ajo, alchachofas y espinacas. Son excelentes alimentos prebióticos. Según el portal Saber Vivir Tv, estos vegetales contienen compuestos como la inulina, similares a la fibra vegetal que pasan sin digerirse al intestino y sirven de alimento a las bacterias buenas.

La importancia del yogur

Yogur (getty) | Foto: Andrew Unangst

Los yogures con probióticos son bebidas que brindan beneficios para el funcionamiento del intestino debido a que ayudan a mejorar la digestión y protegen la flora intestinal, como explica la periodista y redactora en temas de salud Beatriz G. Portalatín, en un artículo publicado en el diario digital El Español de España.

Sin embargo, expertos advierten que la gran mayoría de los yogures que se venden en los supermercados contienen más azúcar de la recomendada para el consumo humano por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por esa razón, una buena alternativa es consumir yogur griego, pues tiene una menor cantidad de azúcar añadida y un mayor contenido de proteínas y grasa.

“El consumo de yogur parece tener efectos beneficiosos sobre la salud humana, pero el consumo de ambos mostró una mayor mejora en algunos parámetros de salud cardiovascular”, resalta un estudio publicado en 2016 por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos.

Los yogures naturales enteros (que no tengan edulcorantes) y los yogures naturales desnatados también son recomendados, aunque los expertos recomiendan que cada persona debería consultar primero con un especialista en nutrición para diseñar su dieta de acuerdo con las características específicas de su organismo.

“Se ha observado recientemente (y el hallazgo se repite de un estudio a otro con pertinencia) que el consumo de yogur se asocia a un menor riesgo de obesidad central”, agrega Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, en su libro Salud a ciencia cierta (Planeta).