Al igual que los humanos, los perros atraviesan por distintos estados de ánimo en función del momento y la situación que estén viviendo. La tristeza, la alegría, el miedo o la ansiedad, son algunas de las sensaciones que las personas comparten con sus mascotas.

Algunas de las causas más comunes detrás del estrés de estos animales son, por ejemplo, la separación de sus dueños, visitar al veterinario o escuchar algunos ruidos fuertes.

Según información del portal Tienda Animal, de España, muchos perros sienten ansiedad al ver marchar a sus dueños y quedarse solos en casa. Hay unos más miedosos que otros, incluso algunos que han vivido situaciones traumáticas en el pasado, por ello, al quedarse solos sienten abandono y esto les genera estrés. Su comportamiento ante esta situación de soledad se basa en destrozar cosas y en ladrar constantemente.

Para ayudarles a manejar la situación es importante ofrecerles juguetes que les gusten y que les ayuden a pasar estos momentos solos en casa. También es clave tratar de no dejarlos por mucho tiempo y si la situación no mejora, lo mejor es acudir a un educador canino que brinde pautas a seguir y así controlar esos episodios de ansiedad y estrés o al menos rebajarlos.

Otra de las razones que pueden generar el estrés en estas mascotas son los ruidos estridentes, los cuales son desconocidos y les genera miedo. Ante estos estímulos auditivos tan fuertes, que no entienden de dónde vienen, los perros no saben cómo comportarse y eso les causa estrés. En estos momentos hay que hablarles y calmarlos.

Por otro lado, normalmente los animales asocian la visita al veterinario con un lugar y momento desagradable. En esta situación, hay que estar tranquilo para transmitírselo a los animales y premiar el autocontrol con recompensas caninas, utilizando el refuerzo positivo.

Los viajes en carro o en avión también los estresa y por ello la actitud del dueño siempre debe ser mantener la calma.

Síntomas

Son diversos los síntomas que evidencian que un perro está estresado. Estos son algunos de ellos:

Hiperactividad: es muy habitual que los perros estresados tengan una conducta hiperactiva. Son incapaces de estar tranquilos y pueden empezar a morder muebles y cualquier utensilio que encuentren a su paso para liberar la tensión acumulada, asegura el portal Experto Animal.

Falta de atención: los perros estresados sufren un nerviosismo generalizado que les hace tener dificultad para concentrarse, prestar atención y seguir instrucciones. Sin embargo, si el perro presenta una falta de atención generalizada y desde siempre, se podría consultar con el veterinario si se trata de un problema de déficit de atención.

Jadeo excesivo: el jadeo es la herramienta que emplean estos animales para expulsar el calor del cuerpo. Si se observa al perro jadear en situaciones en las que debería estar tranquilo es que probablemente está estresado y necesita aliviar la tensión que siente. En ocasiones el jadeo puede estar acompañado por lamentos y sonidos de tristeza.

Pérdida de pelo: esta situación suele presentarse en caso de estrés crónico y si ocurre es importante consultar al veterinario. También puede perder pelo por lamerse compulsivamente o por arrancárselo directamente con los dientes.

Rigidez muscular: en situaciones de estrés los perros se pueden poner más tensos y rígidos de lo habitual. Se puede observar la cola y las extremidades en tensión, a la espera de que ocurra algún hecho significativo.

Consejos

Existen algunos consejos que pueden ayudar a manejar o aliviar el estrés de las mascotas, según información del portal Hogarmanía.

- Respetar el espacio del perro en la casa y facilitar espacios activos de exploración en la calle.

- Entender que las conductas desadaptadas suelen ser fruto de necesidades básicas no cubiertas como salud, sueño, nutrición, calma, seguridad y juego.

- Conocer el lenguaje corporal del perro para reconocer cuándo está incómodo y ayudar a subsanar la situación.

- Evitar las situaciones conflictivas y ser su refugio seguro en situaciones en las que el perro necesite a su amo.

- Cuidar el lenguaje corporal y facial para no intimidar al perro.

- Dar mayor libertad al animal en la toma de decisiones a la hora de elegir por dónde quiere olfatear durante su paseo, por ejemplo.

- Manejar las emociones para no contagiar a la mascota de los nervios, enfados o estrés que el amo tenga. Al contrario, lo recomendable es acariciarlo suave y eso ayudará a relajarse. Los masajes le gustan.