La presión arterial alta es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (Medline Plus), dicha presión eleva el riesgo de una enfermedad cardiovascular.

Cabe aclarar que de acuerdo con el National Institute on Aging (NIH, por sus siglas en inglés) la presión arterial alta, se denomina hipertensión y baja, hipotensión.

Y aunque se ha atribuido la ingesta de sal como uno de los factores que más inciden en hipertensión, también se debe considerar que el consumo nocivo de alcohol y la inactividad física influyen en la presión arterial. Por esto, los hábitos saludables contribuyen en la salud del cuerpo, ya que disminuye el riesgo de muerte.

Es importante precisar que ninguna persona está exenta a sufrir de hipertensión o hipotensión, muchos son los factores de riesgo que incrementan las posibilidades de que se desarrollen, como por ejemplo, la llegada de la menopausia en las mujeres, y en el caso de los hombres, cuando son mayores de 55 años. A lo anterior se asocian los antecedentes familiares o el envejecimiento.

Entre tanto, la Clínica Mayo asegura que la presión arterial alta no solo afecta a las arterias, sino que pone en peligro a otros órganos del cuerpo, como por ejemplo:

El cerebro

Un artículo de AARP explica que hay una correlación entre la hipertensión y la demencia. Todo esto se determinó por un estudio publicado en la revista JAMA en donde 1.700 personas fueron estudiadas por 24 años para corroborar el impacto que tiene la presión arterial sobre el cerebro.

Foto de referencia sobre neuronas. | Foto: Getty Images

Los resultados aseguraron que quienes se encontraban en una edad entre los 44 y 66 años de edad y tenían un diagnóstico de hipertensión estaban en 49 % de riesgo de sufrir demencia y deterioro cognitivo leve.

Sin embargo, no solo la hipertensión fue protagonista, sino la hipotensión, ya que quienes tuvieron presión arterial baja luego de tener alta, elevaron las posibilidades de deterioro cognitivo leve (65 %).

Lo anterior se explica porque la fuerza que ejerce la sangre en las arterias es dañina para los vasos sanguíneos del cerebro y esto impide su flujo óptimo.

La fuerza que ejerce la sangre en las arterias es dañina para los vasos sanguíneos del cerebro y esto impide su flujo óptimo. | Foto: Getty Images

AARP indica que cuando una persona en la edad media de su vida tiene hipertensión, deteriora algunas zonas del cerebro y más adelante puede tener consecuencias como un trastorno cognitivo.

En un informe, la Clínica Mayo señala que la hipertensión puede también propiciar un accidente cerebrovascular porque provoca la formación de coágulos sanguíneos que bloquean el flujo de la sangre.

Cabe recordar que, un accidente cerebrovascular ocurre cuando el cerebro deja de recibir sangre y sus células empiezan a morir. Es de tal importancia actuar de manera inmediata para impedir daños mayores en él.

Hombre que sufre un accidente cerebrovascular o un accidente cerebrovascular o un ataque cerebral con coágulo de sangre o ilustración de representación 3D de trombo. | Foto: Getty Images

“Si el accidente es muy intenso, puede ocasionar la muerte de forma inmediata. Según la OMS, el 80 % de los AVC prematuros son prevenibles”, asegura la organización internacional en un artículo publicado en el año 2020.

Los riñones

Por su parte, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. explican que los riñones eliminan los desechos del cuerpo a través de la orina.

Foto de referencia sobre riñones. | Foto: Ben-Schonewille

Pero su relación con la presión arterial incide porque ellos la regulan. Por esto, cuando la presión de la sangre sobre las arterias es alta, lo que ocasiona es un daño en los vasos sanguíneos de los riñones. Incluso la Clínica Mayo manifiesta que quienes tienen un diagnóstico de diabetes se ven gravemente afectados.

Los ojos

Al igual que los vasos sanguíneos de los riñones, la presión arterial alta puede dañar los que suministran sangre a los ojos, ocasionando neuropatía óptica, coroidopatía y retinopatía, por ejemplo.