Una aparente espontaneidad muchas veces es impulsividad. La persona mentalmente sana “responde”, el impulsivo “reacciona”. Espontáneo sí, pero también gentil y empático. No obstante, poco se logra si, además de no haber madurado lo suficiente, se convive en una cultura que aplaude a las personas atrevidas, impulsivas, groseras, con menosprecio de la razón y la cordura y, en especial, si todo queda justificado por un “es que yo soy así”.La impulsividad valía la pena en algunas situaciones y, quizás, tenía beneficios evolutivos. Cuando la vida era corta y peligrosa y los recursos eran escasos, había una ventaja en las reacciones rápidas. La impulsividad es un comportamiento natural controlado por mecanismos cerebrales que son esenciales para la supervivencia en todas las especies. Es un rasgo de la personalidad o efecto de un trastorno mental que consiste en la inclinación a actuar sin medir las consecuencias negativas. El concepto es amplio e inespecífico y en muchos casos no tiene manifestaciones permanentes.Le puede interesar: ¿Estar desempleado mejora la salud mental?En los últimos años, las investigaciones han mostrado a la impulsividad como un comportamiento que afecta aproximadamente a un 9 por ciento de la población general. La etiqueta de "impulsivo” se aplica a menudo a un grupo heterogéneo de comportamientos que varían considerablemente en términos de forma y función. Algunos son actos adaptativos y se caracterizan por acciones realizadas sin pensarlo mucho y que tienen resultados positivos, por ejemplo, maniobrar repentinamente para evitar un accidente. La capacidad de responder en algunas situaciones de la vida diaria con rapidez y habilidad y poca deliberación puede ser beneficioso en esas circunstancias.En general, la persona impulsiva hace cosas sin pensar, toma decisiones apresuradas, habla lo que piensa sin contenerse y se impacienta fácilmente. Tiene problemas para controlar las emociones y comportamientos. Esta falta de autocontrol hace que tenga un inadecuado funcionamiento social, personal, familiar y académico.Las personas muy impulsivas pueden tener un atractivo a primera vista, pues asumen riesgos y les gusta el cambio. Van por resultados rápidos y parecen tener una energía ilimitada, pero generalmente son agresivas, tienen comportamientos sexuales de riesgo, irritabilidad, falta de paciencia, dificultad para concentrarse, baja autoestima, aislamiento social y como consecuencia pueden sufrir depresión y ansiedad. Todavía no se ha identificado una razón específica de la causa la impulsividad. Se cree que es la combinación de factores genéticos, físicos y ambientales.Recomendamos: Conflicto y salud mentalCuando ciertas estructuras cerebrales que están vinculadas al funcionamiento de las emociones, los recuerdos y las actividades de planeación funcionan mal, se pueden presentar comportamientos impulsivos. Si las personas han crecido en hogares donde los comportamientos explosivos, la violencia, el abuso verbal y físico, el abuso de sustancias psicoactivas y el trastorno depresivo son comunes, tienen mayor probabilidad de ser impulsivos.Los efectos de la impulsividad pueden ser muy perjudiciales para la persona que no recibe tratamiento. Las posibles consecuencias incluyen dificultad para desarrollar y mantener relaciones interpersonales, fracaso escolar o laboral, auto agresión, comportamientos criminales, baja autoestima y pensamientos o comportamientos suicidas. Hay aspectos de la personalidad que pueden aliviar el problema: si la persona es inteligente, ve las consecuencias de sus actos y actúa de manera más adecuada. También las personas moderadamente ansiosas, generalmente son más prudentes.La impulsividad se ha asociado con varios trastornos mentales, incluyendo adicciones, déficit de atención e hiperactividad, trastorno bipolar (la persona oscila entre la alegría y la tristeza de una forma mucho más acentuada que las personas normales), trastornos límite de la personalidad (que se caracteriza por relaciones interpersonales inestables, fluctuaciones constantes de la imagen de sí mismo, inestabilidad emocional, dependencia excesiva de los demás, impulsividad, tendencia a conductas auto lesivas e inclinación a la psicosis), personalidad antisocial (que se caracteriza por desprecio y violación de los derechos de los demás, falta de adaptación a las normas sociales y legales, tendencia a mentir, irritabilidad, agresividad, despreocupación imprudente por la seguridad propia o la de los demás, impulsividad, irresponsabilidad y ausencia de remordimientos).También se encuentra un grupo de trastornos mentales que se definen colectivamente como trastornos del control de impulsos: el trastorno explosivo intermitente, la piromanía (provocar incendios con la única intención de obtener sensaciones placenteras), la cleptomanía (deseo irresistible de hurtar objetos que no son necesarios para el uso personal o son de poca importancia por su valor monetario), el juego patológico o la tricotilomanía (arrancarse el cabello o los vellos). Por último, la impulsividad se asocia con conductas suicidas, agresividad y con ciertas formas de criminalidad.Puede leer: La salud mental de los colombianos en detalleEs importante saber que las personas impulsivas responden bien a las recompensas, pero son generalmente insensibles al castigo. Funcionan mejor por promesas de recompensas rápidas, atractivas y emocionantes que por la amenaza de un castigo severo. Los procesos de educación, aprendizaje y maduración conllevan la capacidad de dominar la impulsividad, es decir, tener comportamientos proactivos, ser capaces de negociar y expresar los desacuerdos e incluso enfadarse de forma asertiva, sin reactividad.Es increíble la capacidad de ciertas personas en la cotidianidad para insultar, actuar por la primera impresión, manifestar prejuicios de género, racistas o intolerantes, sin mediar una mínima reflexión de los efectos que pueden causar sus palabras o comportamientos.Por último, vale la pena recordar que no es conducta impulsiva aquella que se realiza para llamar la atención o establecer una lucha de poder o algún beneficio material y que cuando lidiamos con una persona impulsiva hay que hacerle ver que no puede pasarse de la raya, eso sí, con toda la educación y tranquilidad que podamos.