Uno de los sentimientos que personas de todo el mundo manifiesta sentir en su día tras día es el estrés; este se produce por diferentes razones, las cuales dependen de las situaciones, vivencias o experiencias que un sujeto tiene en su cotidianidad.

Medline Plus, el portal de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, define al estrés como “un sentimiento de tensión física o emocional”, el cual se debe a una reacción de desafío o demanda y se clasifica de dos maneras:

  • Estrés agudo: a corto plazo, desaparece rápidamente y es común, pues todas las personas lo sienten en algún momento.

Teniendo en cuenta recopilaciones del portal Tecnoexplora, el estrés produce ansiedad y nerviosismo, pero a su vez hace que el peso corporal varíe. No obstante, al ser los organismos diferentes entre sí, no a todas las personas les pasa lo mismo en relación con la variable de la masa corporal.

Para los conocedores del tema, mientras que algunos sujetos se preocupan por subir de peso a causa del estrés, otros adelgazan.

Mientras que algunas personas se preocupan por subir de peso a causa del estrés, otras adelgazan. | Foto: Foto: Getty Images.

Respecto a los primeros, el peso puede aumentar sus tallas por el incremento de los niveles de la hormona del estrés (el cortisol). El citado portal consigna que la elevación hormonal “modifica el funcionamiento del sistema de recompensa del cerebro, lo que dificulta el autocontrol”. Es entonces cuando al experimentar situaciones tensionales, se busca una recompensa rápida como comer dulce.

No obstante, al ser el cuerpo un conglomerado de sistemas complejos que se complementan, pero también actúan por separado, hay casos en los que la tensión que produce el estrés en vez de aumentar el apetito, lo disminuye.

Un estudio publicado en Experimental Psicology se centró en hallar una posible explicación, desde el campo de la fisiología, para abordar la razón por la que tener estrés puede hacer que una persona baje de peso.

Los autores de la investigación explican que hay una activación del tejido adiposo pardo. Estas capas de células que se parecen son abundantes en el feto y los bebés recién nacidos, porque se consumen, en esencia, para producir calor. Sin embargo, los especialistas agregan que también están presentes en los cuerpos adultos, primordialmente, “en aquellos con un Índice de Masa Corporal (IMC) bajo”.

Por otro lado, el estudio explica que también hay grasas blancas, las cuales se agrupan por el exceso de calorías. Entre las dos grasas, hay una regulación de la glucosa, precisan.

Michael Symonds, uno de los coautores del estudio, dice que “la mayoría de los adultos solo tienen entre 50 y 100 gramos de grasa parda, ya que su capacidad para producir calor es 300 veces mayor que la de cualquier otro tejido”.

El equipo pidió a un grupo de mujeres resolver problemas matemáticos, los cuales pueden llegar a ser muy estresantes, para mediar las variaciones de los niveles de cortisol. Como resultado, pensar en los test numéricos hizo que las participantes aumentaran la hormona del estrés y el calentamiento, lo que indicaría ser un quemagrasas.

De este modo, el grupo de investigadores del Laboratorio de Fisiología Humana del Centro Médico Queen’s y el Hospital Universitario Nottingham, en Reino Unido, llegaron a la conclusión de que “el aumento de la concentración de la hormona está vinculado a una mayor actividad en los tejidos de grasa adiposa parda”. Por lo tanto, hay un mayor consumo de calorías y producción de calor.

Aunque el tema sigue siendo de estudio, Symonds no descarta que en el futuro “las técnicas para provocar estrés leve [el severo o prolongado es perjudicial para la salud] podrían incorporarse a los tratamientos basados en la dieta y otras intervenciones”.